Alicia Kirchner aún no confirmó si acepta o no ser candidata a gobernadora; la oposición tiene todo cerrado para repetir el mismo esquema de los últimos años: todos detrás de Eduardo Costa; por ahora descartan a Máximo Kirchner peleando un cargo en la provincia; y empiezan a asomar algunos intendentes, con mandato en vísperas de vencimiento, para ocupar los primeros cargos en las listas del Frente para la Victoria (FPV). Ese es el escenario que hoy domina los últimos días de definición en Santa Cruz, distrito clave por lo simbólico para el kirchnerismo.
A cuatro días de la fecha tope para la presentación de candidaturas, el kirchnerismo aún no terminó de definir cómo jugará en los comicios santacruceños. Lo que sí saben es que pondrán un jugador propio en la alianza sellada con el gobernador Daniel Peralta, para que entre los dos sumen a un mismo lema –Santa Cruz aprobó hace semanas la aplicación de la Ley de Lemas para la categoría gobernador – y que el apellido elegido para ocupar esa vacante es Kirchner. Pero no Máximo sino Alicia, la ministra de Desarrollo Social de la Nación.
Su elección no sólo tiene como intención la suma de un condimento familiar para competir en el distrito que catapultó a Néstor y Cristina Kirchner. A diferencia de algunos de los miembros de su clan, Alicia tiene un nivel más alto de aceptación en el electorado y muy buena llegada en ciudades clave de Santa Cruz, más allá de su capital, Río Gallegos. Esto lo consiguió gracias a su paso por la cartera social de la provincia cuando su hermano era gobernador y lo transformó en caudal político propio con Kolina, la agrupación que la tiene como máximo referente y que en tierras patagónicas tiene un peso más importante al que posee, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires.
Igualmente, Alicia Kirchner aún no dio el OK. Los operadores kirchneristas explicaron a Letra P que, si bien tienen confianza en que terminará aceptando el convite, las decisiones se toman bien lejos de Santa Cruz. “Máximo está en Buenos Aires”, dicen para explicar quién toma las decisiones en el armado del FPV para esta provincia –y algunas más –. Y recuerdan que, en años anteriores, hubo candidatos que se enteraron un par de horas antes de que suene la chicharra del cierre de listas que tenían que arrancar una campaña.
Lo que están terminando de arreglar es el armado de las listas. La lapicera que definirá esto la tienen máximo y la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Y el primer borrador tiene anotados algunos intendentes de fidelidad comprobada y que este año concluyen sus mandatos. Entre ellos, Matías Mazú (Río Turbio) –tuvo hace poco una extensa reunión mano a mano con el hijo de la jefa de Estado –, Nelson Gleadell (Puerto San Julián) y José Ramón Bodlovic (Piedrabuena). Más rezagado quedó el de El Calafate, Javier Belloni, quien se ganó varios enemigos internos en el kirchnerismo local por autoproclamarse hace tiempo como “el candidato de Cristina” para la Gobernación.
Todos con Costa
De la mano de enfrente todo asoma más claro. Costa volverá a concentrar en su frente Unión para Vivir Mejor (UpVM) a toda la oposición al kirchnerismo. Mauricio Macri, Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Sergio Massa y Margarita Stolbizer competirán en las primarias de agosto con el diputado nacional como su único candidato a gobernador. Y Costa espera finalmente acceder a la Gobernación aglutinando el voto de todos ellos.
El empresario ya utilizó este mismo esquema en las legislativas 2013 y ganó con más del 42% de los votos. Con una salvedad: hace dos años, el PJ de Peralta y el kirchnerismo jugaron por separado: el FPV salió segundo, con el 24,7% y la boleta del gobernador tercera, con el 20%. A esto pueden sumarse otros dos antecedentes: en 2011 Costa sacó más del 45% de los votos pero igual perdió contra Peralta, que ese año fue el candidato de Cristina y consiguió la reelección con el 51,2%; cuatro años, en 2007, se repitió el escenario y el actual mandatario volvió a vencer a Costa. Esa vez, por 20 puntos –58,1% a 38,8% –.
