Un pleno a Trump y Estados Unidos

“Desde que asumí como presidente, apostamos a una inserción inteligente al mundo”. No fue la única alusión de Macri al respecto en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sin embargo, a pocos minutos de rodar la pelota en la cancha, apareció poca y ninguna referencia acerca de lo que implica tal política. Sí alguna palabra aislada sobre un acercamiento entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico que empalideció versus cualquiera de las tres menciones enfáticas a tres temas centrales para la política exterior de Estados Unidos. Derechos humanos, terrorismo y narcotráfico encarnado en la actual águila bicéfala del mal: Venezuela e Irán. En tal sentido, la jugada de Macri está clara: juega un pleno a Trump y a Estados Unidos como plataforma política y financiera que le permita navegar su último año de gestión con alguna expectativa de reelección.  O, al menos, de terminar el mandato.

 

La vaga referencia a la humildad para aceptar las dificultades y la búsqueda de consensos, no está claro con quién o quiénes, hizo juego con la pantalla del televisor que devolvía a dos de sus pocos acompañantes, Esteban Bullrich y Nicolás Dujovne. En el plano político interno, Macri está solo y se nota mucho. La ausencia total de menciones concretas a eventuales opositores que lo ayudarían a superar semejantes dificultades no hizo más que explicitar esa situación. En ese aspecto, de acuerdo a la partitura macrista, si hubiera alguna luz al final del túnel, ella deberá provenir del Norte y tendrá el rostro y sello de Trump. Por cierto, una jugada de altísimo riesgo y voltaje.

 

En primer término, la elección de Brasil en octubre es lo suficientemente decisiva para que Estados Unidos tome nota sobre su relativa capacidad para influir en el signo del proceso político en América del Sur. Más aún, de no mediar algún atentado brutal como el que sufrió Bolsonaro o alguna otra acción de exclusión desesperada, la elección brasilera consagrará la quinta victoria presidencial petista del siglo XXI, demostrando la persistencia de este ciclo político más allá del encarcelamiento de su principal líder, Lula, y de la reciente destitución de Dilma.

 

 

 

Por otro lado y más grave aún, Trump enfrentará en noviembre próximo una elección de medio término que representa un virtual plebiscito a su mandato y un ocasional impeachment como el que enfrentó Clinton en 1999. Si los demócratas consiguen avanzar en bancas legislativas tanto como lo insinúan las encuestas, es muy posible que los días del excéntrico magnate republicano al frente de la presidencia de Estados Unidos estén contados. Por dos motivos en particular: porque el fiscal que lo persigue, Robert Mueller, tiene fama de ser más inteligente e implacable que aquel que persiguió en su momento a Clinton y, además, porque el equipo de abogados de Trump cotiza mucho más bajo que aquel que en su momento asistió al presidente demócrata.

 

En síntesis, tal estrategia de aislamiento político puede forzar a que Macri tenga que volver a plantear pronto que “sucedieron cosas” que, en realidad, son tan fáciles de anticipar como la navidad el 25 de diciembre o el año nuevo el 1 de enero. O como que el modelo aislacionista de Trump iba a provocar una subida de la tasa de interés que “nos tomó por sorpresa”. En tal sentido, es muy posible que Dios juegue a los dados con el universo de a ratos, pero seguro que no lo hace todo el tiempo. Macri no da señales de registrarlo aún.   

 

Cristian Ritondo y Diego Santilli.
Javier Milei y su hermana Karina.

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