Facultades con derecho de admisión

Por María Eva Quijano

La universidad pública y gratuita, uno de los históricos pilares de nuestro país, se encuentra en constante movimiento y discusión por la comunidad educativa (docentes, no docentes, estudiantes), los encargados de la gestión política y la sociedad en general.

 

La ciudad de La Plata, uno de los centros universitarios más reconocidos, cuenta con un amplio abanico de carreras para cursar  en sus 17 facultades, aunque la inclusión no es la misma en todas las instituciones: la facultad de Ciencias Jurídicas y la de Medicina tienen ingreso eliminatorio.

 

Este hecho, además de ir contra la inclusión y el derecho de todos a la educación, desobedece por completo el Estatuto de la Universidad sancionado en 2008. El Artículo 21 del Capítulo V (De la libertad de aprender), bajo el Título II relacionado a sus funciones, establece: “El ingreso a la Universidad Nacional es de carácter libre e irrestricto. Serán considerados estudiantes de la U.N.L.P., todos aquellos inscriptos que acrediten haber finalizado los estudios secundarios, garantizando el libre acceso y la igualdad de oportunidades para iniciar los estudios de grado”.

 

La mayoría de las facultades tienen cursos de ingreso verdaderamente nivelatorios, con el fin de la integración, adaptación e inserción del estudiante a la vida académica superior  y permite a los docentes diagnosticar el estado de situación del grupo ingresante.

 

“Medicina sin remedio”

 

En el caso de la Facultad de Ciencias Médicas, el ingreso es polémico y resistido por los estudiantes desde la década del ‘90. En la primera instancia, los alumnos se preparaban durante ocho semanas en matemática, química, física y biología para rendir una prueba de 60 preguntas de opción múltiple. Este mecanismo dejaba a muchos aspirantes fuera de la carrera que debían prepararse para el año siguiente.

 

A partir de la reforma del estatuto de la Universidad en 2008 que proclamaba el ingreso libre e irrestricto, la facultad brindó un curso de ingreso cada seis meses donde los reprobados en febrero volvían a intentarlo en el segundo semestre.

 

Como la resistencia y deserción continuaba, a partir del 2010 se implementó el último y actual ingreso. Consiste en un curso de ocho asignaturas hasta fin de año, además de las cuatro iniciales se le agrega “Comprensión de textos”, “Introducción a la historia de la Medicina”, “Primeros Auxilios” y “Bioética” (cuatro materias en cada cuatrimestre).

 

En los tres casos, el ingreso es eliminatorio y la resistencia persiste. En los últimos días los estudiantes denunciaron que  sólo dos de los 1200 aspirantes aprobaron los cuatro parciales previstos para la última etapa del primer cuatrimestre. En forma de protesta cortaron la avenida 60 a la altura de los 120, porque con no aprobar una de las ocho materias anuales quedan fuera de la carrera que empezarían el año que viene.

 

“Sin Derecho”  

 

La facultad de Ciencias Jurídicas tiene un curso de Adaptación a la Vida Universitaria (CAU) que, aunque es planteado como “nivelatorio”, el aspirante tiene una evaluación finalizado el curso con dos recuperatorios que debe aprobar con 6 para “alcanzar los objetivos propuestos”, según lo explicitado por la misma Facultad.

 

Esta modalidad, que contradice el estatuto universitario, fue aprobada por la mayoría docente y los consejeros por la mayoría estudiantil, ambos militantes o cercanos  a la Franja Morada-UCR. Un proyecto nivelatorio y de inserción a la vida estudiantil fue presentado por el Consejero estudiantil de otra agrupación pero no fue tomado en cuenta.

 

Lo complejo de esta situación es que quien no aprueba ninguna instancia de examen queda fuera de la universidad hasta probar suerte al año siguiente.

 

Algo similar le ocurrió a Luis, un joven de 20 años del barrio Altos de San Lorenzo de La Plata, realizó con esfuerzo y compromiso todo el curso de ingreso 2012 pero desaprobó las instancias de evaluación. El adolescente cuenta que la última vez que rindió estaba seguro que aprobaría, había hecho las 10 preguntas completas, pero el mail que recibió con el resultado lo dejaba fuera de la facultad por este año.

 

“El último día que rendimos éramos más 80 pibes de los cuales me enteré que varios tampoco aprobaron” afirmó Luis. Para él no deberían existir estos exámenes porque son una forma de “seleccionar” a los estudiantes y hacer que cada año sea menor el número de ingresantes.

 

A diferencia de otras personas que no se presentaron después de reprobar la primera prueba, este joven redobla su apuesta y afirma que el año que viene va a cursar sus primeras materias en Derecho luego de rendir bien el primer examen. “Voy a volver a intentarlo por convicción, porque creo en mi capacidad y es la forma que tengo de superar una vida con muchas necesidades y generalmente alejadas de los estudios. Tengo que aprovechar este momento histórico que da la oportunidad a que pibes del barrio también tengamos la posibilidad de comenzar y seguir nuestros estudios”, aseguró Luis.

 

Este caso ilustra la situación de cientos de jóvenes a los que se les niega su derecho a la educación sin darles la oportunidad de cursar materias específicas de la carrera que eligieron. Sin importar el nombre, la precedencia o el contexto que rodea a cada aspirante se lo expulsa por no cumplir con los “objetivos propuestos” por unos pocos.

 

Fallas y contradicciones del derecho quedan en evidencia con estos mecanismos que poco tienen de “nivelatorio” y mucho poseen de filtros eliminatorios. Ninguna de las dos facultades se ofrece abierta o inclusiva para que el Pueblo argentino tenga un libre acceso a sus aulas en pos de construir una Nación más fuerte e igualitaria. Cuando este derecho se mezquina, las desigualdades sociales existentes se potencian y se extienden a lo largo del tiempo.

 

No son políticas acordes al contexto que vive la educación pública argentina en general que insta a la inclusión de todos y a la formación de sujetos críticos con conciencia social. La libertad y la igualdad para el crecimiento de la sociedad sólo es posible con educación, y la educación pública no es concebible sin libertad e igualdad.

 

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