Una foto difundida esta semana por la Municipalidad de La Plata dio cuenta de una reunión que mantuvo el intendente de la capital bonaerense, Julio Garro, con el presidente de la empresa Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA), Raffaelle Sardella, y otras autoridades de la firma que presta el servicio de agua (que debería ser) potable a 91 localidades pertenecientes a 62 partidos de la provincia de Buenos Aires, en un territorio de 150 mil kilómetros cuadrados. Pero la imagen aporta, además, un dato que llamó la atención: los participantes del encuentro tomaron agua… mineral embotellada.
Suele decirse que hay que desconfiar de la comida que sirve un restaurante si el dueño del negocio no la come.
En La Plata, los usuarios del servicio de una amplia zona del norte del partido que abarca las localidades de Gonnet y Villa Castells no pueden beber el agua que les manda ABSA por la red.
El pasado mes de octubre, la justicia de Faltas platense le ordenó a la empresa estatal abstenerse de cobrar la tarifa desde julio de 2016 hasta esa fecha a los habitantes de esa zona por una razón contundente: según el resultado de un estudio realizado por el Instituto Biológico –un organismo dependiente del Ministerio de Salud de la provincia-, el agua que sale de las canillas no es apta para el consumo humano.
El titular del juzgado 2, Dante Rusconi, dispuso, por eso, que la firma debía proveer, en cambio, agua potable envasada.
“El más elemental sentido común indica que, si los usuarios afectados no pueden beber, e incluso no podrían utilizar para otros fines domésticos, el agua que se les suministra a través de la red pública, resulta un contrasentido que se los obligue al pago de la tarifa ante la ausencia de la prestación que justifica su exigibilidad”, sostuvo el funcionario en su fallo.
Según señaló más tarde la empresa, la única forma de dar una solución definitiva al problema sería mediante la construcción de un acueducto para llevar "agua superficial tratada" a esos barrios, ya que la que se suministra en la actualidad proviene de pozos que se encuentran contaminados por un frente salino que avanza desde el Río de la Plata y afecta las napas.
La sede de ABSA no está en Gonnet ni en Villa Castells, sino en la avenida 7 y la calle 43, a unos cinco kilómetros de la zona afectada. No obstante, en virtud de las precauciones que se advierten en la foto, es lícito suponer que las autoridades de la firma no confiarían tampoco del agua de red que sale de las canillas del centro platense.