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Terminal de Ómnibus Retiro, otro página en blanco de la gestión Dietrich

El ministro de Transporte fracasó en varios intentos de reprivatización y sigue en manos del empresario Otero, condenado por coimas y procesado en la causa cuadernos. El plan de modernización frenado.

Las autopromocionadas banderas del “mejor equipo de los últimos 50 años” y una “eficiente capacidad de gestión” enarboladas por el relato oficialista desde fines de 2015 hasta ahora han acumulado numerosos ejemplos que indican lo contrario y dejan mal parados a los funcionarios macristas. Uno de los casos más emblemáticos y que figuran al tope de las iniciativas que terminaron en un marcado fracaso tiene como protagonista al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Se trata de la fallida reprivatización de la terminal de ómnibus de Retiro.

 

Pese a los reiterados anuncios y promesas de mejora y modernización, Retiro aún sigue en manos del mismo concesionario que la explota desde hace 25 años: el empresario Néstor Otero, quien arrastra una condena firme por haberle pagado dádivas al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime y se encuentra procesado y con prisión domiciliaria en la causa de los cuadernos de las coimas que lleva adelante el juez federal Claudio Bonadio.

 

A diferencia de los avances y cambios positivos que ha podido mostrar con las remodelaciones y puestas en valor de los aeropuertos y las grandes estaciones ferroviarias de la Capital Federal, Dietrich va camino a dejar su cargo con un significativo aplazo en lo que respecta al estado, cuidado y control de la principal terminal de ómnibus de pasajeros del país.

 

 

En sus casi cuatro años de gestión, el ministro de Transporte logró acumular dos procesos fallidos de reprivatización y un tercer intento licitatorio que no puede completar y que quedará como un problema más a resolver para la próxima administración.

 

Tras asumir a fines de diciembre en 2015, Dietrich había prometido que uno de sus principales objetivos iba a ser la transformación y el cambio del operador privado de la terminal de Retiro.

 

El primer intento fallido de reprivatización había arrancado en febrero de 2016 y tenía como fecha de apertura de ofertas el 6 de abril de ese año. Unos días antes de esa fecha y ante la falta de oferentes, Dietrich prorrogó la recepción de las propuestas económicas hasta el 23 de mayo. Llegada esa fecha, fijó una nueva prórroga hasta el 13 de junio. Pero al ver que la única interesada que iba presentar oferta era la sociedad de Otero, la cartera de Transporte decidió dar de baja a la licitación y convocar a una nueva con varios cambios en las reglas de juego.

 

Para la segunda convocatoria -iniciada en el segundo semestre de 2017- se introdujeron tres cambios relevantes: la ampliación del plazo inicial de la concesión de 2037 hasta el año 2052; la flexibilización del plan de obras obligatorias y un nuevo sistema de evaluación de las ofertas.

 

 

 

Pese a esos cambios y la búsqueda de otros oferentes que hicieron los funcionarios, la empresa de Otero hizo valer su experiencia y conocimiento para ubicarse, otra vez, en el primer lugar y superar por puntos y solidez técnica y económica a las restantes ofertas presentadas por la firma Indhal y las UTE Teximco-Terminal Pacheco y TH Services-Cusmely SA.

 

Esta vez, para no asumir el costo político de declarar ganador a Otero, Dietrich puso como excusa para dejar sin efecto la licitación y convocar a una nueva “los avances y cambios urbanísticos promovidos por la administración porteña de Horacio Rodríguez Larreta en la zona de Retiro”.

 

Según los argumentos expuestos en la resolución 1098/18, resultaba necesario  “llevar adelante una nueva evaluación del proyecto de constructividad plasmado en los pliegos licitatorios” ante la “redefinición constructiva de la zona en donde se encuentra la terminal, la cual no puede permanecer ajena a las lógicas de tejido, espacio público y movilidad en su conjunto y, en particular, en lo relativo a la urbanización del Barrio 31 en un marco generalizado de nuevas obras” que impulsa la Ciudad de Buenos Aires.

 

Para la tercera licitación encarada a mediados de este año, los pliegos establecieron que el próximo concesionario deberá invertir durante los 35 años de contrato como mínimo mil millones de pesos en reformas edilicias y obras nuevas para mejorar la accesibilidad, hacer más eficiente la operación de los colectivos, brindar mayores condiciones de seguridad y modernizar la atención y los servicios a los usuarios.

 

AMPLIACIÓN SIN DESTINO. Además, habilitaron al futuro concesionario a construir un edificio contiguo al existente, en un área de 40 por 250 metros lineales, destinado a nuevos servicios y actividades complementarios de la terminal como hoteles, locales comerciales, centro de convenciones y sitios de esparcimientos.

 

Como era de esperar, la empresa de Otero -Terminales Terrestres Argentinas (TTA)- volvió a presentarse como oferente con un proyecto comercial denominado "Retiro Terminal Parque" elaborado por el estudio de arquitectos Maletti Zanel. El proyecto contempla la construcción de un parque y espacio verde de cinco hectáreas, un túnel para ingreso y salida de ómnibus, un hotel y un centro de convenciones.

 

El otro oferente que apareció en la licitación es el grupo Neuss que, entre otros negocios, tiene la concesión del gobierno porteño para explotar los talleres de la VTV capitalinos y el manejo de la distribuidora eléctrica de la provincia de Río Negro. Su proyecto prevé un nuevo espacio y hall de ingreso, un centro comercial y un edificio de oficinas.

 

 

 

Tras la recepción de las ofertas, ahora los funcionarios de Transporte quedaron encerrados en un brete.

 

En el caso de la sociedad de Otero, estarían obligados a desestimar la oferta por las clausulas del pliego que establecen que no pueden ser oferentes aquellos que tienen una condena judicial y los familiares que aparezcan como los “continuadores” de las empresas que inicialmente pertenecían a personas no habilitadas.

 

Y en el caso del grupo Neuss, la traba proviene de un nuevo y relevante dato político que afloró en las últimas semanas y que lleva a que ningún funcionario le firme algo a favor: la sociedad del grupo que controla la distribuidora eléctrica rionegrina Edersa presentó una demanda contra el Estado nacional ante el CIADI, en la cual reclama una indemnización superior a los 200 millones de dólares por los aumentos tarifarios no otorgados por la provincia.

 

 Frente a este panorama, la licitación reúne todos los boletos para ser dada de baja, una decisión que los funcionarios de Dietrich no quieren tomar con el fin de que sean los nuevos ocupantes de Transporte lo que tengan que asumir el costo político de resolver el futuro de la terminal.

 

De esta manera, Retiro seguirá en manos de Otero gracias al “mecanismo de prórroga permanente” que implementó la administración macrista y que le deja al actual concesionario el manejo de la terminal hasta que aparezca un nuevo operador.

 

Mientras tanto, los usuarios continuarán padeciendo el pésimo estado de la terminal que fue retratado en el pliego licitatorio y que la CNRT -el órgano de control de la concesión- pasa inexplicablemente por alto.

 

Entre otros aspectos negativos, los técnicos oficiales relevaron la existencia de: una ocupación caótica de los espacios de espera y circulación; escaleras mecánicas sin funcionar; pisos y cielorrasos deteriorados; deficiente iluminación interior y exterior; filtraciones de agua; instalaciones eléctricas fuera de normas; señalización poco clara; generalizada ausencia de limpieza y falta de seguridad dentro de la estación.

 

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