“Perón decía que el Partido Justicialista es una herramienta electoral que sirve 15 minutos antes y 15 minutos después de las elecciones”. Como un rezo profano, Hugo Antonio Moyano repite la cita cuando un dirigente o un militante camionero, nostálgico, le pregunta si tiene “sí o sí que desafiliarse del PJ para, como muchos de sus compañeros, afiliarse al Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo, el sello electoral moyanista.
El jefe de la CGT disidente integra el pelotón de dirigentes que enfrentados al Gobierno crearon sus propios partidos, proceso que obligó a algunos a desafiliarse del PJ y, además, a arrastrar a otros a hacerlo. Además de Moyano, ocurrió con Felipe Solá -que anotó su partido Mejor-, con Gerónimo Venegas, jefe de UATRE, que inscribió el partido Fe, y Alberto Fernández, con su marca PARTE.
Antes que todos, allá por 2009, lo hizo Francisco de Narváez, que fue candidato por el PJ en 2005 bajo el paraguas de Eduardo Duhalde, luego pidió internas para elegir candidatos y cuando, con Néstor Kirchner al frente, el PJ nacional negó esa posibilidad, creó su propia marca: Unión Celeste y Blanco.
“Si uno no está en el PJ, no deja de ser peronista”, refuerza el camionero el mensaje a su entorno, pero podría valer para todos los mencionados, algunos socios del kirchnerismo, que ahora están enfrente y, como el PJ está manejado con mano de hierro por Olivos, no tienen lugar dentro de esa estructura. Al punto que coinciden en el variopinto universo del “peronismo disidente” a pesar de que en el armado político no compartan, al menos por ahora, táctica electoral.
La irrupción de partidos filoperonistas es, luego de las sucesivas rupturas en el dispositivo K, una necesidad para no tener que alquilar sellos -cuya cotización aumentó a partir de la ley de internas abiertas que dificultó la vigencia de los partidos- o, peor aún, para no quedar a merced de socios que manejan el poder de la lapicera al ser dueños del instrumento electoral.
A partir de las PASO, los requisitos se endurecieron y aumentó el número de “adherentes” -fichas amarillas- que debe presentar un sector para crear un partido y, sobre todo en el plano bonaerense, la cantidad de afiliados que deben mostrar -fichas blancas- para obtener la personería ante la Junta Electoral de la provincia de Buenos Aires.
Una de las imposiciones es que las fichas de afiliación deben ir acompañadas por una carta documento en la que se desafilian del partido al que pertenecían antes. En general, se trata del PJ, por lo cual el grueso de los más de 60 mil afiliados se le “cayó al peronismo bonaerense.
Sin embargo, tanto Solá -en Mercedes- como Moyano -en Mar del Plata-, Venegas -en Necochea- y De Narváez -en Luján- figuran todavía en el padrón de afiliados del PJ de Buenos Aires.
Eso se explica por un motivo: no hay entrecruzamiento de datos de padrones; por lo tanto, a pesar de la desafiliación, muchos nombres figuran en más de un padrón a la vez, porque las listas no se depuran.
Moyano, por caso, renunció en diciembre de 2011 a la jefatura del peronismo bonaerense y a la vice del Consejo Nacional, junto con Omar Plaini y Jorge Mancini, entre otros. Sin embargo, el camionero todavía no se afilió a su propio partido y puso, como presidente, al dirigente Leandro Macis. En el moyanismo dicen que lo hará pronto.
Solá, en tanto, se desafilió del PJ para convertirse en presidente de Mejor; Venegas, a su vez, avanzó con su partido Fe con la intención de tener, además de presencia en la provincia de Buenos Aires, en otros distritos para lograr personería nacional.
(*) Periodista, analista político. Diario Ambito Financiero