Es sabido que el salto del dólar de las últimas semanas, con una parada especialmente densa en la anterior, sumada a los remedios para frenarlo, una suba brusca de la tasa de interés y recortes del gasto suponen un combo amargo para el Gobierno, que verá en los próximos meses una inflación mayor que la que esperaba y un enfriamiento de la actividad que directamente no estaba en sus planes. Pero algo más se le ha complicado, nada menos que su principal apuesta a dinamizar la obra pública sin abultar el gasto en el 2019 electoral: el programa de Participación Público-Privada. Así lo reconoció en dialogo con Letra P el vicepresidente primero de la Cámara Argentina de la Construcción, Juan Chediack.
Esto no se debe específicamente a la corrida cambiaria sino a un aspecto asociado a ella: la retirada de los capitales especulativos extranjeros, que, ante el aumento de las tasas en Estados Unidos, emprenden el “vuelo a la calidad” y abandonan los mercados emergentes. Al liquidar parte de sus tenencias de títulos públicos, hacen que baje su precio y, en paralelo, que crezca el llamado “riesgo país”.
Con niveles de riesgo del orden de los 450 puntos básicos como los actuales, muy superiores a los de otros países de la región a causa tanto de la “herencia recibida” como a los rezagos del plan económico del propio Gobierno de Mauricio Macri, el mercado internacional prácticamente se cierra para la colocación de deuda soberana y también para las de las empresas. Este es el problema del programa PPP, que no es otra cosa que la concesión de obra pública a empresas privadas, las que deben hacerse cargo de su financiamiento a cambio de títulos públicos que el Estado les debe entregar. El esquema no abulta el gasto primario y permite disimular los problemas de las cuentas nacionales, pero cede (otra vez) la jurisdicción nacional para dirimir garantías con las empresas y en el largo plazo no es otra cosa que la asunción de (más) deuda pública por otros medios.
Chediack le dijo a Letra P que “las condiciones financieras al momento de elaborar las ofertas, dos semanas atrás, son distintas a las de hoy”. Sin embargo, puso calma al indicar que “es un poco prematuro decir cómo eso va a influir. Además, hay que tener en cuenta que el proceso recién se inicia con la apertura de los sobres, porque es recién en ese momento que el grupo que gana un contrato sale al mundo a buscar la financiación”.
Chediack sabe de lo que habla porque, además de su rol institucional, presentó con su constructora José J. Chediack SA ofertas en cinco de los seis corredores viales ofrecidos por el Gobierno, en asociación con el grupo Roggio. Ahora está a la espera de los resultados y, claro, de que el entorno financiero mejore.
Lo que consta en las ofertas son proyecciones financieras, porque no puede existir un fondeo concretado hasta que un grupo no se haga oficialmente con un contrato.
“Tenemos advisors financieros locales, que son los principales bancos nacionales o nacionales de capital extranjero, e internacionales, entre los que se cuentan los más importantes del mundo, como Morgan Stanley, Merrill Lynch y otros. Estos garantizan una pequeña parte del flujo, para empezar, y realizan la gestión ante la emisión de bonos”, continuó Chediack.
La situación es compleja, porque, siguió el vicepresidente de la Camarco “se trata de proyectos a muy largo plazo, quince años, y el problema es que hay un período desde la presentación de la oferta hasta que se cierra la financiación en el que el riesgo de cambio de tasa no tiene garantía. El modelo hace que cuando uno cierra la financiación, el Gobierno emite un bono por la totalidad de la inversión, como garantía; en ese momento se cierra el problema. Pero ahora estamos en el momento de ese gap”, detalló.
“Las ofertas se presentan con una garantía de 15 millones de dólares. Si se gana un tramo, hay que presentar otras tres garantías, por la construcción, por el mantenimiento y por el cierre financiero. Se trata de garantías cuantiosas”, completó.
Consultado por Letra P, el economista José Siaba Serrate estimó que en las actuales condiciones, “Lo razonable es que el esquema entre en un compás de espera hasta que aclare”.
Otro especialista, Germán Fermo, director del MBA de la UCEMA, señaló también consultado por este medio, que el programa PPP “se complica un poco más”. “El mayor costo del capital es un problema nuevo, en el que el Gobierno se metió solo y del que saldrá si se torna más agresivo fiscalmente”. Lo anunciado por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, esto es la aceleración del ajuste, pasando de un déficit fiscal previsto del 3,2% en el año a uno del 2,7% “en mi opinión es insuficiente, porque sirve para calmar la locura de la semana pasada pero no para reencaminar el mediano plazo”, agregó.
Pablo Castagna, director de Portfolio Personal, indicó, por su parte, que “el programa PPP se torna complicado con tasas altas, porque los números de los desarrolladores son diferentes de los que evaluaron dos semanas atrás”.
Mariano Kestelboim, de profesor de Economía en la Universidad Nacional de Avellaneda, le dijo a Letra P que “la volatilidad, la incertidumbre y el desconcierto que hay impactan muy negativamente en el funcionamiento de cualquier negocio. El fuerte aumento de las tasas de interés hace que cualquier actividad productiva pierda atractivo y que se posterguen decisiones de consumo y de inversión”.
El Gobierno parece dar el primer paso, con su intento de controlar una disparada del tipo de cambio, explicó Castagna, pero “el segundo es que bajen las tasas de interés antes de que afecten las variables macro”.
Esto tiende a complicar más, aunque de modo secundario, el esquema de negocio de los PPP.
Según Chediack, “la financiación interna va a existir pero va a ser poca, porque se trata de inversiones muy cuantiosas. El problema, que es muy grave, es que el mercado interno tiene muy poca profundidad. Por ejemplo, Colombia, que va por su cuarta generación de PPP, los bancos locales ya salen a financiar en moneda local, pero nosotros vamos la primera”.
A lo largo del año pasado, el Gobierno avanzó con la puesta a punto del marco jurídico del programa PPP, algo que se plasmó en febrero último a través de un decreto publicado en el Boletín Oficial. En base a esa arquitectura, la Casa Rosada soñó con el lanzamiento del programa de infraestructura más grande de la historia, cuyo primer paso fue el inicio, el 24 de abril último, del proceso licitatorio para la realización de 3.353 kilómetros de obras viales. Ese puntapié inicial, dado por el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, compromete inversiones por 6.000 millones de dólares en seis corredores que quedarán en concesión por 15 años.
La idea es que el plan tome velocidad y se transforme en la gran apuesta a la obra pública del 2019 electoral. Pero eso, como tantas otras cosas, queda entre paréntesis en esta coyuntura compleja.
Cuando la economía se llena de preguntas, la política nunca queda al margen.