Las raíces familiares, los comienzos en la política, la relación con los líderes del peronismo, la influencia de Karina Rabolini y Malena Galmarini, el papa Francisco, los vínculos con empresarios y medios, son algunos de los ejes sobre los cuales indagan a fondo cada una de las biografías editadas por Sudamericana. Pero sin dudas son las características personales de Scioli y Massa y las distintas etapas de su relación con los Kirchner, contadas con detalles por sus autores, las que permiten esbozar explicaciones sobre su presente político.
Néstor, el conductor. “Un día vos vas a estar sentado acá. Pero no te apures”, cuenta “Scioli Secreto”, que alguna vez le dijo Néstor Kichner al gobernador, refiriéndose al sillón de Rivadavia. “Es una frase que Scioli suele citar como determinante en su destino. De la misma forma que dice que Néstor le dijo ´este proyecto tiene tres candidatos: Cristina, vos y yo´, como si fuera un continuador. Probablemente tenga que ver con el hecho de que Kirchner, como conductor, tenía que administrar una serie de expectativas”, dice Ibáñez.
-¿Kirchner intentaba contenerlo?
Ibáñez: Sin dudas. Hay una famosa frase del sciolismo, que dice que Scioli y Kirchner se llevaban mal en los años pares, y bien en los impares, porque había elecciones. Desde que Kirchner llegó al poder, Scioli fue candidato cuatro veces: en 2003, 2007, 2009 y 2011. Kirchner sabía de su valor electoral.
“Es más hijo de puta que yo”, escribe Genoud que decía Kirchner sobre “Majita”, como llamaba al hombre de Tigre. Según el biógrafo de Massa, la desconfianza mutua era la característica principal de la relación. “Durante su paso por la Anses, Massa se convierte en un funcionario imprescindible para Kirchner, aunque nunca termina de ser de su confianza. Kirchner veía que Massa era ambicioso, audaz, tenía un proyecto personal. El mismo Amado Boudou veía a Massa como un futuro candidato a presidente, ya en el año 2007”, explica Genoud.
-¿Kirchner veía esa mismo proyecto?
Genoud: Sí, pero lo tenía como bajo su tutela. Por eso en el año 2007 intenta darle una función ejecutiva. Y cuando se va Miguel Peirano, alguien piensa en Massa como ministro de Economía. Sin embargo, él se va, desoyendo el pedido del kirchnerismo. Ya en ese momento priorizó su proyecto personal. En 2009 le ofrecieron algo mejor, ser jefe de Gabinete, y aceptó. Cuando se fue de la Jefatura, quedó como alguien que había querido hacer cosas y no lo dejaron.
-¿Hay similitudes entre Kirchner y Massa?
Genoud: Tiene similitudes en su modo. Massa intentó hacer una transversalidad, aunque por derecha. Kirchner lo hizo con el progresismo y le salió bien. El primer Massa no kirchnerista hizo un intento transversal.
Cristina, una vara intelectual. Massa tenía apenas 30 años en 2002, cuando Eduardo Duhalde lo puso al frente de la Anses, cargo desde el que saltó al estrellato político. Seis años después sería la propia Cristina la que peleaba con Kirchner para que Massa se convirtiera en su jefe de Gabinete. “Kirchner ya le desconfiaba, pero Cristina lo defendía como un funcionario más joven, eficiente y leal que Alberto Fernández”, cuenta “Massa, la biografía no autorizada”.
“Cristina se fascina con los jóvenes funcionarios que le traen soluciones, como Martín Lousteau, Diego Bossio, Amado Boudou. Con Massa fue un poco así. Fue ella misma quien decidió el nombramiento. De hecho, a los dos días se su llegada Kirchner ya lo estaba criticando”, dice Genoud.
La fascinación de Cristina por las cualidades intelectuales de Massa poco tiene que ver con la relación que mantiene con Scioli, con quien tuvo su primer acercamiento en la Cámara de Diputados, hacia el final del menemismo. “Se conocen en un momento en que eran absolutamente antagónicos. Ella venía de la militancia política y decía que él se acababa de bajar de la lancha, no tenía ideología, ni pasado político. No siquiera venía del peronismo, ni por tradiciones familiares. Había un disvalor desde el punto de vista del respeto intelectual”, dice Ibáñez.
-A lo largo del libro se relatan varios momentos de destrato de Cristina hacia Scioli, ¿eso marca la relación?
-Es una relación marcada por la desconsideración. Cristina no lo consideraba un par. Kirchner era más pragmático, le daba un rol, aun siendo crítico aceptaba conducirlo. La diferencia con Cristina es que ella acepta conducirlo pero de manera genérica, como a todos los demás. No lo ubica como un actor en su mesa.
La sociedad que no fue. Scioli y Massa mantuvieron largas negociaciones antes de las primarias de 2013. La lista estaba acordada: Massa en primer lugar, Rabolini, en el segundo. Las dos biografías dan detalles sobre los días previos a la ruptura del hombre de Tigre con el kirchnerismo. El paso que Scioli, a último momento, decidió no dar.
