OLAVARRÍA (Enviados) Desde La Plata, sin emitir ella un solo sonido, la gobernadora María Eugenia Vidal le envió al intendente de esta ciudad, Ezequiel Galli, señales diversas –encontradas, quizá- que redondean un mensaje entre líneas: la jefa política del alcalde no lo empujará al vacío de la destitución, pero no hará nada para aliviar el costo político que deberá pagar, sea cual fuere.
A las tres de la mañana del domingo, en medio de la psicosis por la difusión de la muerte de dos fans en el recital del Indio Solari, el joven jefe comunal de la alianza Cambiemos sonaba desesperado al otro lado de la línea que enlazaba esta ciudad con Buenos Aires. Así lo escuchó el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, el primer funcionario provincial con el que habló el alcalde en el brote de la crisis.
La instrucción fue precisa: “No te escondas; salí y explicá todo”.
El domingo a última hora, llegó el primer refuerzo: el ministro de Gobierno, Joaquín de la Torre –el bombero que tiene Vidal para apagar incendios en el interior-, llegó a esta ciudad para coordinar las acciones destinadas a expulsar el conflicto evacuando a los cientos de jóvenes que habían asistido al recital y habían quedado varados, abandonados por los micros alquilados que desertaron de la zona del predio cuando la salida se tornó caótica.
Fuentes de la Gobernación aseguran que no fue idea de los funcionarios provinciales sacar a la gente parada y apretada en las cajas de camiones municipales, un operativo grotesco que irritó a los presuntos beneficiarios y los enfrentó a una situación de tensión con agentes de Infantería apostados, por ejemplo, en el municipio vecino de Azul. Los informantes aseguran que Ritondo vio las escenas por televisión, inmediatamente ordenó abortar el procedimiento. En el mediodía de domingo, agentes de la Bonaerense viajaban desde distritos cercanos para reforzar la seguridad. De todos modos, no fue una guardia amable con las víctimas del caos: con equipamiento antimotines, se plantaron más para reprimir que para asistir.
Este lunes, el ánimo de los fans que seguían varados en esta ciudad –en un número difícil de determinar en la Terminal de ómnibus y cerca de 200 en un destacamento del Ejército- llegaba sus picos de tensión, según pudo comprobar Letra P a partir de distintos testimonios recogidos en las calles. Llevaban un día y medio sin más asistencia que agua y comida insuficiente. El episodio del tren que había partido a la madrugada sólo con quienes habían conseguido pasajes y con cientos de rezagados impedidos de subirse al convoy por un cordón policial también hostil había dejado secuelas en el humor cada vez más sensible de los visitantes que no podían regresar a sus lugares de origen.
La Gobernación intentó resolver la crisis con el envío de ómnibus que fueron, lentamente en el curso de este lunes, aliviando la crisis.
Pero a las seis de la tarde, después de reunirse con la fiscal que investiga la muerte de los dos fans, Susana Alonso, Ritondo se plantó frente a las cámaras y marcó claramente las responsabilidades de Galli: “Quien habilita cada uno de estos eventos masivos es la intendencia”, dijo y reforzó: “Ni el Estado ni privados pueden vender alcohol dentro del lugar ni a 200 metros del show hasta una hora antes ni una hora después. Eso lo fiscaliza el municipio”.
Un dato al que accedió Letra P: la productora del espectáculo se comprometió, por escrito, a permitir el ingreso al predio La Colmena de sólo 155 mil personas. Se estima que entraron unas 300 mil. Galli dijo, en sus dos únicas apariciones públicas posteriores al recital, que la culpa es de los organizadores, a los que acusó de vender 325 mil boletos. El mensaje de la Gobernación fue otro: el intendente no puede hacerse el distraído frente a semejante desborde.
En la Gobernación niegan que el poder central de la Provincia le haya soltado la mano al ex miembro del grupo de "jóvenes sin pasado" del PRO. Todo lo contrario: sostienen que la presencia de los ministros es una señal inequívoca de respaldo. Sin embargo, la conferencia de prensa de Ritondo dejó una lectura bastante unánime entre dirigentes políticos y periodistas que cubren la crisis en esta ciudad: si no quería despegarse, Vidal no tenía necesidad de mandar a tan importante vocero a decir lo que dijo. Ejemplo: un importante referente político de la región le dijo a este portal cuando caía la noche que estaba desorientado. “No entiendo nada, porque primero nos pidieron que lo bancásemos y ahora o veo a Cristian por televisión mandándolo abajo del camión”, graficó.
Los voceros del Gobierno aseguran, también, que las máximas autoridades provinciales no consideran que Galli deba dar un paso al costado. Aunque tampoco harán un movimiento de más en favor de evitar que pague el costo político que resulte de la dinámica del escenario local, que ya se mueve: como se informa por separado, los concejales de la oposición, que son amplia mayoría (sólo cinco de veinte responden al intendente) se reunirán este martes, bien temprano, para empezar a definir el destino del alcalde. Son, en general, muy prudentes, pero saben que tienen “la destitución servida en bandeja”.