ELECCIONES 2019

La economía de Bolsonaro anticipa el posible Macri 2.0

Balance de la primera semana de gobierno en Brasil. Purga de izquierdistas, los nenes con los nenes y… ¿una base de EE.UU.? ¿El liberalismo radical anticipa el futuro argentino?

La agenda política ultraconservadora, al filo del reglamento, se llevó los principales focos en la primera semana de gestión de Jair Bolsonaro en Brasil. Menos atención se le prestó en la Argentina a los primeros trazos de su agenda económica, la que, si es llevada adelante sin tropiezos, marcará los límites del debate posterior a las elecciones de octubre y, según su resultado, la posible aplicación de medidas igualmente ultraliberales en lo previsional, lo laboral y lo impositivo.

 

SEÑALES DE UN TIEMPO… ¿NUEVO? En efecto, lo político resultó llamativo en el inicio de la gestión del presidente ultraderechista de Brasil. La “limpieza” de izquierdistas (el entrecomillado apunta a la literalidad) ordenada en la administración pública ya da cuenta de cientos de despidos a nivel nacional, que treparían a miles cuando se terminen de sumar dependencias que, según el propio palacio del Planalto están “plagadas” de petistas, como la Cancillería, y algunos estados.

 

El ministro jefe de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni, justificó la movida al afirmar que “es el único modo de aplicar nuestras ideas y proyectos, de hacer lo que la sociedad decidió por mayoría, que es decir basta a las ideas socialistas y comunistas que, por treinta anos, nos llevaron a este caos”.

 

Los despidos no apuntan, al menos en principio, al personal de planta sino a los llamados “cargos de confianza”, esto es a nombramientos políticos que, legalmente, pueden ser revocados. Sin embargo, llama la atención el sesgo de persecución ideológica involucrado en la fundamentación, lo que pondría a la medida en el foco de una posible judicialización si soplaran otros vientos políticos. Además, ¿cómo se determina la ideología de los defenestrados? ¿Será por tener una militancia formal o por revisarles el Twitter? Como sea, la ola ultra tiene tal potencia que la decisión genera, más allá de los sectores afectados, únicamente satisfacción o indiferencia.

 

 

Por otro lado, sorprendió que nada menos que la ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, la pastora evangélica Damares Alves, dijera y repitiera, según consta en un video tomado apenas después de la jura del cargo, que el país vive una “nueva era” en la que “los niños se visten de azul y las niñas, de rosa”.

 

 

 

Una vez desatado cierto revuelo, la funcionaria salió a precisar que lo dicho fue solo una figura para expresar el rechazo oficial a la “ideología de género” y que los chicos podrán usar ropa de cualquier color. Estas son las cosas que hace falta aclarar en el Brasil de hoy.

 

Por último, el propio Bolsonaro dijo en una entrevista emitida el último jueves por el canal SBT, la primera desde su asunción, que está abierta la posibilidad de que se instale en territorio brasileño una base militar estadounidense, algo que podría servir, señaló, como contrapeso a la presencia rusa y china en Venezuela (ver desde el minuto 6:17 del video).

 

 

 

“ES LA ECONOMÍA”. Se verá si el Brasil en el que impera otra vez el “partido militar” impone un cambio climático en la región; todo indica que el mandatario cree solo en ese tipo de cuestiones ambientales. Mientras, trascienden también señales económicas que apuntan con fuerza a la creación de un nuevo sentido común en la región, marcado por nociones de privatización, reducción del Estado y desmonte de derechos laborales como nunca se ha visto en Sudamérica, ni siquiera en los años 90, con la excepción del Chile de Augusto Pinochet.

 

JUEGO DE ESPEJOS: UNO, PRIVATIZACIONES. Para comenzar, el propio jefe de Estado anunció la concesión al sector privado de puertos, aeropuertos y servicios ferroviarios, mientras que versiones sobre la inclusión de la distribución eléctrica en el programa de privatizaciones dispararon más del 20% la cotización de las acciones de Eletrobras.

 

De concretarse, esto último sería una victoria de los Chicago boys del nuevo súper ministro de Economía, Paulo Guedes, por sobre los militares que rodean a Bolsonaro, quienes, al parecer, solo logran mantener dentro de su listado de “activos estratégicos” y, por lo tanto, no privatizables, las actividades de exploración y explotación de Petrobras.

 

En la Argentina, las privatizaciones de los años 1990 tuvieron una extensión mayor que en Brasil, lo que hace que buena parte de lo que allí se pretende transferir hoy a empresas privadas sea una tarea completada hace tiempo en nuestro país.

 

Sin embargo, siempre queda algo por privatizar. En caso de que Mauricio Macri obtenga la reelección este año, ese podría ser el caso de Aerolíneas Argentinas, que por haber sido acaso el mayor ejemplo de privatización fallida, terminó durante el kirchnerismo otra vez en manos del Estado. Los equipos económicos que prepararon el programa del primer gobierno de Macri siempre tuvieron la aerolínea de bandera entre ceja y ceja, pero la conciencia sobre las limitaciones parlamentarias con las que contarían los llevó a patear la pelota para un eventual segundo mandato, intención que hoy parece vislumbrarse en una serie de gestos.

 

DOS, LA REFORMA JUBILATORIA. Bolsonaro decidió avanzar lo antes posible con la reforma previsional. Hay que reconocer que Brasil tiene uno de los regímenes regulatorios más generosos del mundo, sin edades mínimas de retiro, el que queda sujeto a diversos regímenes especiales y a fórmulas que vinculan edad y años de aporte especialmente gravosos para las cajas de los empleados del sector público.

