¿Dónde está el piloto?

Frente a intervenciones quirúrgicas de determinada complejidad, suele actuar un equipo de profesionales que llevan adelante la tarea. Generalmente primero se le informa al paciente qué es lo que padece, qué se piensa hacer y cuál es el resultado buscado. El equipo es integrado por cirujanos, anestesistas y asistentes. 

 

Como corresponde, antes de comenzar se programa la operación y se intenta prever las complicaciones que pueden surgir en el proceso. Comenzada la intervención, no siempre las cosas salen como se planearon y puede surgir alguna complicación. Cuando ocurren esos momentos difíciles, en cuestión de minutos o de segundos, los médicos deciden qué problemas deben solucionar primero. Puede ocurrir, si las complicaciones son varias, que no todos estén de acuerdo en qué atender primero. De ser así, quien dirige la intervención toma la decisión y todos se ponen a trabajar en el camino marcado. Es imposible imaginar que el anestesista decida hacer una cosa, el médico general otra y el especialista otra totalmente distinta. Si no trabajan en equipo, bajo la dirección y coordinación de uno de ellos, el paciente puede morir.

 

A nivel nacional, ¿quién maneja la economía? ¿Quién decide qué camino tomar? Trabajar en equipo está muy bien y que existan diferencias es habitual, ¿pero quién unifica los criterios y toma la responsabilidad de las medidas?

 

El Presidente elige con qué equipo desea trabajar, le da las herramientas y establece los lineamientos generales, pero luego tiene que delegar en ellos la aplicación de las políticas.

 

El presidente nunca quiso un ministro de Economía fuerte. No sabemos si es por inseguridades propias o porque es su forma de gestionar. A cambio, creó un gabinete económico cuyos integrantes mostraron más de una vez que van por caminos distintos. Un ejemplo fue cuando Alfonso Prat-Gay salió a decir que se habían terminado por ese año los aumentos de tarifas y a los 15 días Juan José Aranguren anunció un incremento para el mes siguiente.

 

Hoy sucede algo similar. Mientras algunos ministros del gabinete económico dicen que solo restan dos ajustes de tarifas, otros señalan que los mismos terminarán recién dentro de dos años.

 

La economía necesita reglas de juego claras y se debe ofrecer certidumbre sobre el camino a seguir. No se puede establecer una meta de inflación que a los dos meses de iniciado el año ya todos la dan como incumplible (incluso el propio Gobierno).

 

 

El método de prueba y error en economía sale muy caro; venimos de días que han sido un ejemplo claro. Se gravó a los no residentes con impuestos sobre las Lebac creyendo que eso no tendría ningún impacto. Se obligó al Banco Central a bajar las tasas, sin que estén dadas las condiciones, en diciembre del año pasado y terminamos con una corrida sobre el peso que le costó al BCRA más de 4.000 millones de dólares y una suba de tasas de entre 300 y 500 puntos básicos.

 

Esos son errores propios, no son atribuibles ni a la herencia recibida ni al contexto internacional. Argentina está en una situación delicada, necesita de alguien que trace claramente un rumbo, tome las decisiones y se responsabilice por las mismas.

 

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