El armado de listas de unidad que Cristina Fernández de Kirchner ya cerró formalmente con los dirigentes peronistas en La Pampa, Entre Ríos, Neuquén, San Juan, Río Negro y Santa Fe no tendrá su reflejo en Córdoba, donde el gobernador Juan Schiaretti buscará la reelección con la estructura del PJ, mientras que Unidad Ciudadana llevará su propia lista, con el diputado Pablo Carro como candidato.
Así, Córdoba repetirá el mismo escenario de las últimas tres elecciones y romperá la línea de unidad que el peronismo cerró para 2019 en todas las provincias en las que ya vencieron los plazos formales para hacer las presentaciones ante las autoridades electorales. La provincia que gobierna Schiaretti tiene sus particularidades: vota gobernadores peronistas desde 1999 pero tiene un electorado fuertemente antikirchnerista.
El voto de Córdoba fue determinante en el triunfo de Mauricio Macri frente a Daniel Scioli en el ballotage 2015. En tierra de Schiaretti, el resultado fue un contundente 71,5% a 28,5%. La sintonía de la provincia con el macrismo se confirmó dos años después, con el triunfo de Cambiemos en las elecciones legislativas, con el 48% de los votos, 18 puntos por encima de Unión por Córdoba.
Y si bien el enojo con la gestión del Presidente va in crescendo, a tono con lo que sucede en el resto del país, en el peronismo local aseguran que su imagen positiva está en torno al 50%. La explicación se reduce al rechazo que la mayoría de los cordobeses siente por Cristina y, en cierta medida, también por el peronismo, un obstáculo que Unión por Córdoba se encargó de sortear con la conquista del voto independiente.
Ese voto independiente es el que, precisamente, Schiaretti pretende conservar para buscar su reelección. Para lograrlo, el gobernador esquivó por todos los medios el acuerdo que Cristina selló en las demás provincias y que el ex gobernador José Manuel de la Sota había puesto en marcha en las reuniones que mantuvo con la ex presidenta antes de su repentina muerte.
Ni las buenas relaciones personales que hay entre algunos dirigentes, como la amistad que tienen Natalia de la Sota –hija del ex gobernador y concejal de la capital cordobesa– con la diputada de La Cámpora Gabriela Estévez, modificaron la situación. “En Córdoba no hay chance de hacer un acuerdo superestructural con Cristina. El electorado la rechaza”, sintetiza un dirigente del peronismo. Las negociaciones se hicieron, entonces, a nivel local y sin demasiado ruido.
“Básicamente, Schiaretti se llevó a los dirigentes del kirchnerismo que tienen territorio y dejó afuera a La Cámpora”, sintetiza un referente de Cambiemos en Córdoba que asegura que “la marca Cristina no supera los 10 puntos” en la provincia. En efecto, en las elecciones 2017, la Alianza Frente Córdoba Ciudadana cosechó 9,71% de los votos, con una lista encabezada por el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) de la provincia, Carro. Al kirchnerismo le alcanzó para obtener una banca en Diputados, que ocupa el propio Carro.
Entre los dirigentes territoriales identificados con el kirchnerismo que terminaron cerca de Schiaretti se cuenta el intendente de Villa María, Martín Gill, ex funcionario del gobierno de Cristina que impulsa la reelección del gobernador y brega por la unidad peronista a nivel nacional. Gill sucedió en la intendencia a Eduardo Accastello, quien fuera candidato a gobernador por el Frente para la Victoria en 2015, enfrentando a Schiaretti. En esa oportunidad, Accastello cosechó el 17% de los votos. El ex intendente de Villa María volvió al redil del PJ provincial en septiembre de 2018, de la mano de Schiaretti y del senador Carlos Caserio, presidente del partido. Pero a principios de febrero, se reunió en Buenos Aires con Alberto Fernández y manifestó su intención de volver a pelear por Villa María, enfrentando a su delfín, hoy enrolado con Schiaretti. También estuvo con Eduardo Duhalde.
Martín Gill, ex funcionario kirchnerista e intendente de Villa María, impulsa a Schiaretti.
Pero más allá de las particularidades locales, en el peronismo cordobés creen que Cristina tampoco hará mucho para molestar a Schiaretti. La ex presidenta marcó una clara línea en todas las provincias, que consiste en no obstaculizar el triunfo de ningún gobernador peronista. Ni siquiera si el peronismo gobernante es el cordobés, con el que no la une ninguna simpatía. A todos, Cristina sabe que los necesitará en el futuro, si triunfa su postura de armar un proyecto nacional de unidad.
Sin embargo “una fuerza política no puede no presentar ningún candidato”, explican en el Instituto Patria. Es por eso que el kirchnerismo irá a las elecciones de Córdoba con un candidato propio. La candidatura de Carro será anunciada formalmente en las próximas horas por Unidad Ciudadana. La ex presidenta buscará, además, meter diputados en la Legislatura local que le permitan negociar con Schiaretti en un futuro.