Casamiquela: profundizar o recomponer, el dilema de un dialoguista
Señalado como un funcionario de bajo perfil, Carlos Casamiquela llega al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Luego de manejar el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), desembarca en una cartera importante para la Economía nacional. Su rol lo marca como un nuevo actor en un gobierno que está distanciado del modelo que las entidades rurales pregonan para el país.
La vuelta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner desencadenó una serie de cambios importantes en el gabinete nacional. Con la salida de Juan Abal Medina y la llegada del gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, se inicia un nuevo ciclo en el kirchnerismo, que comenzó a tener fuertes movimientos internos luego de la derrota en las elecciones legislativas.
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Una de las caras nuevas, además de la de Axel Kicillof en lugar de Hernán Lorenzino, es la de Carlos Casamiquela, quien ocupará el lugar de Norberto Yauhar. Un hombre alejado de los primeros planos llega a un ente clave, con un rol protagónico frente a las entidades rurales, esas que pusieron en jaque al matrimonio Kirchner cuando el ex vicepresidente, Julio Cobos, realizó “su voto no positivo” y descartó la famosa 125.
Con una amplia trayectoria dentro del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), donde escaló peldaños para obtener el puesto más alto, Casamiquela afronta un nuevo desafío en el gobierno que mantiene una tensa relación con la Mesa de Enlace. Pero el flamante Ministro conoce y bien como son los tiempos de las entidades rurales, respaldado por un nutrido itinerario en el interior del país.
Su trayectoria comenzó hace 40 años, muy cerca de su tierra natal, Viedma, cuando en la década del ´80 se desempeñó en la unidad del instituto en Alto Valle del Río Negro. Con residencia en General Roca, el ingeniero agrónomo que se recibió en 1973 en la Universidad Nacional de La Plata(la casa de estudios donde también pasaron Néstor y Cristina), manejó, además, el Centro Regional Patagonia Norte con sede en Neuquén.
Con esa experiencia, en 2003, luego de trabajos que lo llevaron a recorrer diferentes países, llegó a la vicepresidencia del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), entidad que se sacudió justo en el año que renunció el por entonces presidente, Bernardo Cané, y su ladero, Daniel Welschen.
En un duro comunicado, los hasta ese tiempo funcionarios advertían que su salida se debía a que “no existe ningún servicio sanitario en el mundo donde su conducción sea compartida entre el Gobierno y un cuerpo colegiado formado por los destinatarios de la fiscalización del organismo”. Así, en un contexto de turbulencias, se desempeñó en la entidad hasta 2009, donde selló el regresó al INTA para ser Presidente.
“Hay vínculos normales con los dirigentes de las entidades agropecuarias por su trabajo en el INTA, tendencias naturales al diálogo por haber estado en un lugar tan importante”, le dijeron a Letra P sobre el papel que jugará el nuevo Ministro, quien se caracteriza por mantener un perfil bajo, ratificado por la gestión en su anterior cargo.
Otro de los logros que se le resalta, es la implementación de proyectos a largo plazo y una real proyección hacia el campo social. “Se ha trabajado muy bien en todo el país. Se hizo mucho desde la entidad”.
Según esgrime el mandato, el rol social y técnico, alejado de las características normales de las negociaciones políticas, impulsó el visto bueno para llegar al puesto que asumirá, oficialmente, mañana. Todo un desafío, el de profundizar o recomponer.