Se trata de un ranking informal: la publicación basa su índice en la teoría de la paridad del poder adquisitivo y estima cuánto cuesta en dólares la más famosa hamburguesa del mundo en los 120 países donde es vendida.
Se trata de un ranking informal: la publicación basa su índice en la teoría de la paridad del poder adquisitivo y estima cuánto cuesta en dólares la más famosa hamburguesa del mundo en los 120 países donde es vendida.
Así, su última medición, la mencionada revista muestra que en Argentina una Big Mac cuesta US$4.64, más de lo que vale en Estados Unidos (US$4.20) y la eurozona (US$4.43).
El dato seguramente no sorprenda a los miles de turistas extranjeros que visitan Argentina y se asombran por los precios locales.
Pero lo curioso del índice es que muestra apenas la punta de un iceberg: lo cierto es que el precio de la hamburguesa que cita la revista se mantiene artificialmente bajo, lo que desvirtúa su valor comparativo.
Si bien McDonald’s niega haber recibido presiones del gobierno, hace unos años que la casa de comidas rápidas mantiene a un precio llamativamente bajo su más emblemática hamburguesa.
El Big Mac es actualmente uno de sus sandwiches más baratos y cuesta casi la mitad de las versiones “premium”. El combo con papas fritas y gaseosa cuesta un tercio menos de lo que vale el menú infantil (la “Cajita Feliz” o “Happy Meal”).
En tanto, el producto estrella de McDonald’s no es promocionado en ninguna de las publicidades de los locales y ni siquiera puede ser hallado entre los productos destacados arriba de la línea de cajas.
“Si el Big Mac no tuviera un precio regulado, Argentina seguramente competiría con Suiza como el país que encabeza el famoso índice”, asegura.
Creatividad económica
La mayoría de los observadores, cree que este curioso hecho es parte de la estrategia de control de precios que mantiene el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con la intención de “esconder” la inflación real en el país, que oscila entre el 22-24% (una de las más altas del mundo).
Hace poco el propio The Economist anunció que dejaría de publicar las estadísticas oficiales que brinda el país, por considerar que no son creíbles.
“Estamos cansados de ser parte de lo que parece ser un deliberado intento de engañar a votantes y estafar a inversionistas”, señaló el medio, en un duro artículo titulado “No me mientas, Argentina”.
Desde 2007, el gobierno mantiene intervenido al principal órgano de medición del país, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
El año pasado empezó a multar con cifras de hasta US$120.000 a las consultoras privadas que publicaban los datos de la inflación.
En tanto, el gobierno comenzó a aplicar una serie de medidas poco ortodoxas para tratar de resolver los problemas económicos.
Por un lado, en un intento por mantener su balance comercial, obligó a las empresas a exportar por igual cantidad de lo que importan, algo que ha generado situaciones insólitas.
Además, a través de la figura del polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, ha presionado a las compañías para que bajen el precio de sus productos más populares.
¿Por qué siguen los aumentos?
Pero a pesar de estas presiones, los precios siguen subiendo. Sandra González, presidenta de la Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (Adecua), dijo a BBC Mundo que los aumentos son especialmente notorios en alimentos e indumentaria.
Según los datos recogidos por Adecua, muchos de los productos básicos consumidos por los argentinos aumentaron por encima de los índices de inflación.
En el último año, por ejemplo, la leche se encareció en un 26%, la manteca en un 64%, la yerba mate (la bebida más popular en el país) en un 28% y el shampoo en un 32%.
En 2011 estos productos ya habían experimentado alzas similares.
Según Jorge Colina, del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), el aumento de los precios se debe a que la demanda agregada (el consumo, la inversión y el gasto público) crece por encima del 30%, mientras que el Producto Interno Bruto (PIB) del país, aumenta un 8% por año, aproximadamente.
“Ese crecimiento no alcanza para satisfacer el incremento de la demanda de bienes y servicios”, explicó.
Por su parte, Mariano Lamothe, economista jefe de la consultora económica Abeceb.com, dijo a BBC Mundo que el país tiene una de las inflaciones en dólares más altas del mundo (15% anual) porque mantiene una política monetaria expansiva.
Especulación
Según el gobierno –que hasta hace poco se negaba a reconocer el problema de la inflación– el aumento de los precios se da en gran medida por la especulación de muchos comerciantes que suben sus precios injustificadamente.
En más de una ocasión la presidenta Fernández instó a sus compatriotas a que recorran diversos negocios y comparen precios para evitar pagar más de lo debido.
BBC Mundo pudo constatar que existen precios muy dispares entre diversos negocios. En algunas ocasiones el costo de ciertos productos difiere en casi un 100% entre un comercio y otro ubicado a pocas cuadras.
Sandra González coincidió en que la especulación es un elemento importante para explicar el alza de precios.
Además remarcó una particularidad: los consumidores no son los únicos afectados por el sistema vigente. También los productores son grandes perdedores.
Según Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), los consumidores de alimentos agrarios pagan 700% más que el valor percibido por los productores.
La situación es particularmente crítica en el clic sector lácteo, según la publicación.
A puertas cerradas
Según González, el principal problema es la falta de competencia.
“En Argentina hay muchos monopolios y oligopolios, especialmente en el sector de alimentos, perfumería y productos de limpieza”, señaló.
En ese sentido, muchos ven con preocupación las recientes restricciones a la importación impuestas por el gobierno.
El economista Nicolás Bridger, director de la asesora financiera Prefinex, dijo a BBC Mundo que los frenos a la importación podrían llevar a un encarecimiento de los productos argentinos, lo que, a su vez, los tornaría menos competitivos para su exportación.