Política

Resignación y tristeza en el búnker de Scioli

Aunque algunos operadores intentaron ser optimistas, durante toda la tarde se supo que el candidato había perdido la elección. Resistencia, autocrítica y el comienzo del pase de facturas.

El final estaba anunciado, aunque hubo quienes intentaron mostrar optimismo hasta el final. Para la hora del cierre de los comicios, cuando comenzaron a llegar los principales dirigentes al búnker del sciolismo ya todos contaban con una derrota de Daniel Scioli. El número fue más ajustado de lo previsto, pero Mauricio Macri fue electo presidente. Con el correr de las horas comenzaron las especulaciones sobre las razones de la derrota. “Pasaremos a la resistencia”, anunció un dirigente de peso en el PJ.

 

Pasadas las 18, la dirigencia del oficialismo se empezó a concentrar en cinco pisos del hotel NH Bolívar. Desde ese momento comenzaron a verse las caras de preocupación por los resultados de boca de urna que se habían filtrado durante el transcurso del día. Sin embargo, algunos voceros de la gobernación mantenían la esperanza. “Los números que nos llegan no son malos. Hay que esperar”, decían en el Salón Mayor del hotel, donde se había montado un estrecho espacio para la prensa. La postal era bastante más discreta que la del mega acto organizado en el Luna Park para el 25 de octubre.

 

Algunos dirigentes desmentían, también, que el Frente para la Victoria no hubiera contado con suficientes fiscales durante la jornada electoral. “En Almirante Brown no solo no faltaban sino que había hasta dos por mesa. No entiendo de dónde sacaron eso”, se quejaba el flamante intendente, Mariano Cascallares.  

 

A medida que pasaba el tiempo aumentaba la tensión por la falta de datos propios, mientras desde el búnker del PRO llegaban noticias sobre supuestas diferencias abismales. “Acaban de decir que tienen una diferencia de 14 puntos. No puede ser. Nosotros no tenemos esa diferencia”, decía, incrédulo, un operador sciolista. El búnker estaba cada vez más silencioso, a la espera de que algún vocero se acercara a hacer declaraciones.  

 

Por fin, fue el jefe de Gabinete de la provincia, Alberto Pérez, el primero en subir al escenario, rodeado de ministros y secretarios provinciales. "Esperemos que cierre el escrutinio, que estará en pocos minutos. Hoy es una elección fácil, porque hay dos boletas. Pero, por respeto a todos los que están en las escuelas, esperemos para ver quién es el nuevo Presidente de la Argentina".

 

Pasadas las 19.30, Scioli llegó al hotel y subió directamente al séptimo piso, donde lo acompañaron su esposa, Karina Rabolini, su hija, Lorena, y sus hermanos, José y Nicolás. Al octavo piso ingresaron los dirigentes de mayor peso en el sciolismo, Alberto Pérez, Gustavo Marangoni y Diego Bossio. En el quinto estuvo Carlos Zannini. Un piso más arriba, ministros nacionales, como Carlos Tomada, Agustín Rossi, Axel Kicillof, el secretario Daniel Filmus, y provinciales, como Ricardo Casal, Alejandro Granados y Cristina Álvarez Rodríguez. Al enorme salón del cuarto piso ingresaron diputados nacionales, como Diana Conti, Carlos Kunkel, Jorge Landau, Gastón Harispe, intendentes, concejales y artistas, como Victoria Onetto e invitados en general.

 

Uno de los intendentes que sugirió que la diferencia no podía ser tan abultada fue Fernando Espinoza, que llegó con datos precisos sobre el abrumador triunfo del Frente para la Victoria en La Matanza. “Tenemos casi un 70 a 30”, dijo el intendente al llegar al NH. Sin embargo, la diferencia matancera no alcanzó. La provincia de Buenos Aires no dio la diferencia que Scioli necesitaba para compensar la derrota en otros distritos y pasar al frente en la elección. “Pensábamos que se ganaba por más diferencia en la provincia. Con estos números no ganamos”, reconocía un operador sciolista. Por lo bajo, todos comenzaban a especular con la razón de la ajustada diferencia bonaerense. “Algunos no trabajaron bien. Ya tienen  todo acordado con (María  Eugenia) Vidal”, decían.

 

El siguiente vocero sciolista en tomar la palabra fue Marangoni. El presidente del Banco Provincia se presentó cerca de las 20 en el escenario para calmar la ansiedad del periodismo pero con visible preocupación. Expresó su “satisfacción por una jornada cívica ejemplar” y su gratitud a los fiscales del Frente para la Victoria y prometió su regreso “en media hora”, cuando hubiera más datos oficiales.

 

De a poco, el salón de la planta baja del hotel fue quedando desierto. Afuera comenzaron a llegar militantes que de a poco sobrepasaron la calle Bolívar hasta extenderse hacia Plaza de Mayo. A las 21.33, en el cuarto piso del hotel, la dirigencia se paralizó frente a la pantalla gigante para escuchar a su candidato.

 

“Se ha elegido presidente al ingeniero Mauricio Macri, a quien acabo de felicitar”, dijo Scioli desde el escenario, flanqueado por Rabolini, Lorena Scioli, su candidato a vicepresidente, Carlos Zannini, ministros provinciales y dirigentes del sciolismo. Salvo el secretario de Legal y Técnica, ningún representante del kirchnerismo duro acompañó al gobernador bonaerense en el escenario.

 

Con tono pausado y sereno, Scioli agradeció el acompañamiento de la militancia y prometió “defender al país y cuidar lo que se avanzó”. Detalló algunos de los logros de la década kirchneristas y pidió que “Dios ilumine a Macri para que su gobierno sea superador, por el bien de nuestro país”.

 

Antes de las 22, el búnkers sciolista quedaba vacío. En la planta baja Pepe Scioli conversaba con Moria Casán y Nacha Guevara, cuando el gremialista Antonio Caló le palmeó la cara en señal de consuelo.

 

El gobernador salió desde el hotel rodeado de militantes que lo acompañaron hasta el estacionamiento, donde entonaron la marcha peronista en medio de lágrimas y emoción. Acompañado por su esposa, Scioli se subió al auto con los dedos en “V”. Desde la calle, una mujer lloraba abrazada a su hija, colgada de su cuello. “Volveremos, Daniel”, gritó.

 

  

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