“Tenía 22 años. No era militante mapuche, pero estaba en Villa Mascardi para acompañar a algunos familiares en la comunidad desalojada. Participaba en actividades solidarias y comunitarias, y hacía changas para aportar a la casa”, dice el portal En estos días de Rafael Nahuel, el joven muerto en Bariloche por una bala de plomo en la represión de Prefectura, una de las cuatro fuerzas federales que dependen de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, también responsable de Gendarmería Nacional, la policía de fronteras que persiguió a Santiago Maldonado en Chubut.
El sitio web asegura que “Rafael no era militante mapuche” y que sí lo era “la rama paterna de su familia”. “Su tía, María Nahuel, fue una de las detenidas durante el desalojo del jueves”, señala.
Citando referentes de organizaciones que compartieron actividades con él, En estos días aúnta que Rafael “vivía en una casa y una familia muy vulnerada, con muchos problemas”.
“Flaco, hermano del medio, laburador, Rafael participaba del proyecto Semillero del Colectivo Al Margen, donde aprendía el oficio de carpintería, luego del almuerzo y el fulbito diario. Este año había comenzado a participar de esa actividad, y con la misma organización conoció el distante Cerro Catedral, bajo el programa Esquí Social”, indica la crónica.
“Hacía changas con todo lo que había aprendido”, señala al portal barilochense Alejandro Palmas, referente de Al Margen.
Rafael aprendía carpintería en busca de un oficio que le diera chances de trabajo.
“Es un pibe re de barrio, changueaba como podía para ayudar a la familia”, recuerda Alejandro mezclando los tiempos presente y pasado.
“Iba a ir un rato al campo, le dijo a la familia, a acompañar a algunos familiares y amigos. No era militante mapuche, pero tenía clara la lucha territorial que se estaba dando. Cada tanto participaba de algunas ceremonias”, rememora.
Rafael, agrega el sitio web, “mientras caminaba por esas calles de tierra, levantaba todos los fierros que encontraba, para hacer algún chulengo o parrilla”.
“Era muy buen soldador”, aporta, en tanto, Fernando Fernández Herrero, referente del San José Obrero, una fundación que trabaja en la integración de los chicos de la zona.
En estos días cuenta que en 2011 Rafael se acercó a la experiencia popular denominada Alto Construcciones -que luego derivó en el San José Obrero-, un espacio para el aprendizaje de oficio, la contención y la búsqueda de una salida laboral para los jóvenes de los barrios más vulnerados de Bariloche. Con sólo 15 años, participaba de un grupo de la capilla del Nahuelo Hue y desde allí llegó al proyecto Alto Construcciones.
Fernández Herrero le dice Rafita, cuenta la nota. “Era muy flaquito Rafita”, dice. “Era el típico pibe de familia muy golpeada que anda por la calle solo y que se las arregla como puede. Muy buen pibe”, resume y suma a Rafael a la larga lista de jóvenes, pobres y del Alto, que murieron en los últimos años en distintas circunstancias, pero remarca, siempre “jóvenes, pobres y del Alto”.