ENTREVISTA | HUGO YASKY

"Tenemos que construir una CGT capaz de contener las tensiones internas"

Mientras el Congreso de la CTA aprobaba el camino hacia la unidad del arco sindical, su titular dijo que "la decisión está instalada en la calle". Abonó la idea de sumar a las organizaciones sociales.

La principal central alternativa del país dio este jueves el giro más importante desde su fundación, en 1992. En un multitudinario acto en el microestadio de Lanús, la conducción de la CTA de los Trabajadores y sus afiliados votó, además de apoyar la candidatura de Alberto Fernández, iniciar el proceso de reincorporación a las filas de la Confederación General de los Trabajadores (CGT). Pocas horas antes de encabezar el congreso sindical, Hugo Yasky recibió a Letra P en la sede gremial del barrio de San Telmo, donde analizó las razones por las que resolvieron caminar hacia la unidad del movimiento obrero.

 

La decisión desanda casi tres décadas de apuesta por un modelo sindical diferente, basado en la democracia interna y la afiliación directa, una postura ahora revisada por la CTA. "Tenemos que ser capaces de construir una central que pueda contener las tensiones de las diferentes miradas e historia del movimiento obrero", dice, antes de plantear una revisión de los pilares sobre los que se constituyó la central que, asegura, nuclea a más de un millón y medio de trabajadores.

 

"Nuestras certezas en 2019 son muy distintas que las que teníamos a finales de los noventa. Aquella certeza casi religiosa de que todo lo puro estaba de nuestro lado, entró en crisis", plantea en relación al planteo de libertad sindical promovido por CTA.

 

En la primera fila del acto estuvieron, además del candidato presidencial del Frente de Todos, algunos de los principales socios gremiales de la CTA, como el líder de los camioneros, Hugo Moyano, el secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, pero también el diputado nacional Máximo Kirchner y la candidata a vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario. Pese a que el eje central del temario del congreso sindical era la reincorporación a la CGT, no hubo representantes de esa central algo que prefigura las dificultades futuras que tendrá el plan que impulsa Yasky.

 

"Sabemos que hay miembros de la mesa chica de la CGT que mirarán esto con alarma, prejuicio y resquemor y otros que lo verán como un proceso interesante. Uno se imagina que todos los que integran la CGT no van a aplaudir de pie, pero estamos convencidos que esta decisión está instalada en la calle".

 

BIO. Con 69 años, es el secretario general de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). Nacido y criado en el partido bonaerense de La Matanza fue, junto con Germán Abdala y Víctor de Genaro, uno de los protagonistas de la ruptura con la CGT a principios de los noventa y de la creación de la principal central obrera alternativa. Docente de profesión, desarrolló su carrera sindical en el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA) y también fue uno de los impulsores de la creación de la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA). En el plano político fue vicepresidente del partido Nuevo Encuentro, que conduce Martín Sabbatella, y en las elecciones de 2017 fue elegido diputado nacional en la boleta de Unidad Ciudadana. 

 

Fotos: Pablo Duberti (AGLP)

 

 

-El Congreso de la CTA votó iniciar un proceso para volver a la CGT. ¿Cómo se llegó a esa decisión?

 

-Durante los últimos cuatro años siempre tuvimos la brújula enfocada en la necesidad de lograr la unidad del campo popular. Generar episodios que nos permitieran revertir la fragmentación antes de la derrota electoral de 2015. Tanto es así que en abril de 2016 el acto que hacemos para reclamar la ley contra los despidos tuvo cuatro secretarios generales, dos por la CGT y dos por la CTA. Eso fue madurando la necesidad de empezar a poner en debate la idea de la reunificación en una sola central. Esa mirada se fortaleción ante el hecho de enfrentar un gobierno que desde el primer día mostró como bandera la intención de bajar el costo laboral en Argentina, reducir los derechos, generar la competitividad en base a la depreciación del valor del trabajo. También influyó el dato insoslayable del retroceso del sindicalismo en America Latina. Con la excepción de Uruguay y de Argentina, en todo el resto de los países, incluido Brasil, hubo un retroceso enorme del movimiento sindical y en los lugares donde esa regresión es mayor, como Colombia, Perú u Honduras, el dato que se repite siempre es la fragmentación y la ruptura.

 

"Tenemos que ponernos como objetivo explorar la manera de incorporar a los movimientos sociales."

-Durante la última etapa del kirchnerismo ya se expresaba división. Llegó a haber cinco centrales.

