En total serán ocho las fórmulas que intentarán destronar a Evo. La más fuerte y más importante será la que lidera el ex presidente y vicepresidente Carlos Mesa junto a Gustavo Pedraza por Comunidad Ciudadana (CC).
El candidato que aparece en tercer lugar, según las encuestas, es el empresario santacruceño Óscar Ortiz por la alianza Bolivia Dice No (BON). En el cuarto puesto se encuentra la sorpresa de estos comicios: el surcoreano nacionalizado boliviano Chi Hyung Chung, por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), un candidato que ha basado su campaña en dichos polémicos, racistas, violentos, machistas y misóginos.
El resto de los candidatos no supera el 2% de intención de voto: el derechista Israel Rodríguez, por el Frente Para la Victoria (FPV); el actual gobernador de La Paz, Félix Patzi, por el Movimiento Tercer Sistema (MTS); el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, por la Unidad Cívica Solidaria (UCS); el histórico Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que lideró la revolución de 1952, presentará a Virginio Lema; y la única mujer que competirá será Ruth Nina, por el Partido de Acción Nacional Boliviano (PAN-BOL).
A pocas horas de la apertura de los comicios, son dos las grandes dudas que rondan las calles de La Paz. La primera, si Morales podrá ganar en primera vuelta. Para eso, necesita alcanzar el 50% de los votos o superar el 40% con una diferencia mayor a diez puntos con su competidor más cercano. Según todas las encuestas, este último requisito sería el que cumpliría Morales, quien en los sondeos aparece con un 40% o 44%, superando a Mesa, quien llega a rondar el 25%. A pesar de estos números, las dudas todavía persisten. La segunda intenta determinar si el oficialismo podrá volver a conseguir la mayoría de dos tercios en el Congreso obtenida en las últimas elecciones del2014. A esta altura, la primera parece ser más probable que la última.
LA SEGURIDAD DEL OFICIALISMO. Durante los tres meses que ha durado la campaña presidencial, el oficialismo apeló a un mismo discurso resumido en su eslogan: un voto seguro para un futuro seguro.
La mejor arma de Morales son sus propios logros obtenidos a lo largo de estos años. A pesar de las dudas que existieron cuando llegó a la presidencia, sus resultados económicos y sociales son indudables para cualquier ciudadano e, incluso, para cualquier candidato. Ningún opositor se anima a decir que la actualidad de Bolivia es peor a la de 2005 y algunos ciudadanos se animan a decir que, a pesar de que no lo votan, ha sido el mejor presidente de la historia.
En los años de Evo Morales en el poder, Bolivia creció a un 5% promedio anual y llegó a ser, en 2009, por primera vez en la historia, el país que más creció en toda América del Sur.
Antes de que Evo ganara las elecciones de 2005 con el 53%, la sociedad boliviana estaba sumida en una crisis social, en la pobreza y en la indigencia. En el año 2003, el país había vivido la Guerra del Gas, una serie de manifestaciones que provocaron la caída del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y la posterior asunción de Mesa, el actual principal opositor. En aquellos momentos, el país no tenía ni estabilidad política ni social y hoy, 13 años después, esa estabilidad y el crecimiento económico son los principales logros del oficialismo.
En estos años, el país creció a un 5% promedio anual y llegó a ser, en 2009, por primera vez en la historia, el país que más creció en toda América del Sur. Todos los indicadores económicos han aumentado debido a las políticas del autodenominado proceso de cambio, desde los números macroeconómicos como los relacionados con el consumo interno ya que, por ejemplo, los viajes en avión crecieron un 50% entre el 2006 y el 2010 y el parque automotor se multiplicó por diez en el mismo período
A la vez, el principal problema del gobierno está relacionado con su arma de campaña más importante: los logros obtenidos vienen de la mano de nuevas demandas y nuevas exigencias por parte de un nuevo electorado.
La clase media pasó de un 35% a un 58% de la población, lo que implica el ascenso social de más de tres millones de personas.
Lo que mejor representa este aspecto es el crecimiento de la clase media, que pasó de un 35% a un 58% de la población, lo que implica el ascenso social de más de tres millones de personas. Esto exige renovar el discurso y las promesas ante un electorado muy importante que ya no se conforma con el discurso antiimperialista y de la lucha contra la pobreza. La población que ingresó a la clase media gracias a las medidas económicas de Morales hoy tiene en cuenta nuevas problemáticas a la hora de votar y el gobierno tiene la obligación de atenderlas si aspira a mantenerse en el poder.
