EMERGENCIA OCUPACIONAL

Meritocracia vs. Estado presente y otras fricciones en el discurso PRO

Con la crisis del empleo en primer plano, el Gobierno de la comunicación pierde la batalla por la agenda. La carta de Macri en Facebook. La interpelación a la promesa de despegue después del dolor.

Se sabe: en tiempos de realidad tan virtual y tan mediatizada, la pelea central entre el que gobierna y las fuerzas de la oposición es por el control de la agenda, es decir, por la imposición de los temas de los que los medios y el público hablan. En definitiva, la batalla es por la construcción de una sensación colectiva -sea de bienestar y de progreso o de conflicto y de crisis- que produce en la opinión pública la percepción de que las cosas van bien o mal, mejor o peor. En última instancia, la idea de un gobierno exitoso o ineficaz. Para un proyecto que somete el diseño y la administración de sus políticas públicas a la dinámica de la comunicación, y que, además, tiene a su disposición las tapas y las pantallas más poderosas del país, perder el control de la agenda es una tragedia. Y eso es lo que le ha ocurrido a la Casa Rosada. El –accidentado, torpe incluso- acuerdo de las fuerzas opositoras y sindicales para colocar al empleo como principal tema de interés público ha dado resultado: los sondeos de opinión indican que la preocupación número uno de los argentinos es la posibilidad de perder el trabajo y el Gobierno aparece a la defensiva y reaccionario, negando la crisis (“No hay una ola de despidos masivos”, repiten los funcionarios nacionales un libreto que les llega por mail) o, en el mejor de los casos, poniendo parches.

 

El acuerdo que el presidente Mauricio Macri alcanzó -y anunció- este lunes con cámaras empresarias para evitar nuevos despidos en los próximos 90 días le da algo de oxígeno al Gobierno, que aspira, con esta jugada, a frenar el avance de la ley de emergencia ocupacional que ya fue aprobada en el Senado y se discute ahora, acaloradamente, en la Cámara de Diputados. O, de última, una apuesta a darle sostén argumental al veto de la norma en caso de ser finalmente sancionada. Al cabo, es un reconocimiento oficial del desborde de la crisis de iniciativa que intenta controlar la Casa Rosada mientras insiste en negar que exista una ola de destrucción del empleo.

 

La carta que, bajo el título “Con el corazón en el trabajo”, de indisimulable expectativa emotiva, publicó este domingo Macri en su cuenta de Facebook se explica en ese contexto adverso. Y debe leerse como un intento de revertir ese escenario para volver a colocar al Gobierno al comando de sus propias fuerzas. No obstante, el texto, pese a que pretende mostrar un Estado presente e influyente, no consigue prescindir de la filosofía liberal-budista-new age de la meritocracia que tan claramente expone el experto en felicidad Daniel Cerezo –el gurú motivacional del gabinete PRO- cuando define a la pobreza como una condición que “poco tiene que ver con lo económico”, nada con la responsabilidad del Estado para generar condiciones materiales de justicia social y mucho con lo que cada persona decide hacer con su vida. La voluntad individual como llave del progreso, postulada con oportunismo histórico por el aviso de Chevrolet que en estos días se discute con vehemencia en las redes sociales, aparece en primer plano en la carta de Macri y relega la exposición de las supuestas buenas intenciones del Gobierno para implementar programas de promoción del empleo, que se reducen a un párrafo en el que se enumeran y describen brevemente el programa Primer Empleo, que “va a abrir las puertas a los jóvenes hacia el mundo del trabajo”, y el Plan Nacional de Turismo, que “va a generar 300 mil empleos al 2020”, además del plan de obra pública “más grande de las últimas décadas”, que “permitirá la generación de decenas de miles de puestos de trabajo en la construcción, como los 200 mil puestos de trabajo que va a generar el Plan nacional del Agua en 2017”.

 

Macri señala como “una de las cosas más gratificantes de ser Presidente de este gran país” a la posibilidad de conocer “a los protagonistas de la Argentina”, a quienes identifica como “esos hombres y mujeres que todos los días se levantan con la convicción de que lo que hacen vale, y dan lo mejor de sí porque tienen un sueño y quieren hacerlo realidad”. Y busca la empatía del público con un caso de meritocracia inspiradora: Gustavo, cordobés de Río Ceballos, panadero de 42 años, padre de familia de origen humilde, a fuerza “pasión por lo que hace” hoy es un próspero empresario pyme que da trabajo a más de 50 familias.

 

“Gustavo empezó a trabajar de muy joven, porque en su casa tenían necesidades y tuvo que ayudar a su familia. Dejó la escuela a los 13 y comenzó como empleado en una pequeña fábrica de pastas. Ahí le agarró la mano al oficio, creció y llegó a comprar parte del negocio, pero después llegaron tiempos difíciles y lo tuvo que vender. Entonces, salió nuevamente a buscar trabajo e ingresó en un gran supermercado, donde hizo 14 años de carrera y llegó a ser Gerente. En el medio, con gran esfuerzo logró terminar la secundaria, una deuda pendiente con él mismo, con sus padres y con sus hijos. Y un día se dio cuenta de que todo lo que había aprendido podía aplicarlo para crear algo propio, y abrió su panadería”, relata el Presidente, y cita a Gustavo: "Hoy me levanto a las 4 de la mañana a laburar, vuelvo a las 6, 7 de la tarde, y me siento orgulloso de hacerlo”.

