La confirmación del economista de Chicago Paulo Guedes como futuro superministro de una cartera que concentrará las de Hacienda, Planeamiento e Industria y Comercio Exterior expone la toma de partido del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, por el ala más liberal de su equipo de asesores y, con eso, del proyecto económico del mercado financiero y del sector más concentrado de la industria paulista. Sin embargo, otros segmentos manufactureros, de diversos sectores y del resto de los estados, observan con preocupación los primeros pasos de la nueva era política y ya plantean un foco de resistencia a aquella decisión y a la minimización del Mercosur que supone. Una minimización, por otra parte, a la que el gobierno argentino parece resignarse sin reparar en el espacio que esas internas le abren para encontrar condiciones más favorables para el país cuando la discusión llegue a las mesas de los diplomáticos.
Guedes fue oficializado el martes como el hombre clave del gabinete que asumirá junto al ultraderechista el próximo 1 de enero y no tardó ni un minuto en trabarse en una disputa pública por espacios de poder con quien será en lo formal su superior jerárquico: el próximo ministro jefe de la Casa Civil (jefe de gabinete) Onyx Lorenzoni. El primer round fue por la reforma previsional, que Guedes, a diferencia de aquel, pretende apurar para este mismo año, antes de que asuma el nuevo Congreso en febrero próximo, pero que puede chocar con los intereses de las fuerzas armadas y policiales, cuyas regímenes jubilatorios especiales explican casi un tercio del déficit fiscal proyectado.
Paulo Guedes y Onyx Lorenzoni.
La conformación de ese superministerio alarmó a la Confederación Nacional de la Industria (CNI), que hizo llegar su preocupación a Bolsonaro. Este, entonces, dijo haber entendido la queja y prometió dar marcha atrás, de modo de no degradar la cartera de Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Servicios. Sin embargo, Guedes insistió en la necesidad de reducir los 29 ministerios actuales a cerca de la mitad y el voluble presidente volvió a cambiar de idea.
La reacción de la CNI fue volcánica. “Teniendo en cuenta la importancia del sector industrial para Brasil, ya que es responsable del 21% del PBI nacional y de la recaudación del 32% de los impuestos federales, necesitamos un ministerio con un papel específico, que no quede atado al de Hacienda, más preocupado por recaudar impuestos y administrar las cuentas públicas”, dijo un comunicado firmado por el presidente de la entidad, Robson Braga de Andrade.
Después de señalar que el sector genera cerca de diez millones de empleos y el 51% das exportaciones, le recuerda a Bolsonaro que “ninguna economía grande del mundo resigna tener un ministerio responsable de la industria y el comercio exterior fuerte y activo”.
Los Estados Unidos de Donald Trump, tan admirado por Bolsonaro, “que son tenidos como referencia de liberalismo económico, emprenden una política industrial amplia y consistente, con un Departamento de Comercio que fue reforzado (…) justamente para cumplir con esa función” justamente por el republicano.
Pero lo anterior hace a lo formal. Lo central es la pelea por la aparente decisión de Bolsonaro y Guedes de perforar el arancel externo común del Mercosur, esto es su esencia como mercado común, permitiendo que sus miembros negocien individualmente acuerdos de libre comercio.
La presunción se hizo certeza después de las declaraciones en las que Guedes dijo que “la Argentina no es prioridad; el Mercosur tampoco es prioridad”. El pedido de disculpas posterior del superministro apuntó más a las formas que a una revisión de esa concepción, por lo que la CNI también puso el grito en el cielo con otro comunicado.
“La Confederación Nacional de la Industria defiende la importancia del Mercosur para el comercio exterior brasileño y la continuidad de la agenda de profundización de la integración regional”, define.
“En la propuesta ‘Acuerdos Comerciales: las prioridades”, entregada a los presidenciables en el período electoral, la CNI apoya la revitalización de la agenda económica del Mercosur. Esa agenda necesita ser trabajada en cuatro áreas fundamentales: estabilidad macroeconómica; libre circulación e integración intrabloque (…); política comercial frente a terceros y agenda externa de acuerdos; e institucionalidad del bloque”, continúa el texto. Nada de flexibilización ni jibarización: más integración como mercado común y negociaciones comerciales como bloque, sin atajos bilaterales.
“En la evaluación de la CNI, Brasil precisa fortalecer su posición en los mercados del Mercosur. Argentina y Uruguay, por ejemplo, son grandes socios de Brasil. Argentina, en particular, es uno de los mercados más importantes para las exportaciones e inversiones brasileñas en el exterior, en especial para las pequeñas y medianas empresas”, dijo la CNI, ensayando una defensa de la relación con nuestro país que fue mucho más allá de ni siquiera ensayada por el gobierno de Mauricio Macri.
Y, acaso la misma mano inteligente que le notó a Bolsonaro su desviación respecto de lo que hace su modelo estadounidense, apuntó a uno de los nudos del credo presidencial: “Si el gobierno brasileño no diera prioridad al Mercosur, o todavía peor, si se redujera el Arancel Externo Común de forma unilateral, el único ganador será China, que ya viene tomando el mercado brasileño en toda América del Sur”. Cabe recordar que al excluir, de modo sorprendente a Petrobras y Eletrobras del programa de privatizaciones por ser “activos estratégicos”, el mandatario electo se justificó diciendo que China “se está comprando todo Brasil”.
Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil.
En defensa de sus intereses, la CNI busca tocar la cuerda nacionalista que le queda aún al ala militar que rodea al electo, la que parece usar como correa de transmisión a Lorenzoni en oposición a Guedes. Convendrá seguir de cerca esa interna, que irá mostrando las relaciones de poder al interior del bolsonarismo y, con ello, el rumbo de su administración.
Guedes, en efecto, expresa al sector financiero y a la gran industria de San Pablo, la más concentrada y madura para competir en el mercado global. Pero la entidad que la representa, la FIESP, por muy importante que sea, es solo una de las 27 federaciones presentes en aquella. El resto, algunas también poderosas, más aun como coalición, se revuelven ante la idea de un Mercosur bonsái, que haga, por caso, de Argentina y socio más entre muchos otros para Brasil. Si Brasil se desata las manos, también lo hará la Argentina, temen, cerrando desgravaciones arancelarias con numerosos países y quitando a cientos de empresas grandes, medianas y chicas la preferencia arancelaria que hoy disfrutan.
El gobierno de Macri debería tomar nota de esas tensiones entre sectores y la futura administración del vecino, que tiene un correlato llamativo dentro del propio entorno del mandatario. Si no cae en la cuenta, podría entregarse a un desarme desordenado del Mercosur que, en paralelo a las advertencias de la CNI, también podría beneficiar en el mercado vecino a empresas de otros países en detrimento de las nacionales.