"Argentina no está condenada al éxito ni al fracaso; depende de lo que hagamos nosotros". Con esa frase que refuta y reversiona un axioma duhaldista y otras con tono de discurso motivacional, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, descargó un camión de optimismo PRO sobre el Círculo Rojo reunido este miércoles para escucharla en el ciclo de charlas que organiza el Rotary de Buenos Aires.
No obstante, sorprendió con un diagnóstico nacido de la sinceridad brutal.
Frente a la crema empresaria, la mandataria puso la cara por el presidente Mauricio Macri en un día bravo para el jefe de Estado y criticó la ley anti tarifazo que la oposición, en simultáneo, empujaba en el Senado.
Además, bancó fuerte la política de gradualismo que la administración nacional sepultará por pedido del FMI.
En la misma línea, intentó bajar expectativas sobre el proceso de reducción de la inflación, que se encamina a comerse la meta del 15% en el primer semestre.
Frente a CEOs que no disimulan su debilidad por la segunda estrella macrista, Vidal no pudo con la tentación de la pesada herencia.
Y activó el matafuegos para llevar tranquilidad sobre el escenario post "turbulencias" financieras apelando a la receta tan Cambiemos de la meritocracia, que ella supo reivindicar en el inicio de su gestión.
NOTA EN DESARROLLO.