A poco más de un año para ponerse en marcha la agenda oficial de las elecciones 2015, observo una inquieta curiosidad que con el pasar de los días y frente a las turbias novedades que acontecen, se agudizan con, creo yo, una ansiedad que vale la pena analizar.
Se habla sin descanso de alianzas, frentes, coaliciones y sumas de partidos con partidos, de partidos con personalidades, de figuras con figuras y un sinfín de combinaciones que me lleva a pensar que los métodos y recursos de suma se están fagocitando los objetivos y, por supuesto, mucho más las ideas.
Todo ciudadano informado y curioso de la política nacional lee a diario diez títulos que dicen que Macri se sumaría al Frente Amplio UNEN. Después lee otras diez veces que no lo haría. Que tal se opone pero que el otro aceptaría.
Pareciera que a todo ciudadano antikirchnerista le interesaría que cualquier fórmula contra K engorde a cualquier precio. No importa si Macri lo trae a Giuliani desde Manhattan o el otro lo acerca al cura Pepe. La hora manda a sumar. ¿Por qué? Para qué la urgencia, esa mala consejera que siempre conlleva torpes decisiones.
No tiene importancia si las declaraciones (casi sentencias) provienen de quien exhibe una historia con cero adhesión electoral o que jamás gestionó siquiera un centro vecinal…, o son palabras de hombres capaces, experimentados aun que sus credos ideológicos sean dispares u opuestos.
En Córdoba se advierte una insatisfacción profunda. Progresiva aunque silenciosa contra el Gobernador De la Sota. Empresarios van dejando de ocultar su fastidio por los desaciertos de la administración del PJ y economistas, personalidades y algunas instituciones no disimulan su hartazgo de un modelo mediocre e impregnado de un tufo de corruptela innegable. “Hay que sacarlo en el 2015” –se animan en los pasillos (poco en los medios). El modelo está en horario de partida y me sorprende la liviandad de tantos al momento de analizar los pormenores de esa construcción compleja y eficiente que necesitamos para llevar ese anhelo a buen puerto.
En Córdoba, como en otros espacios que ocupo nacionalmente, vengo propiciando la unidad. Vengo desde el año pasado uniendo cabos sueltos, generando acercamientos y disparando señales plenas de sustancia. Nada de efectos especiales. Esta vez debiéramos lograr un acuerdo en la práctica y una colosal comunión en las intenciones. Sería deseable engrosar con diversas voluntades de colores distintos una sola voluntad fundante: gobernar esta provincia con mucha capacidad, saber, convicciones y mucha honradez. Eso para largar. Eso es el carné de socio.
Todos conocen mi parecer. Pero hay detalles que merecen aclararse. Los cordobeses me conocen gestionando. Tengo una profunda vocación ejecutiva y un estilo claro atado al trabajo concreto, a horas en el lugar de la obra pública, en la calle, en donde están los problemas y siempre con el mismo umbral de tolerancia ante la irregularidad, ante la inconducta y ni que hablar ante los negociados. Soy lo que hice. También soy de la manera de lo que hice.
Entonces, CADA VEZ SON MÁS CORDOBESES, los que sueñan una cambio. También buenos dirigentes políticos están sumados a ese proyecto, pero hay quienes no aportan con su propia conducta pública la coherencia que la construcción demanda.
El Intendente Mestre y algunos de sus funcionarios están confundiéndolo todo. Desde las filas de un Partido que nacionalmente está comprometido con una idea de suma, estos muchachos obran a contramano de las demandas de claridad y ética con su propio y lamentable ejemplo.
Entonces. Yo advierto el episodio. Me indigna como a los miles que se enteraron de sus nefastas picardías. Expreso mi malestar y suenan palabras como rumores aconsejándome no tanta estridencia. O poniendo en duda mi voluntad aliancista. O directamente haciéndome responsable de los puentes detonados y esas figuras tan gráficas de campo de batalla. El tema seria aclarar que el puente a tender es con una Institución política, con un partido más que centenario y no con jóvenes irresponsables que andan rifando el futuro en avioncitos prestados o metidos en cuestiones inexplicables. A ellos les cabe la condena social. A ellos se les debiera demandar por hacer añicos la oportunidad de desembarazar a Córdoba de una tropa de bandidos que la arruinan y maltratan.
El coctel de ansiedad, buenas intenciones y ganas de cambiar Córdoba, no es apto para menores que olvidaron su vocación social en alguna pista.