“Todos lo sabían pero nadie actuaba”. “En el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires se naturalizó la corrupción”. Estas dos definiciones del procurador general bonaerense y vidalista, Julio Marcelo Conte Grand, tronaron puertas adentro del gabinete provincial, lo que marcó un tiro por elevación al actual ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, quien durante la gestión del ex gobernador Daniel Scioli, se desempeñó como Asesor General de Gobierno, el órgano de asesoramiento jurídico del Poder Ejecutivo provincial.
Tras la detención del ex juez de Garantías de La Plata César Melazo Conte Grand declaró que en la ciudad de La Plata y en parte de la provincia de Buenos Aires “todos lo sabían pero nadie actuaba”.
Esa primera frase lacerante al interior del Gabinete de María Eugenia Vidal, puso en situación incómoda a Ferrari, ya que fue funcionario de Daniel Scioli en un área sensible de la gestión. Durante la campaña electoral de 2015, se mencionaba al actual Ministro de Justicia provincial como el seguro titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), es decir, el jefe de todos los espías del país.
Las irregularidades de Melazo como juez de Garantías eran moneda corriente en el Departamento Judicial de La Plata. Construyó un poder dentro del propio ámbito de la Justicia con vasos comunicantes en la política, al punto tal que Melazo llegó a sugerir la designación que jefes policiales que operaron en la capital bonaerense.
Ningún gobernador se animó a enfrentar al juez, salvo Felipe Solá, y su ministro de Seguridad, León Carlos Arlslanián, quienes no guardan el mejor de los conceptos de Melazo. Basta con bucear en el archivo periodístico de los años 2002 a 2007.
En una reciente entrevista con el diario La Nación, Conte Grand volvió a posar el foco en el servicio de justicia y sus actores: “En el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires se naturalizó la corrupción”. El jefe de los fiscales habla en presente.
Ferrari es el ministro de la cartera que, entre otras misiones, es de la ser nexo entre los poderes Ejecutivo y Judicial. Si bien no tiene poder de sanción sobre los magistrados, eso no corre al Ministro de su deber de control como funcionario público.
Siempre se mostró como referente judicial por su historia como abogado, fue docente de Derecho en varias universidades (Universidad Católica, Austral, Universidad de Buenos Aires y Monterrey) y estuvo a cargo de la Escuela de Abogacía de Buenos Aires.
Pese a ese perfil, el titular de la cartera de Justicia se mostró reticente ante las convocatorias judiciales. En el año en curso hizo la rabona en el fuero Contencioso Administrativo (donde fue citado junto al ministro de Seguridad Cristian Ritondo –quien también faltó- por el hacinamiento de personas privadas de su libertad en comisarías) y en el fuero Penal, donde fue citado por un juez Correccional en el marco de un habeas corpus por la superpoblación carcelaria en el Servicio Penitenciario Bonaerense.
La irrupción de Ferrari en la política se consumó en el año 2009, cuando fue electo diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en la lista ganadora de Francisco de Narváez. Con la inseguridad como uno de los ejes de campaña, ese espacio denominado “Peronismo federal” aseguraba tener un plan para combatir el delito y mejorar el servicio de justicia.
Vencido su mandato en 2013, asumió como Asesor General de Gobierno en la gestión del kirchnerista Daniel Scioli, a quien había vencido en las urnas en 2009, cuando el ex motonauta fue como candidato testimonial (junto a Sergio Massa y la cantante Nacha Guevara) en la lista que encabezó el ex presidente Néstor Carlos Kirchner.
Ya en funciones bonaerenses, Ferrari nunca hizo declaraciones públicas sobre el funcionamiento de la justicia en suelo bonaerense. Todo un empresario de la política.
Cuando asumió en la gestión de Scioli, el ex motonauta lo presentaba como el nuevo Dalmacio Vélez Sarsfield, en honor a uno de los máximos compiladores del derecho argentino, autor del primero de los Código de Derecho Civil del país. Pero su gestión no dio la altura.
El actual ministro es uno de los funcionarios heredados que Vidal mantiene en su equipo de gestión. En un gobierno nacional de Ceos devenidos en servidores públicos, tal vez las credenciales empresarias de Ferrari cotizaron en alza: hasta su ingreso a la arena política en 2009 fue Director de la sociedad controlante de importantes empresas como Pepsi, Cervecería y Maltería Quilmes y participó del Grupo De Narváez.
En la política bonaerense a nadie se le escapa su nexo con Daniel Angelici, "operador judicial" según denunció Elisa Carrió. Actualmente se desempeña como secretario general de Boca Juniors y es uno de los hombres de mayor confianza del "Tano". Ese nexo, lo ubican en sintonía final con el presidente Mauricio Macri.
En sus incursiones por el interior bonaerense y el Conurbano, Ferrari se muestra como un ministro simpático y accesible. Cambió su discurso confrontativo de 2009, por uno más conciliador y dialoguista, afín al perfil de Cambiemos.
Pero a principios de septiembre de 2018 declaró que por la cantidad de causas que se tramitan, el departamento judicial de Necochea, debería anexarse a otro, para generar un “ahorro”. La respuesta no tardó en llegar. Desde todo el arco político, lo cruzaron en repudio a la idea.
Pese a las críticas y ser un profesional de la política, Ferrari se mantiene a flote.
El escritor y periodista Roberto Arlt, en sus aguafuertes porteñas, describió al “hombre corcho”, aquel que “que nunca se hunde, sean cuales sean los acontecimientos turbios en que está mezclado, es el tipo más interesante de la fauna de los pilletes”. Esa descripción viene a tono con la crónica.