El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, ya da por descontado un triunfo del candidato del PRO, Mauricio Macri, en el ballotage del domingo que viene. Así lo expresó ayer en dos ocasiones con diferentes visitantes en su despacho de la city porteña. Por eso ha comenzado a inventariar sus cosas y de ese proceso deviene un rumor que ha tomado fuerza: que antes de dejar su cargo le firmará la autorización a Fabio Calcaterra, primo del todavía jefe de Gobierno porteño, para que se haga del control del banco Interfinanzas.
Los últimos meses de Vanoli han sido ásperos porque en el empresariado se lo señala, después del ministro de Economía, Axel Kicillof, como el principal responsable de que todos los índices de la macroeconomía arrojen pálidas.
También es cierto que el titular de la autoridad monetaria es el epicentro de una campaña negativa en los círculos más exclusivos que se profundizó cuando le negó el permiso al empresario Enrique Eurnekian para adquirir el banco Finansur y terminó dejándole esa entidad al conglomerado de Cristobal López. Desde ese entonces han circulado informaciones de distinto tenor que perjudican a Vanoli e incluso, tal como se comentó en una gala benéfica del pasado miércoles por la noche en el Palacio Duhau, existiría alguna conexión con la causa que instruye el juez federal Claudio Bonadio y tiene por protagonista a Vanoli por supuestas irregularidades en la venta de dólares.
Este martes, Bonadío dispuso una serie de procedimientos en el Central por ese caso. Una treintena de efectivos de la Metropolitana visitaron las oficinas de Vanoli.
Inquieto por esta causa, el funcionario le daría el permiso a Calcaterra -dueño de la constructora IECSA- desembarque en Interfinanzas, un banco de inversiones (o de segundo piso como se lo denomina en la jerga financiera) que aspira, como tantos otros, a capturar parte de los negocios que deja la salida del mercado argentino del Deutche Bank, entidad que en los últimos años se caracterizó por ejercer la custodia de las principales operatorias en la plaza local que involucraban a firmas extranjeras.
Sería un último gesto de buena fe de Vanoli, antes de dejar el poder y con el interés de que la causa de Bonadío no sea más que un artificio de la campaña. Pero difícilmente suceda. El presidente del Central deja enemigos poderosos como los bancos City y HSBC, que además tienen la posibilidad de llegar a Bonadío gracias a los oficios de Sebastián Eskenzi, del grupo Petersen.
Además de incursionar en la construcción, Calcaterra se desempeñó en el mundo corporativo como CEO de la empresa de alimentos congelados Farm Frites y luego abrió su propia planta de congelados. IECSA luego vendió parte de su paquete al grupo italiano Ghella.