“Estaban listos el lanzamiento y la presentación de los candidatos. Pero Scioli tal vez tuvo componentes exógenos que limitaron su accionar. De alguna manera siempre estuvo condicionado por el hecho de ser gobernador de una provincia que tiene una dependencia enorme del gobierno”, relata Ibáñez. No era la primera vez que el gobernador pensaba en saltar del barco kirchnerista: según cuenta el libro, en 2010, un mes antes de su muerte, Kirchner recibió un informe de inteligencia que aseguraba que Scioli planeaba su salida y una posible candidatura presidencial para 2011. Algo que tampoco sucedió.
Para Massa, la ruptura de 2013 fue su momento de mayor esplendor, reflejado por una cosecha de casi cuatro millones de votos. Según Genoud, el líder del Frente Renovador “aprovechó muy bien una coyuntura como la de 2013, cuando todo el mundo quería ponerle fecha de vencimiento” al kirchnerismo. “Se hablaba de la re-re de Cristina. Y Massa manejó muy bien los tiempos, con la cancha a favor. Pero de alguna manera todos los actores que jugaron en su momento para beneficiarlo, ahora jugaron en su contra”, analiza.
El rumbo. “Me cuesta creer que Scioli sea rupturista con lo que se han generado, sobre todo porque, de llegar al poder, lo va a hacer con un concepto de continuidad”, dice Ibáñez.
-Sin embargo, hubo momentos en los que marcó una línea política absolutamente diferente a la del kirchnerismo, sobre todo al comienzo.
Ibáñez: Creo que en ese entonces venía con impulso de su pertenencia menemista y su tránsito duhaldista. No sé si cambió pero yo lo veo como un personaje más aideológico, políticamente intuitivo de los momentos. No creo en el futuro se salga a grandes rasgos de ese camino.
Por el contrario, la audacia política de Massa lo saca de lo previsible. “Creo que, como él dice, quiere tomar sus propias decisiones y no ser esclavo de las corporaciones. Eso genera un poco de desconfianza en el empresariado, que apuesta por Mauricio Macri, primero, y por Scioli, después”, dice Genoud.
-¿Eso juega en su derrumbe político?
Genoud: No sé si es fundamental pero Massa quiere tomar sus decisiones y viene con un grupo de empresarios propios, como el grupo Vila-Manzano y Jorge Brito, que son hostiles al grupo Clarín. Su equipo económico es el del primer kirchnerismo y está claramente a la izquierda del de Macri o Scioli.
Tempo de candidato. “A Massa le gustaría un mundo en el que Scioli fuera viejo y él, joven. Pero Scioli todavía es joven”, relata Genoud que dice José Luis Manzano. Con 43 años, Massa se lanzó a la carrera presidencial con un apuro que su rival, ajedrecista apasionado, desconoce para los tiempos políticos. “A Massa le quedó muy lejos el momento desde el cual decidió transitar la campaña electoral, que es la más larga de la historia de la democracia. Tuvo que hacer política desde una banca, un terreno que no conocía. Eso mismo le pasó a Kirchner, con la diferencia de que había sido presidente. Es difícil mantener protagonismo político, iniciativa y ser una especie de imán o faro para el peronismo desde una banca de diputado”, dice Genoud.
La juventud de Massa también marcó, de alguna manera, su futuro político incierto. “Tiene un problema para conducir todo lo que generó. De alguna manera él es la cara del peronismo disidente, marginal, de los sobrevivientes del menemismo, del duhaldismo, del kirchnerismo. Massa tiene la misma edad de Axel Kicillof o Mariano Recalde, aunque un recorrido distinto y más temprano en la política, pero le resultó difícil conducir a tipos como Luis Barrionuevo, Juanjo Alvarez, Alberto Fernández, Juan Carlos Romero. Venía bien, con viento a favor. Pero no supo reacomodarse a la nueva coyuntura”, analiza el biógrafo del líder del Frente Renovador.
Para Scioli, en cambio, fueron años de espera paciente, imperturbable. “Hace mucho que se puso el objetivo de ser presidente. Da la impresión de que estuvo esperando este momento y se convirtió en una especie de candidato inevitable. A veces se quiso apurar y al final decidió no dar el paso, esperar la próxima ola”, dice Ibáñez.
-¿Hay una idea destino presidencial?
Ibáñez: Totalmente, de que siempre de alguna manera fue tocado por la varita mágica, de que hay en su historia cuestiones ligadas al azar y a la oportunidad. Ha estado cuidando su imagen durante años para eso.
Genoud: En el caso de Massa, tenía esa idea, todavía la tiene y la va a seguir teniendo, aunque le vaya mal.
El poder, la obsesión. “Massa es un parricida de la política. Desde joven fue quemando etapas, desafiando a la conducción política del espacio al que pertenece. Lo hizo en la Ucedé y después en el peronismo”, dice Genoud. Ambicioso, audaz, como veía Kirchner, esta es la primera vez en la que el desafío de Massa no parece encaminarse hacia un destino satisfactorio. “Esa voracidad, esa obsesión por el poder le juega en contra”, opina el periodista.
Por el contrario, para Scioli, con la mirada puesta en la Casa Rosada, la lealtad se convirtió en la carta ganadora.
-Considerando la relación de Scioli con el kirchnerismo y su aspiración presidencial, ¿hasta qué punto está dispuesto a soportar condicionamientos de Cristina?
Ibáñez: Todo lo que sea necesario. Scioli tiene un solo candidato: es él. Todo lo demás es negociable.