 

-Por eso te digo, el dato es que nosotros llegamos con cinco oradores previstos al acto de 2016, pero se bajó (Luis) Barrionuevo. Sino en ese acto que mencionaba, hubieran estado presente todos los sectores sindicales. Ahora, la política de premio y castigo de Cambiemos, el haber puesto a (Jorge) Triaca como ministro de Trabajo para palanquear sobre las diferencias en la cúpula de la CGT, y también de las nuestras, las convocatorias selectivas en las que unos entraban y otros no, fue una estrategia claramente enfocada para dividir a la oposición.

 

-¿Y de ese proceso surge la necesidad de la unidad?

 

-Como acto reflejo frente a eso, la conclusión es que tenemos que ir a la unidad, que tenemos que ser capaces de construir una central capaz de contener las tensiones de la lógica confrontación de distintas miradas y distintas historias. Esto desde ya es fácil decirlo y difícil llevarlo a la práctica, pero creo qué hay que asumir el riesgo, porque no podemos dejar de ser conscientes de que vamos a una etapa muy difícil en la que la presencia política de una central unificada y fuerte como interlocutor de un gobierno popular es primordial.

 

 

 

-Uno de los ejes fundacionales de la CTA fue la diferenciación del modelo sindical, respecto del que planteaba la CGT. ¿Hubo una revisión de ese criterio?

 

-Con el correr de los años, empezamos a ver que el modelo sindical que planteábamos que solo encarnábamos nosotros, se expresaba también dentro de la CGT. Que había y hay dirigentes, organizaciones y cuadros sindicales con los cuales tenemos casi la misma mirada. Con lo cual, empezamos a poner entre signos de interrogación esa certeza que se planteaba a principios de los noventa, de que todos los que estábamos por la democracia sindical, por un sindicalismo combativo, estábamos en la CTA y que los que estaban en la CGT expresaban las antípodas. Con un elemento que no podemos dejar de tener en cuenta: nuestra apuesta como CTA también fracasó.

 

"Vamos a una etapa muy difícil en la que la presencia política de una central unificada y fuerte como interlocutor de un gobierno popular es primordial."

-¿Por qué fracasó?

 

-La elección interna de la conducción de la CTA, en 2010, terminó con denuncias de fraude y un escándalo en el que tuvimos que recurrir a un tribunal compuesto por cinco abogados laboralistas que llegaron a la conclusión de qué había una serie de actos electorales que quedan invalidados por los vicios de nulidad y falta de transparencia. Desde ahí quedamos encerrados en un laberinto del que no pudimos salir. De manera tal que aquella certeza, casi religiosa, de que todo lo puro estaba de nuestro lado, entró en crisis.

 

-¿Y ahora?

 

-Nuestras certezas en 2019 son muy distintas a las que teníamos a finales de los noventa. Hoy el neoliberalismo es mucho más agresivo. En un contexto en el que se empieza a poner en duda el derecho a huelga, donde muchas centrales sindicales directamente desaparecen, vimos que una de las fortalezas que explicó la capacidad de resistencia social estos últimos años fue la capacidad del movimiento sindical argentino de mantener una lucha desigual. Todos estos elementos son los que aparecen en consideración con respecto de esa visión binaria que se tenía a principios de los noventa respecto del mapa sindical.

 

 

 

-¿Hubo consultas con la cúpula de CGT antes de tomar esta decisión y sobre cómo encarar este proceso?

 

-Nosotros tenemos contacto permanente con dirigentes de la CGT y hay coincidencias sobre la necesidad de ir hacia la unidad. Muchos de los que nos van a acompañar en Lanús, como Hugo Moyano, Sergio Palazzo, Francisco “Barba” Gutiérrez y Mario Manrique, son compañeros con los que venimos hablando y madurando esta idea. Sabemos que hay otros en la mesa chica de la central, que mirarán esto con alarma, prejuicio y resquemor y otros que lo ven como un proceso interesante. Uno se imagina que todos los que integran la CGT no van a aplaudir de pie, pero estamos convencidos que esta decisión está instalada en la calle, entre todos los compañeros, del mismo modo que lo que ocurrió en el plano político con el Frente de Todos.

 

 

 

-¿La decisión de unificarse en CGT fue un pedido explícito de Alberto Fernández?

 

- No. Como te decía antes, desde el inicio del macrismo nosotros planteamos la necesidad de hacer un camino hacia la reunificación. No nos imaginábamos que nuestro candidato iba a ser Alberto Fernández y menos que fuéramos a ganar con esa cantidad de votos. De todas formas, para nosotros es un mensaje que la votación la hagamos con él y con los dirigentes de la CGT con los que venimos luchando juntos. Es un símbolo, es un mensaje, pero Alberto lo que ha dicho es que “un día llego al PJ y los veo a todos ustedes reunidos y cuando vi eso dije: 'Tenemos que tratar de que eso se consolide'”, en relación a la mesa de Acción Política. Y me dijo: “Si lo pudimos hacer en el Frente de Todos, ¿no te parece que es un poco más sencillo poder hacerlo a nivel de la CGT?”. La verdad, creo que tendría que ser posible.

