Memoria & balance

El voto (con) bronca del campo

Por primera vez, la relación del agro con Macri está en un momento complejo, con quejas y resignación. Lavagna metió ruido en un sector anti K que, a regañadientes, trata de no abandonar Cambiemos.

“No voy a llegar, estoy demorado. Perdón”. El mensaje de Whatsapp llegó media hora antes de que arrancara el asado. Daniel Pelegrina, el titular de la Sociedad Rural (SRA), una de las patas de la Mesa de Enlace, avisó que no participaría de la comida que un grupo de dirigentes del campo había armado con el ascendente Roberto Lavagna. Ese mensaje es una foto, una instantánea casi perfecta que sintetiza la relación del sector agropecuario en su conjunto no con el ex ministro de Economía, sino con el Gobierno.

 

Pelegrina, de Sociedad Rural, muy cercano a Macri. Se preservó y faltó a la comida con Lavagna. 

 

 

Pelegrina tiene estilo propio. Lejos de las estridencias de su antecesor y actual secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, el actual jefe de SRA hace equilibrio entre su cercanía natural con Cambiemos y la crisis que golpea a la industria. Por eso, prefirió no salir en la foto. Nunca se arrepintió: se habían comprometido a que la comida no trascendiera, pero fue el propio Lavagna el que subió una foto a su cuenta de Twitter.

 

Cuando le preguntan a Pelegrina a quién votaría el campo en octubre, la pregunta lo incomoda, aunque nunca se niega a responder. Hace unos años, esa misma cuestión se hubiese zanjado con un sí rotundo en respaldo al presidente Mauricio Macri. Hoy, si bien el campo es heterogéneo y difícil de medir, el apoyo sigue siendo masivo a favor de Cambiemos, pero el voto es un sobre con boleta y bronca en una urna que no da garantías más allá del diálogo y las promesas.

 

 

 

“La relación hoy es muy difícil. Está en su peor momento, hay mucha decepción, mucha bronca”, contó a Letra P un dirigente de la Mesa de Enlace.

 

Uno de los que comió con Lavagna aseguró que, “al no haber opción, si es Cristina (Fernández) contra Macri, vamos con Macri. Pero si hubiera otro con chances reales iríamos todos atrás de ese candidato”.

 

Los dirigentes, no así las bases, no ven con malos ojos a Lavagna, pero le observan un problema central: sus números están a la baja y seguirán así porque se niega a construir poder con alianzas. Además, no hay una tendencia visible en las encuestas que miran que les diga que el ex ministro tiene un caudal real que lo muestre ganador. “Acá nadie va a votar a alguien que no se sabe si tiene chances”, avisan. También algunos que recuerdan que fue Lavagna quien implementó las retenciones, algo difícil de olvidar para el sector.

 

En el encuentro con parte del agro (molineros, azucareros, productores y exportadores), el economista no se ayudó demasiado: les blanqueó que ve "una sociedad muy polarizada” y avisó que un triunfo de una tercera vía “será difícil”.

 

 

 

El efecto “sandalias”, para el Gobierno, no será un problema en octubre pero sí evidencia ruido a largo plazo. En un polo empresario que, en general, le huye al peronismo menos centrista, el nacimiento de una figura que los haga aunque sea pensarse apoyando a otro es un fenómeno en sí mismo. La exaltación de esta cuestión fue el video crítico que se difundió de los ex Mesa de Enlace que cortaron rutas durante el kirchnerismo.

 

¿Por qué el campo se queja del oficialismo casi al límite de impacientarse? Cualquier actor explica que, en la era M, el 60% de la renta del agro se la quedó el Estado, que hubo reinstalación de las retenciones que iban a ser eliminadas, que no hay crédito para producir y que el mercado interno está llevando a la pre extinción a las economías regionales. En paralelo y más allá de la predilección por Macri, creen que el modelo M favoreció más a la especulación financiera y a los bancos que a la producción. 

 

Otro punto de desencuentro que consideran vital en la ruptura es la reducción del Ministerio de Agroindustria a una secretaría. Eso no solo enojó al campo, sino también al propio Etchevehere. “No es lo mismo que nos hable Luis que tengamos que ir a ver a Sica”, el ministro de la Producción, dicen. Hoy, en pleno bandeo del vínculo, el Gobierno no tiene un operador político activo, un cuadro que pueda contener a un sector amplio. Algo que, con pocos recursos pero con mucho conocimiento del paño, intenta Sica con los industriales.

 

 

La reducción del ministerio de Etchevehere a una secretaría, otro de los puntos de diferencias. 

 

 

Un breve repaso sectorial confirma que la tendencia general en las urnas será hacia el macrismo. Pero hay algunas diferencias que deben ser apuntadas como herramientas de comprensión de escenarios.

 

En la Federación Agraria (FAA), que reúne a productores pequeños y medianos, los más enfrentados con Cambiemos, casi la totalidad de los dirigentes están con Lavagna o con un peronismo alternativo no K.

 

En Confederaciones Rurales (CRA) y Coninagro, están más cerca de un Lavagna con chances que de Macri.

 

La SRA, claramente alineada con el oficialismo.

 

Los Molineros y economías regionales no se definen y niegan poder diagnosticar ese tipo de intríngulis.

 

Los exportadores de granos y aceiteros, las firmas nucleadas en las cámaras CIARA-CEC, muchas de ellas multinacionales, son pragmáticos y se vio en la manera de liquidación de los dólares de la soja. Creen que Cambiemos es el mejor gobierno pro mercado al que podrían acceder en el corto plazo y que eso es mejor que nada o que la incertidumbre de un PJ que sigue disperso.

 

La única evidencia palpable, en este contexto, es que el amor que fue incondicional del campo con Macri no es tal. Y que, a veces, las relaciones turbulentas pueden decantar en escenarios mejores. A veces.

 

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