Tuit a tuit, Donald Trump sumerge al mundo en tensiones comerciales que ya pueden ser calificadas abiertamente de “guerra”. Que toda la sangre aún no haya llegado al río se debe a la expectativa de un acuerdo de último momento entre Estados Unidos y China, algo que respondería a la comprensión de que las dos mayores economías del mundo son, además de competidoras, interdependientes. Sin embargo, una serie de datos, pronósticos y e indicios provocaron fuertes bajas este jueves en los mercados globales, lo que impactó también en la Argentina y dejó instalada una duda cruel: si ese escenario se prolongase, ¿podría causar turbulencias adicionales en plena campaña presidencial? Ese es el escenario más temido por la Casa Rosada y por todos los que defienden la permanencia en el poder de Mauricio Macri.
Las bolsas de Nueva York y de las principales plazas europeas y asiáticas registraron caídas de importancia, mientras que el petróleo directamente se hundió ante el temor a una desaceleración brusca de la actividad económica global. A nivel local, las acciones y el peso cayeron moderadamente, pero el riesgo país (la medida de la confianza de los inversores en la capacidad de pago del país) burlaba la tenue luz de esperanza que se había encendido en la Casa Rosada en el arranque de la semana y volvía a cotizar bien por encima de 900 puntos básicos.
Gustavo Reija, director de la consultora Mecronomic, le dijo a Letra P que “la guerra comercial entre la administración Trump y China es solo una de las facetas de un conflicto más amplio por el control estratégico de una potencia dominante. Las recientes acciones contra empresas tecnológicas chinas, de las cuales Huawei es un claro exponente, expone el conflicto en toda su magnitud. En ese marco hay que ver lo que está pasando como parte de un proceso que no tendrá una pronta resolución”.
De acuerdo con el analista, “las dos economías vienen creciendo a tasas razonables: China a más del 6% y Estados Unidos, a más del 3%. Asimismo, la estrategia del gobierno chino de compensar el aumento de aranceles (norteamericanos) con depreciaciones del yuan resulta una válvula de escape que amortigua el impacto de las sanciones”. “El conflicto se extenderá en el tiempo con picos y valles de crisis periódicas”, vaticinó.
En tanto, Luis Palma Cané, director de Fimades, le dijo a este portal que “el conflicto se va agravando. Trump pasa de amenazar a hablar de posibilidades de acuerdo y, luego, a amenazar otra vez. Mientras, incrementa los aranceles a porciones cada vez más importantes de las compras estadounidenses a China”.
“Obviamente, China no se queda quieta y, según anunció, ya está elaborando una lista de las mercancías estadounidenses que entran al país para también subirles los aranceles. Aunque hay un desbalance de represalias, porque Estados Unidos castiga a China mucho más en ese campo, en lo financiero Pekín tiene más poder de fuego. Hay que recordar que es el principal tenedor de Bonos del Tesoro estadounidense del mundo, por 1,2 billón de dólares”, agregó.
Una serie de factores se conjugaron este miércoles para atizar el pesimismo:
- El índice de compras industriales (PMI) en Estados Unidos bajó en mayo a 50,6 puntos, su menor nivel desde septiembre de 2009, cuando la economía mundial luchaba por evitar que la recesión derivada de la crisis de las hipotecas se convirtiera en una depresión comparable a la de 1930. La causa es, claro, el temor a que la guerra comercial no tenga retorno.
- Los analistas de Nomura advirtieron que esas tensiones escalaron después de la última y fallida reunión entre negociadores comerciales chinos y estadounidenses en Washington, que derivó en la aplicación por parte de Trump de aranceles del 25% sobre un total de importaciones desde China por 300.000 millones de dólares. A eso siguieron represalias de Pekín y un boicot norteamericano al gigante tecnológico Huawei, algo que obliga a esa compañía a remplazar a proveedores de partes a toda velocidad y amenaza a todo el sector. Según explicaron los especialistas de Nomura, esas turbulencias probablemente se extiendan a todo 2020, influyendo incluso en la campaña para las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, que llegarán un año después de que la Argentina resuelva su propia sucesión.
- Por último, un estudio dirigido por Gita Gopinath, economista jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), vaticinó que ese estado de cosas “puede dañar significativamente la confianza de las empresas y los mercados financieros, alterar las cadenas de suministro y poner en riesgo la recuperación del crecimiento económico global esperada para 2019”.
Reija se refirió a efecto que esta crisis puede tener sobre la Argentina, especialmente en la etapa más sensible del calendario electoral.
“El impacto en nuestro país se inscribe en la dinámica de todos los emergentes, con el agravante del beta negativo (ndr: alto riesgo) que Argentina tiene en su calidad de economía inmunodeprimida”, señaló. Para él, “hay tres aspectos en los que impacta principalmente: volatilidad cambiaria, caída del precio de la soja y disminución del valor, en dólares, de la porción de reservas que integran el swap con China ante la devaluación del yuan”.
Pero hay más. “A eso se suma la epidemia de fiebre porcina que disminuye el stock de cerdos en China y que implica una menor demanda de soja para su alimentación”, sumó Reija.
"Hay tres aspectos en los que la crisis impacta en la Argentina: volatilidad cambiaria, caída del precio de la soja y disminución del velor, en dólares, de la porción de reservas que integran el swap con China ante la devaluación del yuan", dijo Gustavo Reija.
En concreto, “la volatilidad cambiaria podría frustrar los intentos preelectorales de desinflación, la caída en el valor de la soja impactará en una baja de la recaudación y compromete la meta de déficit cero y la baja de valor del swap en yuanes complica el balance del Banco Central. Se trata de áreas críticas para los objetivos electorales del Gobierno”, cerró.
Palma Cané coincidió en el peligro de una baja todavía mayor del precio de los commodities en general y de la soja en particular, pero, de modo interesante, volvió sobre el escenario de máxima: la posibilidad de que China decida responder vendiendo una parte de sus cuantiosas tenencias de Bonos del Tesoro. “Eso provocaría una conmoción financiera, con un aumento brusco de las tasas de interés, algo muy malo para economías endeudadas como la argentina”, explicó.
Todos los mencionados son panoramas de terror para Cambiemos y, claro, para el país.