Mucho tiempo pasó desde que Felipe Solá, por entonces candidato a la gobernación bonaerense por UNA, apodara “Heidi” a su contrincante de Cambiemos, María Eugenia Vidal.
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Mucho tiempo pasó desde que Felipe Solá, por entonces candidato a la gobernación bonaerense por UNA, apodara “Heidi” a su contrincante de Cambiemos, María Eugenia Vidal.
El primer dato fue la victoria de la joven macrista. El segundo se observa con mayor nitidez, transcurridos los primeros 11 meses de gestión.
Vidal se consolida como jefa exclusiva del oficialismo en la provincia de Buenos Aires y se proyecta como la mejor figura del PRO en todo el país.
Y esto no resulta de las favorables encuestas de opinión que la muestran con alto grado de aceptación, sino de las propias decisiones de orden político que asume la mandataria.
En las últimas horas, la Gobernadora decidió un giro político en su gabinete; logró el desplazamiento de la Procuradora General, María del Carmen Falbo, (a quien sirvió en bandeja la jubilación) para ubicar allí a un funcionario de su confianza; y obtuvo lo que no pudo hacer Scioli en ocho años, ubicar a uno de sus hombres legislativos en la presidencia de la Cámara baja.
Esto último en el marco del acuerdo político que la mandataria sostiene con Sergio Massa (un acuerdo resistido y cuestionado desde el PRO, por el titular de la Cámara Baja Nacional, Emilio Monzó) y por el cual, el actual vice, Manuel Mosca, pasará a ser titular del cuerpo en 2017.
La reforma a la ley de ministerios (la tercera en menos de un año) que elaboró Vidal y enviará la próxima semana a la legislatura, nace de una intención política y electoral.
Allí se destaca la jerarquización de su mano derecha, Federico Salvai, que pasara a ocupar la Jefatura de Gabinete. Un cargo que, a diferencia de la Nación, no está contemplado en la constitución provincial y fue inaugurado por su antecesor Daniel Scioli. De hecho, un rol que la propia Vidal había desestimado a comienzos de año, cuando lo eliminó de la estructura.
También, marca la confirmación de Joaquín de la Torre como operador político, y nexo con los intendentes, en su nuevo rol de ministro de Gobierno.
Vidal apuesta a consolidar de manera formal su mesa chica, en la que incluye al ministro de Coordinación y Gestión Pública, Roberto Gigante, a quien ubicará como nuevo titular de Infraestructura. Aunque esto no descarta ninguna de las líneas internas del Pro.
“En 2017 los necesitamos a todos”, cuentan que dijo la mandataria en una reunión privada, y en esta frase incluyó a su no tan querido, Emilio Monzó.
La gobernadora entiende que la etapa de pases está cerrada, y no espera incorporaciones rutilantes. Por eso, aunque la desconfianza y diferencias que sostiene desde hace tiempo con el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, no se extinguieron, ingresaron en otra etapa.
En este proceso, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, fue clave para articular este acercamiento, en un proceso que demando varios encuentros.
Y que finalmente se ordenó, en la reunión que mantuvieron esta semana la Gobernadora, el jefe porteño, el jefe de la Cámara Baja, y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa.
El año electoral obliga a la unidad y el trabajo común y por eso, el acuerdo implica una mayor participación del monzonismo en la Provincia. Aunque, nunca una silla en la mesa chica de la Gobernadora.
GANADORES Y PERDEDORES. El primero en la lista, es sin duda, Federico Salvai. Aunque su ingreso al gabinete bonaerense fue como hombre de confianza de Vidal, logró superar esa instancia y ascender en su puesto.
Logró además, posicionarse en una mesa chica, donde se habían ubicado varios intendentes Pro, quienes terminaron más focalizados en sus territorios.
Salvai fue además quien inició el vínculo con los intendentes del peronismo, quien mantuvo en “prudente” distancia al monzonismo, y quien militó fuertemente para que Vidal sea la jefa del Pro bonaerense. Idea que finalmente prosperó.
De la Torre, el ex intendente de San Miguel es otro de los afortunados vidalistas. Paciente y seguro, el ex massita, logró obtener el puesto que deseaba. Como ministro de Gobierno será el nexo con los jefes comunales y uno de los operadores de la campaña 2017.
Roberto Gigante, el administrador que llegó de la mano de Néstor Grindetti, logró también consolidar su poder, aunque en este caso, con un perfil más orientado a la gestión.
En adelante será el encargado de ordenar, supervisar y administrar la obra pública en la Provincia. Es decir, tendrá a su cargo la cara visible de la gestión Vidal.
Se sabe que la mandataria apuesta a mostrar en 2017 una seguidilla de obras, para marcar un punto de diferencia con la pasada gestión de Daniel Scioli.
Dicen que Gigante ascendió porque “es muy eficiente, discreto, y buen negociador”. Un perfil muy similar al que esgrimió en su gestión, el actual ministro de Infraestructura, Edgardo Cenzón.
Aunque en este caso, el saliente ministro se ubica en la nómina de perdedores, ya que no consiguió ubicar a uno de los suyos como sucesor.
Cenzón había apostado a la continuidad de su equipo, y se imaginaba al Subsecretario de Hidraúlica, Rodrigo Silvosa, como su reemplazante. Pero eso no sucedió.
Quienes tampoco tienen mucho porque brindar, son los radicales, quienes vuelven a quedar desplazados de la nueva reforma ministerial.
Y sobre todo, porque Producción, que hoy está vacante, había sido una de las pocas áreas concedidas a su Partido.
De todas maneras, algunos correligionarios con banca legislativa, apuestan a tener una chance cuando se discuta la reforma a la ley de ministerios que la próxima semana enviará Vidal al Parlamento.
Suponen que la necesidad y urgencia de la mandataria, por tener la reforma, apurará ciertos pedidos de los boina blanca.
En la lista de no favorecidos, se incluye también al ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, más por omisión que por elección.
Sucede que el funcionario siempre ambicionó una cartera política, y supuso que Seguridad sería un paso, casi un acto de lealtad hacia Vidal, en el camino hacia el puesto que deseaba.
Pero los enroques que ordenó Vidal, no incluyeron a Ritondo, quien deberá continuar lidiando con el ministerio más caliente de todo el gabinete.