Los pasos para casos de violencia de un estudiante a un docente son “contener al maestro afectado y acompañarlo en la situación”, “contener al estudiante, poner en palabras el hecho y conversar a nivel grupal e institucional” y “evaluar los pasos junto con los Equipos de Orientación y la convocatoria de profesionales de aplicación de la Ley 26.061 de Educación Nacional”, según explica la guía.
También prevé convocar al Consejo Escolar de Convivencia y analizar las sanciones educativas que correspondan según el Acuerdo Escolar de Convivencia en el Nivel Secundario o los Acuerdos de Convivencia de cada institución en otros niveles.
El accionar sugerido es similar para los casos de violencia del docente hacia un estudiante en relación con la intervención en los grupos y la importancia de poner en palabras lo sucedido.
Ante situaciones de violencia entre adultos, como docentes, no docentes y familias, se protocoliza la actuación según los casos. Por ejemplo, si se presenta un adulto amenazando a algún directivo, docente o no docente de la institución, exigiendo verlo, se propone “evitar que la persona exaltada o amenazante se encuentre con el adulto, mediante la intermediación de más de un adulto”.
También “mantener la calma, explicar pacientemente que de ese modo es difícil dialogar y que se pretende dar una respuesta”, “tratar de mantener la escena lejos de la presencia de los estudiantes”, “proponer una entrevista en otro momento con algún directivo o autoridad escolar”, y en última instancia “comunicarse con las autoridades educativas y autoridades locales”.
Si pese a todo se consuma un hecho violento, se indica “contener al docente destinatario de la agresión, brindarle apoyo con los Equipos de Orientación de la jurisdicción, elaborar un plan de trabajo para abordar en forma institucional la situación y reflexionar sobre los modos de resolver conflictos”, además de “registrar lo acontecido en un acta, y permitir actual libremente al docente que podrá iniciar medidas legales”.
Otro apartado se refiere a la sospecha de que un alumno tiene un arma de fuego en la escuela y propone “convocar al estudiante a la dirección u otro espacio que no le permita el contacto con otros alumnos”, “estar acompañado por más de un adulto y es importante que estos sean elegidos por su capacidad de “sostener”.
“El estudiante tiene que percibir de parte de los adultos una actitud de cuidado hacia él y sus compañeros y compañeras y no un enjuiciamiento sobre su persona”, establece la Guía.
Si un estudiante muestra el arma de fuego a un docente hay cuatro reglas básicas: tratar todas las armas como si estuvieran cargadas; solicitar que apunte el arma hacia un mueble de madera o piso de madera, una mochila con libros, para sacar de la trayectoria de un posible disparo a alumnos o profesores; pedirle que saque el dedo del gatillo y deje el arma sobre una superficie horizontal, de la cual no pueda caer.
En ese momento se puede evacuar el aula o retirar al o la estudiante y llamar a la familia o referente adulto, y se debe convocar a la fuerza pública para que retire el arma. El texto también incluye sugerencias si un estudiante lleva a la escuela armas blancas o transforma otros elementos, como útiles escolares, en armas blancas. Asimismo, se describe el accionar cuando se presentan señales de la posible existencia de intentos de suicidio, noviazgos violentos, abuso sexual, alguna vulneración de los derechos de niños, niñas o adolescentes.