Desde 2007 hasta 2009 quedó a cargo de la vicepresidencia 1° del edificio de Perú 160 en reemplazo de Santiago De Estrada. Ese período como autoridad máxima con presencia cotidiana en el Parlamento le valió una buena relación con las principales figuras de la oposición y en el PRO recuerdan que fue “clave” para que se apruebe la creación de la Policía Metropolitana.
Con el beneplácito de Macri, Larreta dejó atrás enojos del pasado y ungió a Santilli como vicejefe de Gobierno. En términos prácticos, el vicejefe es el primero en la línea sucesoria y es un funcionario del Ejecutivo de la Ciudad, por lo que su presencia en la Legislatura porteña es simbólica y de poco volumen.
Quien toma las riendas de la discusión política en la Casa Legislativa porteña es el vicepresidente 1° del Cuerpo, que actualmente es el peronista Cristian Ritondo y se prevé que, cuando comience la gestión de Larreta, lo reemplace Carmen Polledo, una diputada que responde directamente a Macri.
El día a día de la Legislatura es auditado, según indica el Reglamento Interno, por el vicejefe de Gobierno, quien “la representa, conduce los debates, tiene iniciativa legislativa y vota en caso de empate”.
Si se tiene en cuenta la cuestión terminológica, nadie dudaría en asegurar que un presidente tiene más peso y poder que un vicepresidente, pero en la Legislatura porteña la situación es distinta. No sólo por lo que indica el Reglamento Interno, sino por el funcionamiento convencional y cotidiano del Deliberativo de la Ciudad.
Según el reglamento, el Presidente, a partir del diez de diciembre será Santilli, tiene como “atribuciones y deberes” unos catorce puntos, mientras que el vicepresidente cuenta con quince.
No obstante, no se trata de un problema cuantitativo. La cantidad de “atribuciones” que tiene el vicepresidente 1° son mayores en número, pero también en calidad. Además, son más palpables en el día a día.
Santilli deberá autenticar con su firma “todos los actos, leyes, resoluciones, declaraciones, órdenes y procedimientos”. Debe estampar su firma a la hora de convocar a los diputados a sesiones especiales y extraordinarias, como así también ordenar llevar el ritmo de las sesiones.
Este último punto es relativo. Particularmente porque el vicejefe de Gobierno suele acordar con el vicepresidente 1° y entre ambos deciden quien comandará el Parlamento. El caso actual es paradigmático: María Eugenia Vidal asiste en contadas ocasiones a presidir la sesión y es Cristian Ritondo quien toma ese lugar.
En el PRO, la figura del vicejefe de Gobierno, y su rol como Presidente de la Legislatura, ha sido siempre simbólica. Ni Gabriela Michetti ni María Eugenia Vidal – las dos compañeras de fórmula de Macri en 2007 y 2011- se inmiscuyeron en la lógica del edificio de Perú 160.
Dado que el propio Reglamento Interno del Parlamento limita al máximo las posibilidades del vicejefe de Gobierno, todos los que pasan por esa función deciden evitar entrometerse en la vida cotidiana de la Legislatura.
Además, el Presidente no puede reclamar espacios ni oficinas para sus colaboradores. Solamente tiene a su cargo la Dirección de Ceremonial y Protocolo.
Por si fuera poco, es el vicepresidente 1° quien diseña el presupuesto de gastos y quien administra la “caja” de la Legislatura. El Presidente sólo puede “presentarla” de acuerdo a “lo propuesto” por el vicepresidente.
El poder del vicepresidente 1°, y Ritondo lo demostró, es total. Entre otras cosas, Polledo tendrá como atribuciones “la administración y coordinación de la Legislatura” y podrá “supervisar y dirigir” las secretarías Administrativa, Parlamentaria y de Coordinación.
Se trata de tres puestos claves que son consensuados entre el vicepresidente 1° y los referentes de los bloques opositores. El secretario Administrativo se encarga de que todos los empleados cobren a tiempo y forma y el Parlamentario es vital para explicar las leyes y mantener el ritmo de la sesión.
El vicepresidente 1° designa a los empleados y empleadas del edificio, aunque también tiene potestad para removerlos. Recibe y gira las comunicaciones dirigidas a la Legislatura, cuando provienen el Ejecutivo, incluso pasando por encima del Presidente, que es parte del Poder Ejecutivo de la Ciudad. A su vez, se encarga del “orden y la seguridad” y propone al Contado General de la Legislatura.
Ante esta tamaña cantidad de “deberes” y “atribuciones” que le competen al vicepresidente 1°, la figura del vicejefe de Gobierno, es decir el legítimo Presidente de la Legislatura, pasa a ser inadvertida y trabajar en un segundo plano, como le sucedió a Michetti primero, y a Vidal después.
Hay que resaltar que el vicejefe de Gobierno es un hombre del Ejecutivo, por tanto se presume que tiene incidencia en el Gabinete. Por ahora, en el macrismo todos descuentan que Larreta premiará a Santilli con un Ministerio, en donde podrá desembarcar a todo su armado política, como ya hizo cuando estuvo a cargo de la cartera de Ambiente y Espacio Público y no podrá repetir esta vez en la Legislatura porteña.
No obstante, en el recinto porteño cuenta con el respaldo de sus dos diputados: José Luis Acevedo y Agustín Forchieri. Como se explicó, el Presidente del Parlamento no suele inmiscuirse en la negociación diaria de las leyes porque ese lugar que reservado, por decreto y por historia, al vicepresidente 1°. Sin embargo, hay quienes descuentan que Santilli volverá a operar en su antiguo rol de “garante” de acuerdos.
El plan de Macri para borrar al peronismo
Desde hace tiempo, Macri viene desplegando una estrategia para “sacarse de encima” al peronismo que fue vital y clave para el ascenso del PRO al poder de la Ciudad en el año 2007. Además, los miembros que provenían del PJ porteño y se sumaron al macrismo colaboraron con la fundación del partido y fueron parte de la fallida elección de 2003, cuando Aníbal Ibarra venció al ex presidente de Boca Juniors.
Desde siempre, la mesa chica del PRO miró de reojo a hombres con pasado justicialista, como Diego Santilli y Cristian Ritondo. La última intervención de Macri en la Legislatura también fue en ese sentido: dejó trascender que para 2016 quiere a Carmen Polledo como vicepresidenta 1° del Parlamento y a Francisco Quintana como jefe de bloque.
Ambos son diputados respetados y querido por el propio líder del PRO. De hecho, Quintana fue cabeza de lista de legisladores porteños en las últimas elecciones de este año. Además, expresan el espíritu que el macrismo pregona: son “PRO-puros” ya que ninguno viene de una experiencia partidaria previa.
De a poco, las expresiones más puras del PRO les van quitando a lugar a los caudillos peronistas que supieron manejar la Legislatura a la perfección y consensuar acuerdos con la oposición. El nimio poder en el Parlamento que tendrá Santilli cuaja perfecto en el panorama que piensa y al que desea llegar Mauricio Macri con su bloque de legisladores y con el propio edificio de Perú 160.