Bergoglio - Bonafini: la trastienda de la previa y el malestar en el Gobierno
En la Rosada niegan impacto alguno, pero la audiencia privada que la Madre de Plaza de Mayo tendrá con el Papa cierra semanas de tensiones y operaciones cruzadas por el “incidente Barrientos”.
Este viernes al mediodía concluye en Roma una cuenta regresiva que, en Buenos Aires, demandó todo tipo de esfuerzos del Gobierno nacional para afrontar su impacto. A las doce del mediodía, el papa Jorge Mario Bergoglio recibirá a la presidenta a la Asociacíón Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. El encuentro se concretará durante una audiencia privada que fue solicitada hace tres meses y que el pontífice argentino no demoró en contestar para aprobar la visita. El intercambio fue meticulosamente preservado para evitar que fracasara, pero, aun así, la novedad de la audiencia privada fue alertada desde la Santa Sede por el embajador Rogelio Pfirter, que, como todos los jefes de delegaciones diplomáticas acreditadas en el Vaticano, está al tanto de las audiencias concedidas a sus connacionales.
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Ante las consultas de Letra P, fuentes de la Cancillería y de la Casa Rosada negaron que la cita revista alguna importancia para el oficialismo. Sin embargo, puertas adentro del poder central, la audiencia privada es leída como otra muestra de la fría y distante relación que Bergoglio le prodiga al Presidente, un trato que el actual papa argentino mantiene desde mucho antes de ser ungido pontífice.
Alrededor de Macri los diagnósticos sobre su relación con el Papa no han cambiado: Bergoglio se remitirá al trato protocolar y estirará todo lo posible los encuentros que establece un vínculo de ese tipo. La muestra de la frialdad gira en torno el encuentro con Bonafini, porque dentro del Gobierno saben, con cierto dejo de molestia, que el Papa se demoró menos tiempo en confirmar el encuentro con la histórica Madre de Plaza de Mayo que con el flamante jefe del Estado argentino.
La peregrinación de Macri para besar el anillo papal tuvo otros requisitos: desde soportar que el Papa le “bochara” a cuatro candidatos para ocupar la embajada ante la Santa Sede hasta aceptar que los funcionarios en áreas clave de la relación con la Iglesia tengan la venia del Vaticano, como el nombramiento de Santiago de Estrada como secretario de Culto de la Nación. El octogenario secretario de Estado es un viejo amigo de Bergoglio y está secundado por Alfredo Albriani, que fue director de Cultos de la ciudad de Buenos Aires bajo la férula del actual jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Ambos funcionarios, con distintas perspectivas, saben que el camino para cuidar la relación papal llevará mucho tiempo, pero no dejan de enterarse de los gestos cálidos que el pontífice les dedica a otros interlocutores. “Deciles a los pibes de La Cámpora que no hagan lo que hicieron sus antecesores en los 70: que no dividan al peronismo y se vayan, sino que sumen dentro del peronismo”, le habría dicho Bergoglio a un viajero romano que regresó a Buenos Aires con el recado para comunicárselos a dirigentes como los diputados Wado de Pedro y Andrés Larroque. Del otro lado de la grieta no existen gestos de esa naturaleza para el macrismo, sino todo lo contrario. De hecho, el Papa fue alertado velozmente desde Buenos Aires cuando la dirigente barrial del PRO Margarita Barrientos ventiló a los medios, dos años después del hecho, que no pudo ver al Papa cuando viajó al Vaticano.
La Santa Sede, por indicación de su jefe, recordó que quien había pedido la audiencia fue el orfebre Juan Carlos Pallarols, considerado “persona no grata” por medio de un decreto papal que la guardia suiza hizo cumplir a rajatabla. Las razones de semejante corte de rostro, repiten los amigos papales en Buenos Aires, no tienen nada que ver con “la señora Barrientos”, sino con el hombre que la llevó y que suma varios cuestionamientos que están por salir a la luz. “El incidente Barrientos”, y su ventilación dos años después, es considerado por algunos interlocutores bergoglianos como “la contracampaña que promovió el PRO para contrarrestar la audiencia privada con Hebe”.
