Los principales lineamientos del proyecto de ley de Presupuesto 2019 están en línea con los compromisos asumidos en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No podía ser de otro modo si se pretende que el pacto no caiga prematuramente. Sin embargo, economistas de diferentes tendencias coinciden en que sus metas, como el crecimiento económico del 2% o la inflación del 17%, resultan de imposible cumplimiento y señalan el mejor escenario imaginable para que Mauricio Macri y Cambiemos no deban enfrentar el año electoral en una situación de preocupante debilidad.
Por lo pronto, esos números contrastan con los escenarios de las principales consultoras, cuyas proyecciones a junio apuntan, según el último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), a un 2019 con un rebote de la actividad del 1,6% y un avance de los precios del 20,2%.
Martín Alfie, economista jefe de Radar Consultora, no le pide demasiado al proyecto de Presupuesto. “En líneas generales, los supuestos de un presupuesto son más un ejercicio de consistencia económica que una guía orientativa en sí. Más todavía en este escenario de incertidumbre y en medio de una corrida cambiaria, por lo que es difícil plantear cualquier escenario. Entonces, más que la proyección del Gobierno es algo que traza un determinado escenario, que puede ser discutible pero que tiene que tener lógica en sí mismo en lo que respecta a cómo se van a distribuir las partidas del gasto”, le dijo a Letra P.
Federico Furiase, director de Eco Go, le explicó a este medio que “el 2% de crecimiento se puede alcanzar solo si este año se termina creciendo al 0,5% gracias a una recuperación fuerte en el cuarto trimestre, con un efecto trigo positivo y con margen del Banco Central (BCRA) para bajar las tasas de interés. Eso mejoraría el arrastre estadístico para 2019, lo que debería sumarse al regreso a un crecimiento trimestral por encima del 1%, como venía pasando hasta el primero de este año”.
Ese es el escenario con el que trabaja el Gobierno, que limita la caída al segundo y el tercer trimestre, el mejor de sus mundos posibles para enfrentar la cita en las urnas de octubre -y tal vez de noviembre- del año que viene. El problema para el macrismo es que su concreción es algo imposible de determinar cuando la crisis financiera aún no puede darse por concluida y cuando se desconoce el impacto final que la megadevaluación de mayo y junio tendrá sobre el consumo, la actividad económica y la inflación.
Furiase agrega que “lo que sí luce más exigente es la meta de inflación del 17% cuando hay que partir de un 30-31% este año. Ahí está el desafío para acercarse a esa meta de desinflación, sobre todo cuando hay que seguir corrigiendo precios relativos y con el ruido político de las paritarias del sector público en un año electoral, que para llegar a ese número deberían cerrar bien por debajo de la nominalidad de la economía”.
De acuerdo con Amílcar Collante, economista del Centro de Estudios del Sur (CeSur), en el proyecto oficial “falta el dato de una variable clave, que es el dólar. Según el entendimiento con FMI, deberá flotar”. De hecho, el proyecto no establece un valor estimado promedio para 2019, algo que seguramente recibirá objeciones fuertes en el Congreso cuando llegue el momento de su tratamiento.
“Si nos remitimos a lo que pasó durante la gestión Macri, la tasa de inflación nunca logró quebrar el 20% interanual. En julio de 2017 hizo un mínimo de 21,5%, algo explicado en gran parte por el atraso de tipo de cambio. Hoy la inflación interanual es del 26,3%, de acuerdo con el dato de mayo del IPC-Indec, pero el REM la ubica en 30% y es muy probable que falte todavía una corrección al alza”, agregó Collante en diálogo con este portal.
“Bajar de una inflación mayor al 30% en 2018 a una del 17% en 2019 con un tipo de cambio flotante luce como una tarea casi imposible”, concluyó.
Leandro Ziccarelli, coordinador del Observatorio Monetario-Financiero del CEPA, estimó que “tiendo a pensar que lo armaron para el FMI y que después la mayoría de las cosas van a ser imposibles de cumplir. Lo del dólar libre la verdad que es inédito”.
Ziccarelli explicó su punto. “Si bajan la inflación al 17%, no pueden dejar el dólar libre y viceversa. Además, liberar el dólar en este modelo, en este contexto internacional, es devaluar, y eso a su vez es más inflación”.
“Lo que le falta al Presupuesto es coherencia integral. Las variables por sí solas pueden lograrse, pero cuando las juntas no hay posibilidad, no en este modelo. Y no veo al Gobierno cambiando mucho de modelo en un año de elecciones”, siguió.
Por su parte, el profesor de la Universidad Nacional de Avellaneda Mariano Kestelboim, le dijo a Letra P que “las metas de inflación que el Gobierno trazó desde el comienzo de su gestión fueron absurdas. La de 2019 no llega a esos extremos, pero proponerse pasar de más de un 30% a un 17% también es incumplible”.
“En la Argentina, el principal motor de la inflación es el tipo de cambio, pero en el proyecto de Presupuesto no quisieron asignarle un valor porque era excepcionalmente desprolijo en relación a lo que hasta la corrida preveían para 2019, de alrededor de $20. El segundo motor son las tarifas, que van a seguir al alza pero de un modo más modesto, probablemente al ritmo de 2017. El tercero son las paritarias, que en los años electorales suelen ser menos malas. Y por último está la inercia, por los contratos que se van renovando en base a la inflación pasada y a las expectativas”.
“Con todo eso, la meta del 17% es imposible; de hecho no sería mi proyección. Lo mismo digo del 2% de crecimiento previsto: está muy inflado”, concluyó.
Si el consenso de los economistas es correcto, el Gobierno está apostando sus mejores fichas a un escenario económico de muy difícil cumplimiento. Los votantes y el FMI, los dos actores con capacidad de tirarle la toalla al boxeador, observan.