Cambiemos arrasó en las legislativas de 2017 en toda la provincia de Santa Fe. El concejal Roy López Molina quedó en ese momento a las puertas de la Intendencia al sacarles 16 puntos al peronista Roberto Sukerman y al aliado del socialismo Pablo Javkin. Pero la crisis macroeconómica y la caída estrepitosa de la imagen del presidente Mauricio Macri reconvirtieron el escenario y el macrismo perdió el poderío, la ventana ¿Dónde van esos votos? ¿Cómo se movieron los electores que eligieron a Cambiemos hace dos años y no lo harían esta vez? ¿Quién los representa ahora?
El voto que acompañó a Cambiemos en 2017 en la provincia estaba compuesto “mayormente por ciudadanos cuyas decisiones no responden a ideologías”, explicó Guillermo Variego, titular de la consultora Innova. “Son ciudadanos abiertos y predispuestos a acompañar propuestas que conecten con sus percepciones emocionales”, describió el encuestador a Letra P.
Variego considera que en la categoría gobernador el escenario es “más abierto”, porque los candidatos de los frentes más competitivos, el peronismo y el Frente Progresista, comparten gran parte de este electorado “que observa las formas y los contenidos, priorizando las percepciones por sobre los encasillamientos”.
Pero la situación en Rosario es diferente. El comportamiento de los votantes en la cuna del socialismo tiene disimilitudes con respecto a lo que ocurre en toda la Bota.
“La vuelta del voto al Frente Progresista en detrimento de Cambiemos es una realidad”, afirmó Variego. Y agregó: “Hoy, a menos de un mes de las PASO, las encuestas demuestran que una porción de electores, que suele determinar las elecciones, se vuelve a inclinar por el Frente Progresista, pero no necesariamente por el socialismo”.
Para el consultor, el Partido Socialista (PS) atraviesa una “especie de plebiscito” donde está en juego, no la adhesión a su precandidata a intendenta, la debutante como cabeza de lista Verónica Irízar, sino “el acompañamiento a un espacio que posee lo bueno y lo malo de estar 24 años al frente de la gestión”.
Para describir el intríngulis del PS, Variego yuxtapone la experiencia de gestión, el conocimiento de la ciudad y la estructura partidaria del socialismo versus “la acumulación de errores propios del tiempo y el no poder apaciguar la principal problemática que manifiestan los rosarinos, la inseguridad”.
En el PRO, al lado de López Molina, hacen una lectura similar y están preocupados por la chance de que el voto que recibieron en 2017 esté migrando a las arcas de Pablo Javkin, el contrincante de Irízar en la PASO del progresismo rosarino.
Javkin, con astucia, lee las dificultades del socialismo como sello y lidera una campaña desprovista de los colores y el logo del Frente Progresista. Le pega a la gestión en temas de interés general y no se pega a las figuras del partido. Si supera la primaria, se verá. Por lo pronto, se concentra en los desencantados con Cambiemos.