 

-También votan acompañar la candidatura de Alberto Fernández. ¿Por qué?

 

-Nosotros hablamos de la refundación del contrato social en Argentina y en función de eso entablamos un diálogo con Alberto. Él me decía: “Nosotros constituimos el Frente de Todos y, en el camino, ustedes formaron parte de la mesa de Acción Política del Partido Justicialista”. Y vos fíjate, en esa mesa de acción política está Héctor Daer, Moyano, Ricardo Pignanelli y yo, de manera que es difícil de explicar qué vos puedas compartir una mesa de acción política partidaria y no puedas plantearte constituirte en una sola central sin que nadie tenga que dejar en la puerta de entrada ni las convicciones, ni su historia, ni sus compromisos.

 

 

Hay un camino que no va a ser fácil, porque habrá que discutir de qué manera se acomodan los tantos para que garanticemos que todos los que componen el mosaico sindical sean parte (...) La discusión con los compañeros metrodelegados, por ejemplo, y otros gremios sobre cómo unificarse, no va a ser fácil.

 

 

-Una vez tomada la decisión, ¿cómo imagina el camino de integración a la CGT? Varios sectores o seccionales que pertenecen a la CTA son oposición a las conducciones de su sindicatos.

 

-Primero hay un camino que no va a ser fácil, porque habrá que discutir de qué manera se acomodan los tantos para que garanticemos que todos los que componen el mosaico sindical sean parte. Nosotros tenemos experiencia en eso: al principio, cuando nace nuestra CTA, era una corriente de la CGT. Años después se tomó la decisión de romper definitivamente y constituirse como una central alternativa. De manera tal, esa posibilidad es una alternativa que ahora puede servir para contener esa corriente del sindicalismo. La discusión con los compañeros metrodelegados, por ejemplo, y otros gremios sobre cómo unificarse, no va a ser fácil. No por los compañeros metrodelegados que mañana van a votar, sino para ver de qué manera logramos garantizar la inserción de esos gremios. Nosotros podemos aportar unos 500 mil afiliados a la CGT, lo cual representa un sector de peso dentro de la discusión. Ahora, una de las condiciones sine qua non que ponemos es que todas las organizaciones que conforman nuestro espectro se pueden incorporar.

 

 

 

-¿Por qué cree que tiene que ser la CGT y no una nueva central?

 

-Por una cuestión histórica, porque siempre contuvo vertientes alternativas. En su momento fueron las 62 Organizaciones de pie y los colaboracionistas; la CGT de los argentinos y la de José Alonso y después la de Jorge Triaca y Saúl Ubaldini, siempre hubo bifurcaciones que después tendieron a unirse. En los noventa, con el MTA, nosotros, la CGT… todos vemos esto como parte de un ciclo histórico.

 

-La CTA se caracterizó por la incorporación de organizaciones sociales. ¿Intentarán replicar esa política en la nueva etapa que propone para la CGT?

 

-Tenemos que ponernos como objetivo explorar la manera de incorporar a los movimientos sociales. Pero me parece que debería haber una suerte de gradualismo lógico: primero tiene que acomodarse los tantos dentro de la CGT porque hoy mismo se está discutiendo dentro de la central la unificación de sectores. Segundo, tenemos que discutir de qué manera nosotros formamos parte de esa discusión de la unidad, porque hay que ver si hay voluntad mayoritaria de ir hacia la unidad. Y tercero, creo que habrá que discutir cómo establecemos una vinculación orgánica con todo el movimiento de las organizaciones sociales.

 

-¿Y de qué forma podría darse?

 

-Habrá que pensar si la alternativa es una especie de bloque social donde esté el movimiento sindical y los movimientos sociales dentro de una misma mesa. Si hay voluntad, habrá que ser creativo para conciliar realidades distintas y también lógicas distintas en cuanto al funcionamiento y la toma de decisiones. Es imprescindible poner como horizonte de llegada una forma de expresión para que toda la clase trabajadora argentina pueda tener una mesa que la represente, aunque sea una mesa constituida más como una voluntad política que como una forma orgánica. Nosotros y la mayoría de los compañeros de las organizaciones sociales compartimos la idea de que el objetivo final es que los integrantes de los movimientos sociales el día de mañana estén enrolados en tal o cual sindicato como trabajadores con convenio.

 

Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación.
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