El rompecabezas del peronismo porteño tuvo este jueves un nuevo capítulo cuando la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner reunió en Río Gallegos a los principales dirigentes del kirchnerismo de la Ciudad de Buenos Aires.
El escenario de la reunión, que se extendió entre las 4 y las 7 de la tarde, fueron las oficinas de CFK en la capital santacruceña.
Ahí, la ex mandataria y su hijo Máximo recibieron a las principales figuras del kirchnerismo capitalino, con quienes trazaron un diagnóstico sobre el distrito y los desafíos para el año electoral en curso.
En la práctica, el encuentro resultó una iniciativa ordenadora entre los dos principales reagrupamientos en los que este año confluyeron los seguidores de Cristina, con el presidente del partido, Víctor Santa María, por un lado, y La Cámpora por el otro.
Daniel Filmus y Eduardo Valdés, por el primer espacio, y Juan Cabandié, Mariano Recalde, Gabriela Cerruti y Victoria Montenegro, por el segundo. Uno de los ausentes fue el presidente del bloque de legisladores del Frente para la Victoria, Carlos Tomada, que por estas horas se espera que sea dado de alta luego de un problema respiratorio.
"Cristina expresó que, sin perder la esencia ni la identidad política, hay que convocar con amplitud y pluralidad a un espacio político que sume más de lo que hoy tenemos" señaló a Letra P Santa María, que, además, aseguró que la ex presidenta no considera que en la Capital Federal el armado impulsado por el kirchnerismo en los últimos años sea "la fuerza en la que naturalmente se van a identificar los que no se identifican con Macri".
"Nos dijo que construir en amplitud es una necesidad de nuestra fuerza, no solo una posición política", expresó el presidente del Partido Justicialista metropolitano, que reconoció que en esa estrategia de ampliar hay matices entre los diferentes espacios.
La realidad es que en los últimos meses el sector de Santa María viene tendiendo puentes con peronistas que se distanciaron de Cristina, como Alberto Fernández y Héctor Daer, ambos integrantes del Frente Renovador, pero también da señales hacia la centro izquierda con reuniones más o menos públicas con el dirigente de La Alameda, Gustavo Vera, y con el movimiento Patria Libre.
La intención de este espacio es cerrar un gran frente que abarque a todos estos sectores.
En contraste, La Cámpora, que a nivel nacional y local se encuentra en un proceso de debate interno que puede llegar a modificar la actual conducción, se dedicó a contener a "los propios", consolidando el núcleo kirchnerista, aunque sin tomar partida sobre cuáles serán el marco de amplitud tolerado.
"La reunión (en Río Gallegos) no significa que se haya saldado la discusión ni que hayamos acordado la unidad", dijo otro de los asistentes, que, además, aseguró que "no se habló de listas ni de armado electoral".
CFK CONDUCCIÓN. Como sea, Cristina, al reunir a las principales figuras porteñas, entre las que persisten diferencias y desconfianzas, emite un gesto que vuelve a ponerla en el timón de los armados políticos para el año electoral.
Cuesta creer, sin embargo, que no se haya abordado este tema cuando, a excepción del actual titular del PJ, todos los asistentes tienen aspiraciones electorales, tanto para renovar bancas como para entrar a la Legislatura o el Congreso.
A saber, este año se vence el mandato de diputado nacional Juan Cabandié, que hasta 2015 fue un nombre repetido en las boletas de la ciudad. Al mismo tiempo, Filmus y Valdés, ambos hoy diputados ante el Parlasur, podrían ser parte de las figuras que promueva Santa María, mientras que Montenegro volvería a buscar una banca en Diputados y Mariano Recalde, a quien desde su entorno lo ven "mejor como legislador", insistiría para seguir instalándose como referente local.
No sin malicia, consultado sobre la proyección de Cerruti, uno de los asistentes señaló que "fue en reemplazo de Martín (Sabbatella)", pese a que es una de las principales figuras porteñas de Nuevo Encuentro. Incluso se midió en las primarias de 2015, donde, es válido recordarlo, cosechó un escaso 2,2 por ciento.
Varios de los asistentes a la cita sureña no ven con malos ojos la posibilidad de que, sin un acuerdo global, se repita el esquema de internas abiertas, aunque advierten que no hay chances de que se vuelvan a repetir unas PASO con siete candidatos como en 2015.
"Los que jugaron y vieron lo que tienen van a ser más prudentes esta vez; ya les contaron las costillas", disparó Santa María, uno de los que ya dijo públicamente que no tiene problemas en ir a una interna cuando propuso que, para que el peronismo llegue en condiciones a una eventual compulsa, se renueven las autoridades partidarias antes de marzo.
Hoy al frente del PJ, el también titular del Suterh planea presentar la semana que viene "un cronograma electoral" que ratifique las internas en dos meses, sostenido sobre un esquema de trabajo que va a implicar actividades en todas las comunas porteñas.