Las valijas de José

El desquite: un calificado vocero de Scioli castiga duro al kirchnerismo y celebra a Macri

Gustavo Marangoni dijo que la “ampliación de derechos” no puede relativizar la “indignante corrupción”. Festejó el reemplazo de “razonamientos binarios o conspirativos” por “el diálogo”.

Se sabe: el sciolismo, que nunca fue kirchnerista aunque su candidato, el ex gobernador Daniel Scioli, se kirchnerizó todo lo que pudo en la campaña para la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2015, acusa al kirchnerismo de –en jerga futbolera- ir a menos –o al bombo, o para atrás- para hacer ganar a Macri, ser oposición en estos cuatro años y tener la chance de volver al poder en 2019. El sciolismo, también se sabe, está convencido de que el kirchnerismo es responsable de la derrota de Scioli, que, en ese razonamiento, queda exento de responsabilidades. Pues bien: el sciolismo no parece haber querido que se enfriara el plato de la venganza y, al calor del escándalo por la detención del ex súper secretario néstor-cristinista José López, decidió darse un banquete con la sangre de los conspiradores caídos en desgracia.

 

El ex presidente del Banco Provincia Gustavo Marangoni, calificado vocero histórico del perdedor del ballotage, aseguró este viernes que “jamás se puede construir un discurso desde el poder que relativice la corrupción bajo el amparo de la ampliación de derechos fundamentales”. Pero no sólo castigó esa lógica que le adjudica al kirchnerismo. Famélico de revancha, acaso algo hiperventilado, celebró a Macri con entusiasmo: enumeró “iniciativas positivas” aprobadas por el Congreso en estos meses del PRO en el poder. “El diálogo ha probado ser más eficaz que las falsas antinomias y los razonamientos binarios o conspirativos”, destacó, y advirtió: “Éste es el camino en el cual debemos perseverar”, que “no suprime las diferentes miradas pero las pone en una lógica constructiva”.

 

“De eso se trata. De ejercitar las buenas prácticas que generan esperanza y desterrar las malas, de las cuales, sin dudas, la peor es la corrupción”, escribió Marangoni en una columna de opinión para el portal Infobae.

 

El vengador interpreta y pone en palabras claras el ánimo sciolista. Es lícito suponer, incluso, que haya ordenado garabatos del ex gobernador, que, desde el estallido de la bomba López, no ha hecho más que firmar un comunicado del Partido Justiialista en su condición de vicepresidente. Pero Marangoni mata dos pájaros de un tiro: sublima el rencor colectivo de su grupo de pertenencia y escupe el de él, bien fermentado en los 12 años K:

 

  • En la madrugada de 2003, el disgusto que le provocó el acuerdo de Scioli con Kirchner –el que parió la fórmula presidencial encabezada por el santacruceño en las elecciones del 27 de abril de aquel año- lo empujó a saltar del barco del secretario de Deportes y a refugiarse en el comando de campaña de Carlos Menem.
  • El año pasado, se anotó para candidato a jefe de Gobierno porteño. En una grilla de siete precandidatos –la más numerosa de la historia de la Humanidad-, La Cámpora vetó al sciolismo y Marangoni no llegó ni a la gatera.  
  • Ahora, el hombre pide pista en la ancha avenida massista.

“Las imágenes bochornosas de hechos delictivos que indignan a los argentinos de buena fe constituyen un punto límite en nuestra vida política”, determinó Marangoni. O, lo que es lo mismo, decretó, con goce necrofílico, la muerte del kirchnerismo. Lo hizo en medio de un camposanto sembrado de cruces: su columna aparece en la misma producción del portal de Daniel Hadad -sostén mediático histórico del ex conductor de lanchas- en la que se amontonan y se revuelcan, como en una orgía romana, Julio Bárbaro, Jorge Asís, Daniel Sabsay, José Nun y Alberto Fernández.

 

En estos meses se han realizado acuerdos interpartidarios que posibilitaron salir del default, completar la Corte, avanzar en la reparación a los jubilados, saldar deudas históricas con las provincias y consagrar el acceso a la información, entre otras iniciativas positivas

 

“Haber impulsado transformaciones virtuosas como la Asignación Universal por Hijo, la cobertura de Ingresos a un 97 % de la población de adultos mayores, el impulso presupuestario a la ciencia y tecnología -y muchas otras medidas- no puede ser la excusa para subalternizar la existencia de mecanismos ilícitos en distintas áreas públicas con los recursos provenientes de los impuestos”, escribió Marangoni, y abundó: “La consecuencia de ese relativismo siempre resulta desastrosa en la confianza del ciudadano-contribuyente”.

 

“Los fines nobles se defienden genuinamente con medios igualmente nobles para no defraudar el acompañamiento sincero de los que creen y trabajan por los valores y convicciones que los gobernantes de turno proponen”, proclamó el vocero sciolista, sabedor de la eficacia de sus postulados frente a una tribuna hambrienta y receptiva.

 

Con otra frase condenada al éxito, Marangoni introdujo en su texto la reivindicación del cambio de Cambiemos. “El rechazo de la sociedad en su conjunto a estas prácticas desleales debe constituirse en la base de una nueva política de Estado que siente los sólidos pilares de un progreso sostenido”, tipeó, y complementó: “No hay conquistas perdurables en la calidad de vida que puedan afirmarse coexistiendo con procedimientos despreciables”.

 

Cebado, ya en el clímax de su faena, el escriba acabó: “Nos encontramos frente a una oportunidad de seguir avanzando en nuestra madurez institucional. El Congreso viene demostrando que resulta posible legislar sin mayorías absolutas. En estos meses se han realizado acuerdos interpartidarios que posibilitaron salir del default, completar la Corte, avanzar en la reparación a los jubilados, saldar deudas históricas con las provincias y consagrar el acceso a la información, entre otras iniciativas positivas. El diálogo ha probado ser más eficaz que las falsas antinomias y los razonamientos binarios o conspirativos. Este es el camino en el cual debemos perseverar. No suprime las diferentes miradas pero las pone en una lógica constructiva. De eso se trata. De ejercitar las buenas prácticas que generan esperanza y desterrar las malas, de las cuales, sin dudas, la peor es la corrupción. Eso es tener una visión honesta y completa de la justicia social”.

 

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