 

Meter mano en esa cuestión es hacerlo en un hormiguero; por caso, buena parte de dicho déficit lo constituyen las cajas de militares y efectivos de seguridad. ¿Hasta qué punto podrá avanzar Guedes contra un sector que es pilar del bolsonarismo? Por lo pronto, en la entrevista con SBT, el mandatario ya aclaró que habrá pragmatismo para privilegiar categorías de trabajadores expuestos a mayores riesgos o a una expectativa de vida más baja.

 

La pelea comenzará el mes que viene, ni bien asuma el nuevo Congreso, y el mercado financiero espera avances en el primer cuatrimestre. Dadas las restricciones políticas y lo sensible del tema, la reforma podría avanzar por tramos. Los factores de poder económico podrían perdonar ese gradualismo, pero no podrían aceptarle al flamante gobierno que no logre ningún avance. En ello, la dupla Guedes-Bolsonaro se juega buena parte de su credibilidad.

 

Pero si en Brasil la pelea pasa por, como mínimo, establecer edades mínimas de retiro, en la Argentina lo que se discutirá, tal como exige el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de su apoyo crediticio, es que las mismas se eleven. Además, las AFJP podrían volver aunque en formato en principio voluntario, con el edulcorante de servir como un seguro complementario de prestaciones que, con el correr de los años, se proyectarán a la baja.

 

El “modelo chileno” de jubilación privada está en crisis hoy en su país de origen, pero también tienta a Guedes. Con todo, habrá que ver en qué momento de la reforma en cuotas el súper ministro puede introducir la cuestión, clave para una baja fuerte del gasto público y una paralela reducción de la presión tributaria para las empresas.

 

TRES, LA REFORMA LABORAL. En la mencionada entrevista con SBT, Bolsonaro dio una notable vuelta de tuerca en su conocida prédica pro empresa en materia laboral. A la idea de que en Brasil los empresarios son víctimas de sus trabajadores, sumó, en tono de advertencia, que para estos, lo más difícil sería terminar como desocupados.

 

Para el presidente, sorprendentemente, en su país “hay un exceso de protección laboral” y las relaciones entre empresarios y trabajadores deberían ser consideradas “como un matrimonio”, en el que la simple voluntad de una de las partes baste para un divorcio sin grandes costos. Se quejó de las restricciones constitucionales que impiden semejante abordaje, pero no se resigna y pretende ir más allá de lo (mucho) ya hecho por Michel Temer en materia de flexibilización y radical permiso para la tercerización de las actividades en las empresas. Para eso, Bolsonaro dejó la puerta abierta a una reforma que dé por tierra con la versión brasileña de la llamada “industria del juicio” simplemente eliminando la Justicia laboral (ver minuto 12 del video).

 

 

 

En la Argentina, Macri, que suele batir el parche sobre los mismos temas, optó, ante el rechazo unánime del sindicalismo, por un reforma laboral “por goteo”, pero la intención es ir mucho más a fondo en un eventual mandato 2.0 desde el próximo 10 de diciembre.

 

¿UN PROYECTO VIABLE? Lo que Bolsonaro busca para Brasil nunca fue intentado en la región, por su alcance, en democracia. Cualquier ejemplo remite, en ese sentido, al Chile de Pinochet. Sin embargo, la coyuntura actual está dada en aquel país por la asunción de un gobierno que, a diferencia de lo que Macri hizo en 2015, nunca escondió sus planes en la campaña y que, incluso, los enmarcó en un planteo de mano dura extrema, con un empoderamiento total para que los efectivos de seguridad usen sus armas y hasta sean condecorados, sin investigaciones de ningún tipo, cada vez que maten a un delincuente presunto. 

 

El voto popular consagró en Brasil esa modalidad de liberalismo económico predemocrático, que, como se dijo, incluye balas para todos, “purgas” ideológicas de alcance aún desconocido e ingreso de las doctrinas evangélicas más duras en las escuelas. El respaldo del “partido militar”, con siete miembros en un gabinete de 22 y con el back up de un vicepresidente como Hamilton Mourão, resulta relevante a esos fines.

 

Sin embargo, el Congreso tendrá mucho para decir y, en él, el Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro, más sus aliados, solo suman, a priori, algo más de 110 diputados (en una cámara de 513) y de 50 senadores (sobre 81).

 

Cuestiones que entrañan reformas constitucionales, como los ítems más importantes de la reforma previsional, requieren mayorías especiales de al menos 308 votos en la primera y 49 en la segunda. Salta a la vista que Diputados sería el principal escollo para el nuevo gobierno.

 

Por eso, en la primera semana de gestión, el oficialista PSL ya decidió acompañar la reelección como titular del cuerpo de Rodrigo Maia, del partido conservador DEM y referente del llamado centrão, esto es la amplia constelación de partidos de centro-derecha y de derecha que suelen actuar como un bloque que reúne más de 200 votos.

 

 

 

¿Habrá finalmente resistencia en el Congreso a los planes de Guedes y Bolsonaro? En principio, esta se limitará más a intereses sectoriales que ideológicos.

 

Mientras, la izquierda se debate en una crisis cada vez mayor tras su reciente derrota en las urnas y la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva no registrará cambios al menos hasta abril, cuando se espera que el Supremo Tribunal Federal vuelva a tratar la constitucionalidad del cumplimiento de penas de cárcel antes de que exista sentencia firme.

 

La Argentina observa, algo sorprendida y consciente del peso de las tendencias que emanan del vecino y del modo en que impactará en sus empresas que el principal socio del país se abarate a través de menores costos laborales e impositivos, efecto, esto último, de un gasto público reducido por la reforma previsional.  

 

Mientras, Bolsonaro trabaja para convertir su ascenso al gobierno en uno al poder y promete avanzar como una topadora para refundar Brasil. De que tenga éxito dependerá, en buena medida, el futuro argentino.

 

Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva, protagonistas de la ola rosa de principios de siglo.

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