Moyano. Scioli. Macri. Siguen las firmas. Continúan. La lista no se cierra. El kichnerismo tiene abierto su libro de enemigos y posibles contrincantes para el 2015 pero la oposición sigue adormecida. No está, no aparece. No sabe cómo leer el manual de instrucciones de la nueva etapa.
El escenario político cambia todas las semanas, el Ejecutivo Nacional redobla la apuesta para jugar al desgaste. A la erosión de los distintos frentes.
El miércoles, Hugo Moyano intentará dar una señal de fuerza pero indefectiblemente está jugando el partido con las reglas del kirchnerismo. Por ahora, la estrategia de la mesa chica de la Casa Rosada está saliendo perfecta. Sin fisuras. El resto de los problemas de gestión ya estaban anotados en la lista del debe. El Gobierno cree que tiene la estructura suficiente para soportar las turbulencias que puede generar el moyanismo. La semana pasada, el avión se movió bastante. Cristina adelantó su regreso e incluso habló mano a mano con la prensa sobre la situación en Paraguay. Síntomas.
Esto es una partida de truco y se trata de hacer saltar lo más fuerte de la otra pareja, antes de la última carta. Hacer saltar el ancho, o el falso ancho de espada y ver quién se queda con los porotos.
El que mejor miente para engañar al otro, es el que puede resultar ganador. El 2015 está lejos y el kirchnerismo logró que Moyano y Scioli entren en la lógica que más le gustaba a Néstor Kirchner: la campaña permanente. “Yo sé que el 50% de la gente no me quiere pero también sé que el 50% de la gente tampoco quiere a La Cámpora y al Gobierno. Con ellos tengo que enfrentarme”, le dijo en la última semana Moyano a un ex gobernador peronista que ya tiene contactos con “La Juan Domingo”, el think tank (?) sciolista. El camionero sabe que el único poder de fuego está en la espalda de su gremio, sin embargo ya no es el Moyano de años anteriores y ahora su suerte quedó atada a lo que pueda ocurrir en la CGT el próximo 12 de julio. Algunos sostienen que el Gobierno Nacional tiene asegurado un triunfo en la central obrera o en su defecto una ruptura, como ocurrió en la CTA. Ayer, siete gremios anunciaron que no acompañaran a Camioneros el próximo miércoles. ¿Podrá Moyano mantener este nivel de enfrentamiento? ¿Logrará transformarse en un aliado efectivo de eventuales contrincantes al modelo kirchnerista? ¿Qué tan profundo es su poder de daño?
Ahí está el otro problema, Hugo solo puede ser un importante actor de reparto, ya que sus posibilidades en la política electiva son nulas. Por las dudas, Scioli intentó despegarse de Moyano, luego de los ataques de Gabriel Mariotto que dejó la indefinición y volvió a mostrar los dientes, pero en La Plata los teléfonos del gremialista y los del ex motonauta siguen sonando.
El kirchnerismo deja que el tiempo pase. Dilata la verdadera discusión. Luego de las elecciones legislativas del año que viene, se resolverá el asunto que más lo inquieta: la reforma constitucional.
La semana pasada, movimientos sociales y dirigentes lanzaron el programa para iniciar un debate por la reforma de la carta magna. No hablan de plazos, ni de CFK 2015, solo de la necesidad de reformar la constitución para que esté al servicio de las “mayorías populares”. Un eufemismo algo simple para intentar camuflar el verdadero sentido. Mientras la reforma no ocurra, en la Quinta de Olivos sostienen que lo mejor que puede ocurrir es que los presidenciables salten y se desgasten. ¿Cuánto puede durar Scioli sin romper? ¿Con quién se va a juntar? Esas son las preguntas que se hacen en Balcarce 50. Inquietudes que al no tener respuestas resultan paliativas para las bacterias que afectan al oficialismo.
De acuerdo al resultado que se obtenga en las legislativas, es cómo planteará el kirchnerismo la reforma electoral. Por lo pronto, no hay plan B. Así lo confirmó, Hugo Yasky, titular de la CTA kirchnerista, que también habló de querer una Cristina “sin fecha de vencimiento”. La falta de una alternativa electoral, ante la posibilidad de que la presidenta no esté en condiciones constitucionales de presentarse, está a la vista, por eso el Gobierno Nacional pretende que el resto de los jugadores salgan a la cancha a jugar un partido que todavía no comenzó. El ex gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, pidió que Cristina convoque a un “gobierno de concertación”. No hubo respuestas, ni aliados.
De lo que puedan hacer las distintas aristas, radica el secreto de lo que viene. El Gobierno deberá encausar su política económica o más bien definirla. La oposición tiene que aparecer y dejar de jugar a las escondidas, guardando la cabeza en las espaldas de los hermanos mayores como nenes asustados. Hay que jugar a la política, esa que el kirchnerismo sabe jugar muy bien.
(*) Periodista de la sección «El País» del diario Clarín. Escribió durante cinco años en la sección «Política» del diario Perfil, donde fue corresponsal acreditado en Casa Rosada. Conductor de “Día de Cierre”, programa de entrevistas emitido por Canal Metro.
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