Este desafío, al que se ha tenido que enfrentar la mayoría de los gobiernos progresistas de la región en los últimos procesos electorales, viene de la mano de las nuevas exigencias de la juventud. En estas elecciones, el 39% del padrón tiene entre 18 y 30 años, es decir, son votantes que, antes de la llegada de Morales al gobierno, tenían entre cuatro y 16. Esto implica que casi la mitad de los votantes no conoció la Bolivia pre-Evo, por lo tanto, no se ve motivada por la campaña que se basa en marcar las diferencias entre la Bolivia neoliberal y la Bolivia actual. Al mismo tiempo, se trata de votantes que han vivido la mayoría del tiempo bajo los gobiernos del MAS, por lo cual representan un hartazgo y un cansancio político más importante que otros sectores.
Asimismo, las nuevas respuestas que ha brindado el gobierno en esta campaña es una demostración del cambio de época que vive el país. Durante su cierre de campaña en El Alto paceño, Morales se centró en cuatro aspectos de cara al futuro: la generación de empleo genuino para los jóvenes, el acceso a la vivienda propia, la industrialización de los recursos naturales y el desarrollo de la ciencia y la tecnología a través de la creación de un ministerio nacional propio. Cuatro propuestas impensadas para nuevas exigencias impensadas hace 13 años.
LA INSEGURIDAD DE LA OPOSICIÓN. La campaña opositora también está relacionada con los logros obtenidos por Morales y por la actualidad boliviana. Durante estos meses, la discusión política no transitó por la economía, porque la oposición no tiene herramientas para ganarla. Por eso, recurrió al discurso institucional y democrático basándose en la nueva postulación de Morales.
La actual candidatura del presidente generó mucha polémica porque sería su segunda reelección (en 2009 se aprobó una nueva Constitución y hubo elecciones presidenciales que se consideran el primer mandato de su gobierno) y esto no está habilitado por la Carta Magna. En 2016, el gobierno convocó a un referéndum en el que preguntó si la población estaba de acuerdo en reformar la Constitución para que Morales pudiera volver a presentarse. En ese momento ganó el NO con el 51%. Ante esta situación, el gobierno apeló a la justicia, que, sin modificar la Constitución, lo habilitó.
La controversia por la reeelcción de Morales provocó que la oposición basara su discurso, de la mano de denuncias de corrupción que afectan al gobierno, en la defensa de la democracia y las instituciones.
Esto provocó que la oposición basara su discurso, de la mano de denuncias de corrupción que afectan al gobierno, en la defensa de la democracia y las instituciones. Cuando Carlos Mesa visitó la Argentina, reconoció que “sería una tontería para cualquier candidato el pretender un retorno a un pasado previo al 2006” por lo tanto se presenta para terminar con el “continuismo inaceptable” del oficialismo a través de “shock democrático” porque Morales “tiene una naturaleza autoritaria”. Lo mismo ocurre con Óscar Ortiz, quien basa su candidatura, e incluso el nombre de su partido, en el referéndum del2016.
El problema que debe enfrentar la oposición tiene relación, a la vez, con los logros obtenidos por el propio gobierno. La candidatura de Mesa todavía no ha logrado desprenderse de su implicancia –por su cargo como vicepresidente- de los hechos de la Guerra del Gas y de las más de 60 muertes que dejó aquel suceso y, a la vez, sigue siendo un candidato que proviene de la vieja política boliviana que aplicó un modelo neoliberal que provocó la crisis social que Morales logró revertir.
Algo similar ocurre con Ortiz, que viene de las altas esferas empresariales santacruceñas, un sector históricamente alejado de la Bolivia profunda.
Por su parte, Chi Hyung Chung, a pesar de que logró despegar de los últimos puestos en las encuestas, sigue siendo insuficiente para disputar algún espacio de poder.
Desde las elecciones de 2005, la oposición más importante nunca logró superar el 30% de los votos. En estas elecciones, las encuestas le brindan un número cercano pero, al igual que en el pasado, sigue replicando los problemas de desunión que provocan una dispersión del voto que, a la larga, favorece al propio gobierno.
En este escenario, Evo busca ganar en primera vuelta porque, a pesar de las actuales diferencias que tiene la oposición ante un posible ballotage –sería el próximo 15 de diciembre-, la convocatoria anti-Evo puede ser importante.
LOS DESAFÍOS DEL FUTURO. A partir del lunes, el oficialismo y la oposición deberán enfrentar nuevos desafíos de cara al período 2020-2025.
En caso de ganar, como se espera, Morales deberá atender y generar nuevas respuestas para las nuevas demandas y, además, tendrá la responsabilidad de generar una renovación interna capaz de tomar las riendas del partido y del país en un futuro.
Ante una posible derrota, la oposición tendrá la exigencia de mantener su carácter opositor a través de una figura capaz de mantenerse en el tiempo y generar las condiciones para disputar el poder en el futuro.
Lo que marcan las elecciones de este domingo es que todos los sectores políticos del país tienen la responsabilidad de renovarse ante un país que ya se renovó.