Para el Gobierno, la campaña electoral de octubre arrancó con el #1A
Calculan que las manifestaciones del sábado sumaron un millón de personas en todo el país y "no todos fueron votantes propios". La oportunidad de "no perder el envión" y los guiños a la clase media.
Aunque tuvo que resolver una polémica interna por la adjetivación del choripán, el presidente Mauricio Macri transita horas de entusiasmo desde la noche del sábado. En los escritorios de los ministros de su Gabinete circulan cifras y lecturas sobre la génesis y el impacto de la marcha de apoyo a su gestión. Por la tarde de este lunes, para algunos funcionarios de la Casa Rosada consultados por Letra P, la convocatoria general del 1A "llegó al millón de personas". Un total presuntamente resultante de las marchas de Plaza de Mayo y del interior del país, incluyendo "unas 300.000 personas" movilizadas en la Provincia de Buenos Aires, desde La Plata y el Conurbano hasta las localidades más alejadas.
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Fieles a las encuestas y a los "trackeos" febriles en vísperas de elecciones, en el Gobierno interpretan a las movilizaciones del 1A como un muestreo de las adhesiones previas a los comicios de medio término de octubre. El 1A ¿es un techo o un piso de la convocatoria movilizada de Cambiemos?, preguntó este lunes Letra P entre los pasillos de la Casa Rosada. Las lecturas son dispares, pero las fuentes coinciden en que "existe un eje muy institucional que tiene que ver con la defensa de la democracia y el respeto al voto", que "marca limitaciones, pero también posibilidades". En la Rosada no niegan que los grandes protagonistas del sábado pasado fueron los votantes de Macri, pero "en un 85%, porque los otros son votantes del massismo, de Margarita Stolbizer e incluso de Lilita Carrió, que se sumó a la calle por la cuestión institucional", graficó uno de los voceros entusiasmados que arrancaron la semana con otro ánimo, luego de un marzo atravesado por seis masivas movilizaciones contra el Gobierno y un paro docente que está a un paso de cumplir el mes. Con otro humor, los voceros oficiales consideran que ese abanico de opiniones políticas que habría protagonizado el 1A, se movilizó para defender a Macri y alimentar la polarización con la oposición: una tensión creciente, donde no existiría lugar para los adherentes del Frente Renovador, liderado por Sergio Massa, el mismo que este lunes cuestionó al Gobierno por capitalizar la marcha.
El denominador común del público que participó del 1A "es claramente anti K, no son todos de Cambiemos, pero una gran parte, y la gran mayoría no quiere volver al pasado", interpreta otro piloto de tormentas comunicacionales, que habita en el Palacio de Hacienda, mientras admite "la diferencia de clima que se respira en el Gobierno, en comparación con la semana pasada". Dentro de Balcarce 50 insisten con despegarse de la organización de la marcha, aunque el resultado "exitoso" de la convocatoria dirimió una añeja interna sobre ocupar o no la calle. "Somos muy malos en eso, y si hubiera convocado el PRO hubiera ido menos gente", aseguró una fuente vinculada con el ministerio del Interior para sostener la versión oficial. Sin embargo, el trabajo en las redes sociales estuvo vinculado a los grupos de agitación virtual del macrismo, enquistados dentro del Estado. Algunos de ellos suman varias campañas del PRO en la Ciudad de Buenos Aires y se encargaban de hacer parte de la intervención pública, y no pública, en las redes sociales, desde las oficinas del PRO en la Legislatura Porteña.
Pero dentro de la Casa Rosada el tema central de este lunes no fue dimensionar la convocatoria, sino cómo capitalizarla. "No va a cambiar la estrategia de comunicación, pero hay que tener claro que la campaña arrancó el sábado, con nuestros votantes en la calle y ahora la pelota está en nuestra cancha, tenemos que ver cómo jugarla para no perder la iniciativa", contestó un vocero afecto las metáforas futboleras y asiduo asistente a los picaditos que organiza el Presidente en Olivos.
El muestreo callejero del 1A arrojó un dato central para el Gobierno: todavía hay una chance para evitar la estampida de votantes de Cambiemos de clase media urbana, el segmento que más votó a Macri y uno de los más afectados por su política económica. En las geografías estadísticas que los funcionarios de Cambiemos suelen navegar para polemizar con la oposición sobre el estancamiento de la economía, un tema delicado es el desencanto creciente sobre el núcleo de votantes propios. Una variable que no ha dejado de empeorar desde el comienzo del año por el deterioro de la economía y por escándalos autopropiciados como el que protagonizó el Presidente por la deuda de su padre Franco con el Estado por la fallida privatización del Correo.
Faltan siete meses para las elecciones donde el oficialismo buscará revalidar los títulos y en el Gobierno evalúan que las marchas del sábado "abren una ventana" para "no perder el envión" y retomar la agenda en medio de un nivel de conflictividad que el próximo jueves registrará el primer paro nacional contra Macri. El "respiro" que disfrutará el Presidente incluyó una corrección semántica, especialmente decidida para limar los bordes más espinosos de la polarización que Cambiemos buscará capitalizar. Luego de celebrar la ausencia de "choripanes" y colectivos en la manifestación del 1A, este lunes Macri se desdijo y dijo que "es lo más rico que tenemos y se lo damos a los que llegan a la Argentina". Cauterizado el error, el paso siguiente fue antagonizar con los sindicatos que protagonizarán el paro nacional del jueves que viene, e incluirlos en la mención que hizo sobre las "mafias" que pretende combatir con su política contra la corrupción. Los gremios, para el discurso presidencial, son sólo una parte de quienes buscan desestabilizarlo, una definición que el Ejecutivo redoblará de ahora en más, mientras dure el "paraguas" del 1A.
"La polarización es un hecho y quizás se terminó de blanquear el sábado", contestó otra fuente oficial dentro de una oficina donde se preparan para incrementar los anuncios orientados a la clase media urbana, con el fin de evitar un divorcio irreversible. La batería de medidas incluirá una agenda casi diaria de anuncios, como el "Acuerdo Federal de la Construcción", que presentó Macri este lunes con el fin edificar "100.000 viviendas" en todo el país. El próximo anuncio oficial vinculado a la vivienda será el ingreso de los bancos públicos a la oferta de créditos hipotecarios a 30 años que ya lanzó el Gobierno. "El impacto de las tarifas planificadas van a ser menores", vaticinaron desde otra oficina oficial para confirmar que buena parte de los gestos estarán orientados a contener el deterioro del bolsillo, especialmente de una base social que ha comenzado a mirarlos de reojo antes de lo previsible.