Cagnoli es, por excelencia y trayectoria, la marca de salamines más consumida y más conocida dentro y fuera del territorio tandilense. En la previa a Semana Santa, y festejando el aniversario de la ciudad, Letra P conversó con Hugo Cagnoli, segunda generación de la familia que sentó las bases de la empresa y convirtió al producto en lo que es hoy.
Don Pedro Cagnoli, llegó a principios de siglo a la Argentina y el viento serrano lo llevó a Tandil. “Nuestros antepasados trajeron el oficio desde su Italia natal y se afincaron en estas tierras porque decían que era igual a donde ellos vivían en Europa, en la región de Casalmaggiore, en Lombardía”, comenta Hugo y enfatiza que en esa época “las producciones se realizaban sólo en invierno y en algunas regiones del país el clima (humedad, temperatura) era ideal para la elaboración de salames (caso de Tandil)”.
En apariencia, para los italianos el país era la tierra de un nuevo comienzo, era una segunda oportunidad. Por eso, es que pese a que “siempre se elaboraron salames en la familia, muchos tenían otros trabajos el resto del año. Nos contaban que el lugar era muy parecido a la región de Italia donde ellos venían, pero como los medios no eran muchos, se hacia lo que se podía”, cuenta Hugo.
“Cuando era chico se andaba en carro y caballo, el reparto en la fábrica lo empezamos en un charret. Me acuerdo que los lugares que hoy son paseos de la ciudad, eran los lugares donde jugábamos con mis primos. El Fuerte Independencia quedaba cerca de la casa de mi abuela”. Hugo hace memoria para narrar lo que fue su infancia en la ciudad. Al colegio “tenía que ir en bicicleta desde mi casa, que eran 12 kilómetros. Salíamos desde la chacra donde está la fábrica hoy y teníamos que ir hasta el centro de la ciudad”.
Con el tiempo, la empresa creció y se hizo cada vez más popular. Los productos elaborados de manera artesanal, representan para la comunidad en emblema, sobre todo fuera de Tandil con los reclamos del tipo “traéme un salamín” que, junto con los quesos, es el pedido más solicitado por todos.
“Los productores de chacinados de la ciudad nos hemos unido en el Consejo de la Denominación de Origen del Salame de Tandil, el cual obtuvo en noviembre del año pasado la D.O. (Denominación de Origen), siendo el primer producto agroindustrial de la Argentina en obtener esta membrecía”, comenta Cagnoli. Desde hace dos años, el Consejo sumó al Festival de las Sierras, organizado desde hace 30 años por la local “Peña el Cielito”, para que se convierta en la Fiesta de Tandil. Este año, más de 25000 tandilenses y turistas pudieron disfrutar de folklore, picadas y carnes tandileras asadas.
De esta manera, la ciudad bonaerense continúa creciendo y se instala como una de las más importantes de la Provincia.
Por su parte, Hugo explica que es política de la empresa apoyar el desarrollo cultural y deportivo de Tandil y es por eso que colabora con todo tipo de eventos que se desarrollan en la ciudad. “Obviamente ponemos la picada”, aclara.
Cagnoli tiene como misión, convertirse en una empresa referente de fiambres de calidad, sustentándose en el origen Tandil. “En toda nuestra difusión esta nuestro origen y trabajamos duro para cumplir las expectativas que genera en los consumidores que el producto sea de Tandil. Creo que el aporte de Cagnoli se suma al de todas las empresas y personas que ofrecen productos y servicios en nuestra ciudad. Tandil se caracteriza por ser una ciudad que busca la excelencia. Nuestra hotelería, nuestra gastronomía, nuestras producciones, nuestros comercios, todos tienen la calidad como condición para su trabajo”, sostiene el empresario.
El pasado 31 de marzo, se inauguró un nuevo paseo público, con el Monumento al Salame, luego de que el producto consiguiera la Denominación de Origen. La distinción, destaca la identidad que le da a la región, reflejada tanto en la identificación de la ciudad con los chacinados, como en la apropiación que los tandilenses realizan.
“En realidad, el monumento no es al ‘salame’, que obviamente nos lleva al chiste fácil. El monumento es a la denominación de origen que obtuvo este producto. Es el reconocimiento a una industria que desde siempre existe en Tandil y que es parte del folklore de nuestra ciudad. Es muy importante que se entienda claramente la diferencia. Que este producto sea Denominación de Origen, significa que se ha reconocido en el Derecho, que estas producciones son únicas en el mundo (como el roquefort, el champagne, el jamón de Parma) y que los productores, junto al Estado, nos hemos comprometido a proteger este capital ante el paso del tiempo”, argumenta Hugo.
Según el empresario, lo que se promueve con el paseo es reconocer la historia y los antepasados de Tandil, al igual que proteger lo propio, lo autóctono.
En el día de su aniversario, la ciudad festeja no sólo 189 años, sino un crecimiento que va desde lo turístico y económico, hasta lo poblacional. Entre sierras y salamines, el municipio que conduce Miguel Lunghi celebra un nuevo cumpleaños en la previa a Semana Santa, en la que espera a miles de visitantes.