El jefe de senadores del Frente para la Victoria (FPV), Miguel Pichetto, fue uno de los pocos que se sentaron en la mesa principal de la cumbre de gobernadores de San Juan que no pertenecen a esa liga. Otro fue José Luis Gioja, ex mandatario, anfitrión, jefe absoluto del peronismo sanjuanino y referente nacional del PJ; el tercero fue José “Pepe” Scioli, hermano y enviado del ex candidato a presidente.
Ese dato sirve para reflejar el rol clave que el rionegrino está asumiendo en el proceso de profunda revisión que atraviesa el PJ a nivel nacional y en cada uno de los distritos. Pero a su vez, suma dos puntos extra: como titular de la bancada del FPV en la Cámara alta, se pone al frente de los senadores que responden directamente a los gobiernos provinciales, en medio de tensiones y versiones de ruptura con los compañeros de bloque cristinistas, más propensos al choque que a la negociación con el gobierno de Mauricio Macri; y, a su vez, ya hay pruebas de que, al menos para el macrismo, es un interlocutor válido con esa franja cada vez más amplia del peronismo.
Además de su presencia en la reunión de gobernadores de San Juan, Pichetto empieza a ser también receptor de reclamos e inquietudes de los gobernadores en Buenos Aires. Días atrás almorzó con el de Entre Ríos, Gustavo Bordet, y su antecesor, Sergio Urribarri, el el marco de una comida organizada por el flamante titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), Ricardo Echegaray. También recibió al formoseño Gildo Insfrán y este jueves completará la serie de encuentros nada menos que con el salteño Juan Manuel Urtubey.
El almuerzo mano a mano con Pichetto también revela el interés del gobernador de Salta por acercarse al senador por Rio Negro. Más teniendo en cuenta que, hasta acá, Urtubey fue el peronista con menos pruritos a la hora de moverse en el pantanoso terreno de la política actual. No le tembló el pulso ni para sacarse la foto entre risas con el jefe del Frente Renovador, Sergio Massa, un paria y traidor para el peronismo ortodoxo, ni para tomarse un café en un lujoso hotel porteño con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.
Desde el Senado buscaron bajarle el volumen a la actividad de Pichetto en el convulsionado peronismo. Afirman que no hay tal peregrinación de gobernadores al Congreso para ver al rionegrino, pero confirmaron los contactos permanentes con los mandatarios provinciales. “Los gobernadores son los principales referentes de los senadores”, explicaron. Sobre su presencia en San Juan, sólo dijeron que Pichetto fue invitado especialmente por los organizadores.
Pichetto ya fue vocero de varios reclamos que las provincias necesitaban hacer llegar a Casa Rosada. El jefe de la bancada de senadores peronistas sorprendió al sumarse a una reunión de Frigerio y Marcos Peña con el gobernador de su provincia, Alberto Weretilneck. Fuentes macristas afirman que la charla entre Pichetto y Peña se extendió más allá de ese encuentro que registraron las cámaras fotográficas.
QUIEBRE Y COMANDO. Pichetto es uno de los pocos -si no el único- de los senadores del FPV que no responden a ningún gobernador ni a la cúpula de La Cámpora. Jugar en esa categoría le permite abrir el abanico de vínculos sin resbalar. Aunque la interna desatada en el PJ lo está empujando, de a poco, a encabezar el sector de su bloque ligado a las provincias de gobiernos peronistas. Todo, en medio de versiones de quiebre que, por el momento, se mantienen en stand by.
Los gobernadores presionan para escindir en el Congreso al PJ del FPV, y armar así bloques más poderosos que les de poder de fuego a la hora de negociar con Olivos. Así, las chances de mantener la unidad se van esmerilando. Por ahora, la última jugada de los senadores camporistas fue el ruidoso comunicado donde desconocían la autoridad de Pichetto para hablar en nombre de todos los miembros del bloque.
Muchos esperan que, agotado el receso parlamentario de verano, esas tensiones aumenten. Por lo que el dique de contención de las presiones de las provincias terminará siendo Pichetto, que, puesto a decidir entre ambos bandos, tiene claro en qué lado encontrará pertenencia: mientras los gobernadores lo invitan a su cumbre y lo tratan como a un par, el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, sale públicamente a achacarle la derrota del PJ en Río Negro.