 

“Su negocio cuenta con 50 empleados y este año piensa abrir una nueva sucursal, por lo que ya está buscando gente y en el último mes contrató a 3 personas más”, retoma el relato el Presidente, y remata, subiendo el volumen de la épica meritocrática: “Historias como ésta son las que nos inspiran, las que nos confirman de qué estamos hechos los argentinos. Porque sé que acá, en Catamarca, así como en Córdoba y en todas nuestras provincias contamos con personas como él y su familia, gente apasionada por lo que hace, que se esfuerza y que trabaja con amor”.

 

“Como me dijo Gustavo citando a un maestro que tuvo en la escuela, podemos hacer lo que nos propongamos”, enfatiza Macri, y destaca al trabajo como “la forma genuina para lograr la más grande de nuestras metas como Gobierno, que es pobreza cero en la Argentina”.

 

PARIRÁS CON DOLOR LA NUEVA ARGENTINA. La carta no prescinde tampoco de otro de los ejes discursivos centrales del relato PRO: la teoría del sufrimiento necesario o del dolor inevitable, que fue legitimada la semana pasada por el célebre intelectual de la derecha liberal latinoamericana Mario Vargas Llosa, quien auguró que, “pasado este proceso de sacrificios”, las “correcciones” macroeconómicas que está realizando la administración macrista redundarán en “importantes beneficios”.

 

“Estamos en un año difícil desde el punto de vista económico y estamos haciendo todo lo posible para salir de la situación en la que nos dejaron y poder crecer”, explica el Presidente, para insistir con un concepto omnipresente en sus discursos: “Sé que esta transición es dolorosa para muchos, y por eso desde el Estado los estamos acompañando a través de medidas concretas”. Lo mismo dijo este lunes, en Casa de Gobierno, al anunciar el acuerdo con los empresarios. "Detrás de los números hay familias que sufren", reveló el jefe de Estado, y cuantificó el destino de los paliativos ensayados por el Gobierno: "Diez millones de personas".

 

La teoría del sufrimiento necesario o el dolor inevitable, que implica la justificación de políticas que producen daños inmediatos para, supuestamente, generar las condiciones para el inicio de un ciclo virtuoso de confianza-llegada de inversiones-generación de empleo-reactivación del mercado interno-crecimiento-desarrollo, fue puesta en cuestión por Tato Bores (creador de la más completa enciclopedia de la historia cíclica de la Argentina) en 1991, cuando, en uno de sus monólogos, se preguntaba si no era muy alta la cuota que pagaba el país para entrar al primer mundo, en referencia a las “fabricas cerradas”, los “obreros despedidos” y otras consecuencias trágicas del modelo que aplicaba el entonces presidente Carlos Menem. Y graficaba, con dolorosa metáfora quirúrgica: “No tiene ningún sentido cortarse una pierna para venderla y después comprarse zapatos”.

 

Lo doloroso de esa transición de la que habla Macri es, justamente, lo que ha empujado al Gobierno al pantano del que intenta salir tan accidentada y torpemente como la oposición y el sindicalismo han generado acuerdos mínimos que les han permitido alimentar ese tablero de conflicto. Pero el punto es que esos sectores no están cuestionando sólo las recetas con las que el Gobierno decidió realizar las “correcciones” de la macroeconomía. Porque, si la crítica terminara ahí, acaso el descontento social quedaría limitado a la amarga certeza de que hay que apechugar para pasar un invierno hostil. Lo que han puesto en cuestión es la viabilidad del ciclo virtuoso que Macri promete para después del dolor.

 

En este sentido, el diagnóstico que trazó este fin de semana el dirigente industrialista y diputado nacional José Ignacio De Mendiguren merece atención porque se trata de un representante de un espacio (el Frente Renovador, de Sergio Massa) que, a diferencia del kirchnerismo (el ex ministro Axel Kicillof escribió este fin de semana sobre “El chamuyo de la pesada herencia”), le ha dado crédito inicial al Gobierno y ha señalado su coincidencia sobre la necesidad de “corregir” las desviaciones de la macroeconomía generadas por las administraciones K.

 

De Mendiguren dijo que la acción del Gobierno se limitó a la salida del cepo cambiario, que cifra sus esperanzas sólo en la política monetaria y que no aplicó el plan que era necesario para inducir el crecimiento. Y, con profusa poética clínica y mortuoria, explicó: “Si querés adelgazar, yo te puedo dar un régimen y una nutricionista que te vaya haciendo perder peso mientras no perdés vida, pero si yo te meto en una jaula, te encierro con llave y tiro la llave al mar, vas a adelgazar, pero además se te descompensa todo. Éste es el debate que tuvimos con ellos. Nosotros decíamos: ¿Hay que corregir las desviaciones macroeconómicas? Sí. Pero desde el crecimiento, no desde el ajuste. El ejemplo es Grecia: vive de ajuste en ajuste y lo único que crece es la tensión social. Si uno cree que un plan de estabilización puede asentarse sobre un volcán de descontento social y político… La Argentina tuvo la experiencia de 2001: nos comimos un blindaje y un megacanje para darles garantías a los acreedores externos, les quitamos el 13% a los jubilados… ¿Cuál fue el resultado? No discutamos más. Se sale de una sola forma: cre-cien-do, cre-cien-do. Todos los demás debates son muy lindos, pero es como abanicar un cadáver”.

 

En definitiva, le están pegando al relato PRO en su línea de flotación, porque lo que se ha puesto en duda es, al cabo, el éxito final del Gobierno.

 

Sergio Massa, Axel Kicillof y Máximo Kirchner.
Juan Monteverde y Rubén Pirola junto a otros convencionales constiuyentes que representarán al peronismo de Santa Fe.

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