Un funcionario del gabinete nacional mira en las cuatro pantallas de TV de su despacho el dato del dólar: “¡Cómo bajó!”, se sorprende y agrega: “Estamos más tranquilos así”. Luego de 45 días de inestabilidad cambiaria y política, que derivó en despidos y enroques en el equipo del presidente Mauricio Macri, el tipo de cambio culminó el último día hábil cayendo 50 centavos (hasta $27,76) y más de un peso en la mejor semana económico política del Gobierno en casi dos meses.
Sintetiza la anécdota anterior la lectura que el Ejecutivo le da a los acontecimientos ocurridos desde el despido de Federico Sturzenegger del Banco Central y el ingreso en su lugar del ex ministro de Finanzas Luis “Toto” Caputo; un achatamiento de la crisis, un lapsus en la turbulencia, término que el oficialismo abrazó para describir el proceso devaluatorio que en pocas semanas llevó el dólar desde los $20 a por encima de los $28.
La salida de Sturznegger y el ingreso de Caputo, clave para las expectativas.
Esta semana, feriado en el medio, redundó en buenos resultados para el Gobierno en la faz financiera, un triunfo eufórico pero medido. Un bastón que en el Ejecutivo observan como apoyo para relanzar una economía con más imagen de estabilidad que de catástrofe. Primero fue la firma del acuerdo con el Fondo Monetario (FMI), luego el ascenso a “país emergente” que comunicó Morgan Stanley y, por último, la artillería de Caputo para subastar dólares y lograr aplacar a un mercado que, ante señales volátiles, venía jugando en contra de la paz cambiaria.
“Para eso lo pusimos” a Caputo, confesó a Letra P una fuente de Hacienda. En la cartera que conduce Nicolás Dujovne se congratulan por el apoyo que el ministro coordinador le dio al ex jefe de Finanzas para sacar a Argentina de las nubes de tormenta. Logró, en el corto plazo, lo que se esperaba de él: generar un cambio de imagen y perspectiva en los mercados. Un by pass de confianza que se había perdido con la desgastada gestión de Sturzenegger.
El próximo capítulo de “Toto” en el BCRA será el martes posterior al paro de la CGT del lunes 25. Aparecerá allí el primer comunicado de la entidad monetario vinculado a las tasas de préstamos y Letras.
En el sector bancario, en tanto, la lectura de calma en una semana es la misma que la que hace el Gobierno. “Los depósitos en dólares están estables, no hubo baja y la licitación de U$S100 millones del Central tuvo un promedio de corte de $27,12”, contaron desde una entidad de capital nacional.
El tándem Dujovne-Caputo, el timonel en la crisis cambiaria.
Desde el sector oficial, esperan que esta estabilidad no sea temporaria y permita encarar un proceso de sesgo distinto al actual, en el que la economía real empieza a hacer agua por varios lados. En Hacienda y desde el entorno de Dante Sica, nuevo ministro de la Producción, saben que se vienen meses complejos y que, probablemente, no haya recuperación hasta el último período del año. Pero observan que el cambio de expectativa y el ingreso de dólares financieros vía FMI y recalificación de emergente pueden, en el corto plazo, darle al Estado cobertura como para empezar a acomodar las tasas de interés y regenerar el crédito productivo. Naturalmente, es una herramienta de la política que es casi indispensable para la subsistencia electoral de Cambiemos, en un 2018 en el que la obra pública resignará $30.000 millones sin saber aún el impacto en 2019.
La pata renga del despegue es que en el Gobierno no se ponen de acuerdo en qué hacer con el tema de los precios. Desde algunos sectores le endilgan responsabilidad al secretario de Comercio, Miguel Braun. Son los que piden un mayor gesto del oficialismo para el establishment que remarca aun más allá de las devaluaciones y alzas de costos. Lo cierto que el sector de los alimentos sigue fuera de control: Molinos, que ya había subido más de 20% hace un mes, volvió a aumentar un 12% el lunes. Una muestra de la escasa compasión del rubro para con el presidente Macri. Así, la inflación es el objetivo de mediano plazo, pero también depende del tironeo entre el nuevo ministro de Energía, Javier Iguacel, y el ala de Cambiemos que está dispuesta a sacrificar hasta el proyecto para lograr las metas de reducción del déficit.