Según relataron a través de sus cuentas de Facebook, el encargado “nos dijo con toda la soberbia del mundo que lo que estábamos haciendo era una falta de respeto; que había clientes a los que no les gustaba ver ‘estas cosas’; que él trabajó en ‘Antino’ (boliche gay platense) y que en ese lugar sí estaba permitido este ‘tipo de actos’, que había ‘ciertas cosas’ que no se pueden hacer en cualquier espacio. ‘Así que chicas…’, dijo despreocupadamente, dándonos a entender que debíamos dejar de manifestar nuestro amor o, de lo contrario, retirarnos del bar”.
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