Ante todo, la Soberanía Nacional

La decisión tomada por la Corte Suprema de Estados Unidos de rechazar el pedido de revisión del fallo del juez Thomas Griesa pone en grave riesgo el proceso completo de reestructuración de la deuda soberana de la República Argentina. Dicho proceso comenzó en el año 2005 cuando Argentina logró que un 76% de sus acreedores aceptaran las condiciones de quita nominal de deuda y de sustentabilidad en los pagos que el país ofrecía. En el año 2010, se reabrió el canje de deuda logrando alcanzar un 93% de los acreedores. Finalmente, hace apenas unas semanas, Argentina acordó regularizar la situación de deuda que mantiene con el Club de París. Sólo el 1% de los acreedores argentino quedaron por fuera de todas las instancias de renegociación y son los que hoy litigan y comprometen lo realizado desde 2005 a la fecha.

Es importante resaltar que la resolución tomada por la Corte Suprema de Estados Unidos impactará sobre el sistema financiero internacional, ya que sienta un precedente judicial que podrá afectar próximas renegociaciones de deudas soberanas. Extrañamente aún, cuando los procesos de reestructuración de deuda fueron favorables al flujo de capitales del Mercado financiero, prefiere someter cualquier intento de autonomía que plantee nuevos modelos más allá del Consenso de Washington.

 

Las declaraciones del titular del fondo buitre NML, Paul Singer, a pocos minutos de conocer el fallo, ponen en absoluta perspectiva el absurdo de un sistema internacional distorsionado. La invocación hecha por un usurero que compró carroña de deuda por céntimos, dirigida a un Estado soberano y democrático sobre la necesidad de cumplir y honrar su compromiso, podría ser una escena de una mala comedia, sino fuera la realidad a la que el fallo nos ha enfrentado.

 

La reestructuración de la deuda iniciada por Néstor Kirchner fue uno de los síntomas más claros del cambio de época que la primera mitad de la década del 2000 nos entregó. Al recurrente círculo vicioso de endeudamiento y pérdida de soberanía, las democracias populares fortalecidas de América Latina oponían una fortificación de sus estados, una acumulación, una sustitución de importaciones, reindustrialización y, con Argentina como vanguardia de un desendeudamiento basado en una reestructuración que, además, respetaba reglas de juego que no habían sido muy contemplativas durante el período neo liberal con sus pueblos.

 

En palabras de la Presidenta “Paralelamente al pago de esa deuda se generaban millones de puestos de trabajo, se incorporaban jubilados al sistema previsional, se comenzaban a aumentar las jubilaciones, volvían las convenciones colectivas de trabajo, se abrían fábricas, parque industriales. Fue un pago de deuda con crecimiento e inclusión social”.

 

Una vez más, la derecha concentrada del capitalismo necesita demostrar su poder dominante, mediante el escarmiento hacia aquellos países que mostraron una soberanía creciente, como Argentina lo manifestó a lo largo de la última década.

 

Los tres jueces de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, Carlos Rosencrantz y Ricardo Lorenzetti, los rostros más notables de la Argentina injusta.

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