EL ASCENSOR EXCEDIDO. El diputado porteño, conocido por su sentido del humor y su look intelectual, caminaba junto a dos colegas e intercambiaba ideas sobre el discurso inaugural del jefe de Gobierno.
Todo era discusión y análisis político, hasta que Willy González Heredia no pudo ingresar al ascensor porque la unidad alertó sobre un "exceso de peso". Entre risas, González Heredia, destacado por su delgadez y su destreza futbolística, dejó a sus colegas y un grupo de asesores y esperó el próximo ascensor. Adentro, subían a sus despachos tentados de risa los macristas Daniel Del Sol y Gonzalo Straface.
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UNIDOS POR LA ACADEMIA. "Parece la platea del Cilindro", soltó un funcionario PRO, hincha confeso de Independiente, que se quejaba, con humor, de la presencia de hinchas de Racing en la Legislatura porteña. Por unos minutos, el Salón Eva Perón del Parlamento, donde se congregan funcionarios y dirigentes durante las sesiones, parecía una "peña racinguista". El ministro de Desarrollo Urbano y Transporte, Franco Moccia, hablaba en un costado del salón con el procurador porteño, Gabriel Astarloa, ambos hinchas del club de Avellaneda.
Segundos después, se sumó el periodista y conductor de A Dos Voces Marcelo Bonelli, también fanático de la Acadé, que se acercó a la Legislatura para presenciar la jura de su hija Bárbara como defensora adjunta del Pueblo de la Ciudad.
Sin embargo, el que más exteriorizó su pasión por Racing fue el propio Horacio Rodríguez Larreta. Quienes dialogaron con el jefe de Gobierno en la antesala del discurso inaugural lo vieron "optimista" y "relajado". "Nos recordó que Racing sigue puntero y que es dueño de Avellaneda", lamentó un legislador que lo escuchó decir "Racing campeón es innegociable".
EL CLUB DE LAS ACEITUNAS. El catering contratado por la Legislatura ofreció variedad de medialunas, mini tortas, café y jugos .En la previa, quienes llegaron en primer término disfrutaron de una "picada de frutas". "Bien PRO", soltó un diputado peronista mientras devoraba una medialuna "bastante tostada".
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Pero la devoción fue por los sanguches de miga con aceitunas. Dos legisladores macristas charlaban amistosos con una diputada de la oposición y al pasar la moza la interceptaron para "robar unos sanguchitos". Segundos después, se sumó una delegación de funcionarios porteños con despacho en Uspallata 3160, que se confesaron como "del club de las aceitunas".
EL DEFENSOR VALLADO. Por su gestión como defensor adjunto, el radical Arturo Pozzali exhibió sus pergaminos ante la audiencia pública y pasó sin percances la instancia de evaluación de su candidatura para repetir mandato en la Defensoría del Pueblo porteño. Además, fue votado por unanimidad por la Legislatura.
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Sin embargo, tuvo un problema al intentar ingresar al Parlamento. El operativo de seguridad, desplegado desde la madrugada, generó dolores de cabeza para vecinos, trabajadores de la zona y simple traseúntes que se movían por el centro porteño. Pero también perjudicó al defensor Pozzali, que no podía atravesar el vallado por la cantidad de personas frenadas por el operativo policial. En tanto, la Legislatura lo esperaba para sesionar y aprobar su pliego, junto al del resto de los defensores.
CONTROL POLICIAL AL TROTE. Pasadas las 7, el operativo de seguridad en los perímetros de la Legislatura de la Ciudad se extendía hasta la Plaza de Mayo y algunas esquinas del Bajo porteño, que por esas horas era la única arteria de circulación de vehículos con ritmo estable porque la Avenida 9 de Julio empezaba a cubrirse con vallado policial y marchas.
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Siguiendo el despliegue policial estaba el secretario de Seguridad, Marcelo D'Alessandro, que iba al trote junto a un grupo de asesores. Recorría de una punta a la otra el perímetro establecido en la manzana de la Legislatura y su conexión con la Plaza de Mayo, repleta de turistas furiosos porque no podían ingresar a la histórica Manzana de las Luces.