SECRETISMOS Y MALESTARES. “A mí me interesa que algunas cosas que le voy a pedir a Francisco se concreten, no me interesa que sean publicitadas”, anticipó hace diez días la titular de Madres y ayer fue reafirmado por voceros del organismo de derechos humanos. “Hebe no va hablar del encuentro que mantenga con Bergoglio y no está previsto que le pida asistencia para obtener documentos de los Archivos del Vaticano”, explicó un colaborador de la Asociación.
Desde el discurso público del Gobierno nacional, la cita no tiene importancia, pero casi a la misma hora la canciller Susana Malcorra ofrecerá una conferencia de prensa a agenda abierta en el Palacio San Martín. “No creo que le pregunten al respecto, pero tampoco hay nada que decir: es una decisión del Papa, sobre la que ya hizo circular una carta donde explica claramente por qué la recibirá”, contestó un subsecretario de Estado que este fin de semana estará en Roma para participar de un evento organizado por el Vaticano.
A diferencia del silencio stampa que mantuvo Bergoglio sobre el tema Barrientos, salvo los dardos dedicados a Pallarols, ayer se conoció una carta personal del Papa donde, como suele hacerlo, amplificó el impacto de la audiencia e intentó contestarle indirectamente al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y al consultor Jaime Durán Barba, dos personas del entorno presidencial que no cosechan el aprecio bergogliano. “Esta señora, desde la plaza (de Mayo), me insultó varias veces con artillería pesada pero a una mujer a quien le secuestraron los hijos y no sabe cómo y cuánto tiempo los torturaron, cuándo los mataron y dónde los enterraron, no le cierro la puerta. Lo que veo allí es el dolor de una madre. Si me usa o no me usa no es mi problema. Mi problema sería no tratarla con la mansedumbre de pastor”, difundió Francisco mediante un mail que le envió a un amigo papal cuya identidad es mantenida en reserva. El contenido del mail fue difundido ayer por la agencia estatal de noticias Télam.
La naturaleza del texto, y de las demás declaraciones telefónicas que mantuvo al respecto, parecen tener a Peña y a Macri como destinatarios. Hace dos semanas, cuando el “incidente Barrientos” estaba en marcha, el jefe de Gabinete utilizó su cuenta de Facebook para hablarle al Papa sobre la audiencia que se concretará este viernes. “Hay mucha gente que se sintió ofendida o indignada porque el Papa Francisco va a recibir a Hebe de Bonafini. Los entiendo. No la conozco personalmente a Bonafini, pero es difícil encontrar otro argentino que haya sido tan agresiva y ofensiva contra todo aquel que pensara distinto que ella. Y también muchos sienten que son demasiados gestos para un lado y pocos para el otro”, escribió Peña en un claro reflejo del pensamiento presidencial, casi en los mismos días en que el ministro de Justicia, Germán Garavano. y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, mantuvieron un encuentro con Cecilia Pando para prometerle un lugar dentro de la ex ESMA. Pando es reconocida por su abierta defensa de la dictadura y la cita secreta, revelada por Página 12, provocó malestar en las filas del Gobierno, aunque el tema pasó velozmente al olvido.
“Recordemos que Juan Pablo II visitó en la cárcel a quien lo intentó matar. O que Mandela se juntó con quienes lo tuvieron preso y mataron a su gente durante décadas. Y son ejemplos que sirvieron a toda la humanidad. Podemos estar en desacuerdo con cualquier acción del Papa, pero cuidémoslo más", concluyó Peña sin decir una sola palabra sobre la desaparición de los hijos de Bonafini a manos de la dictadura cívico militar. Un tema que Bergoglio se encargó de remarcar en sus explicaciones y que profundizaron la desazón de un gobierno que sigue sin encontrar la clave para terminar con tanto frío. El próximo capítulo de esta gélida etapa comienza el mediodía del viernes, hora argentina, en el corazón del Vaticano.