Desde el vamos, cuando Mauricio Macri lanzó a María Eugenia Vidal en la carrera por la Gobernación, el mundo político minimizó su figura. Apuntó a su falta de experiencia y a su escaso conocimiento del territorio bonaerense. Muchos se animaron, incluso, a exteriorizar un pensamiento que tiene que ver con los prejuicios a la hora de imaginarla en aquel momento al frente de la provincia más importante de todas.
En ese sentido, hasta hubo intendentes que la provocaron públicamente -Mario Secco, de Ensenada, por ejemplo-, diciendo que se le haría más difícil de la cuenta gobernar. Los gremios también le anticiparon una relación tirante y ella misma -hoy ya gobernadora-, dijo en más de una ocasión que era consciente de todo lo que la esperaba y que, claro, se sentía preparada para las batallas.
Hoy, a menos de un 20 días de iniciada su gestión, quien salió en primer plano a bancarla fue su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo. Y eso no es casualidad. La misión del funcionario quedó clara ante el primer gran dolor de cabeza en el gobierno: la triple fuga de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, los condenados por el triple crimen de la efedrina. "No hay que exponer a Vidal, la idea es que Ritondo salga y se banque los golpes, porque le gusta y sabe contragolpear", explican fuentes de la Gobernación.
A poco de andar el gobierno PRO, un dato quedó claro: Ritondo es el nuevo hombre fuerte de la provincia.
Su rol se hizo más evidente si se tiene en cuenta que el escándalo de la fuga depende del ministerio de Justicia -Servicio Penitenciario- y no de Seguridad. "Hablen con la gente de Ritondo", fue la respuesta de allegados a Vidal durante las primeras horas de la mañana del domingo, cuando había estallado el revuelo por el escape de los presos del penal de General Alvear. Y fue el ministro de Seguridad la única voz oficial ese día. Salió, además, con los tapones de punta contra el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. "Tiene la constumbre de ensuciar la cancha. Él tiene muchas explicaciones que dar a la Justicia por la causa de la efedrina", disparó, luego de hacer el anuncio de la recompensa de 2 millones de pesos para quien aporte datos fehacientes para dar con los fugados.
La misión de Ritondo es y será ésa: ponerle el pecho a las balas.
Su identidad peronista y su perfil alto, frontal y directo lo pintan de cuerpo entero. A diferencia del otro hombre importante dentro del gabinete de Vidal -el ministro de Coordinación y Gestión Pública, Roberto Gigante-, el titular de Seguridad no le esquivará a los micrófonos y será el escudo de la gobernadora cada vez que las papas quemen, como ahora, con el escándalo del SPB.
Ya desde su pasado como vice primero de la Legislatura porteña, a Ritondo se lo catalogó como un tipo de mucho diálogo con la oposición, un experto a la hora de negociar e imponer posturas. Esa buena sintonía con dirigentes de otros partidos quedó también evidenciada apenas Vidal lo nombró ministro de Seguridad: Ritondo participó de varios actos de gobierno de su antecesor en el cargo, Alejandro Granados. Posó para las fotos y lo acompañó en, por ejemplo, los egresos de nuevas camadas de policías locales.
"Ritondo en la Legislatura básicamente se dedicaba a construir acuerdos", recuerdan desde aquel edificio porteño. "Él siempre negociaba con el Ejecutivo de Macri cuáles eran las leyes que había que aprobar primero, cuáles había que votar tal cual se mandaban desde el gobierno y cuáles había que modificar", recuerdan las fuentes. Y completan: "Siempre se dedicó a sacar todas las leyes polémicas que proponía el gobierno; él las defendía a capa y espada y siempre ponía la cara cuando las cuestionaban duramente".
Cuando Diego Santilli ocupó ese espacio, siempre que tenía un problema o una urgencia, cruzaba con prisa a Bolívar 1, para contarle y pedirle ayuda a Macri. Ritondo no: "Él tomaba las decisiones y muchas veces hacía lo que quería, pero siempre con la intención de beneficiar al gobierno; o sea, no necesitaba ir a pedirle consejos a Macri".
De esa manera, Ritondo fue creciendo en la Legislatura. Tal vez por eso, en el PRO muchos lo miraron de reojo, hasta con cierta desconfianza. "Simplemente porque es distinto al PRO", graficó una fuente que lo conoce de cerca. Así y todo, Macri le hace valer el trabajo que hizo en la Legislatura, aunque al mismo tiempo no le da el vuelo que sí le da a otros: cabe recordar que lo bajó de la carrera por la jefatura de Gobierno y también desactivó su candidatura a la vicegobernación de la provincia.
Al ser también vocal primero en la Comisión Directiva de Independiente, tiene una relación estrecha con el líder camionero Hugo Moyano y participó en varias de las decisiones estratégicas en la gestión del Rojo, como, por ejemplo, en el acuerdo que el club hizo con el Banco Ciudad, por entonces manejado por el ahora ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Dame todo el poder. Hoy, ya como ministro de Seguridad, Ritondo concentra una cuota inmensa de poder: manejará el presupuesto de la Policía de la provincia, respaldado por una emergencia en seguridad que no le pondrá límites a la hora de gastar e invertir.
Según el texto del proyecto de Presupuesto 2016 enviado por Vidal a la Legislatura, el Ministerio de Seguridad pasaría de contar con 23 mil millones de pesos a casi 36 mil millones, lo que significa un crecimiento del 53% con respecto a lo designado por el ex gobernador Daniel Scioli para el ejercicio que está terminando.
"Ritondo va a poner la cara y va a ir al choque", definieron desde su entorno. Su carta de presentación en provincia fue incautar junto al nuevo jefe de la policía, Pablo Bressi, cuatro toneladas de marihuana en Pilar. Y ahora, ponerse al frente del escándalo que se generó tras la fuga en el SPB, aunque el área dependa del ministro de Justicia, Carlos Mahiques. Pero acaso no haya sido un servicio gratuito.