En 2001, un organismo ciudadano norteamericano llamado Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI), presentó a la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) una solicitud para prohibir la sustancia 4-metilimidazol (4-MEI): un compuesto químico que se forma al obtener la coloración artificial marrón de las bebidas de cola. La FDA resolvió incluir el 4-MEI a su lista de agentes químicos “conocidos por el Estado por causar cáncer” y decidió que el límite de consumo seguro diario debía ser de menos de 16 ug (microgramos).
Un estudio del Programa Nacional de Toxicología presentado por el CSPI, afirmó que una botella de bebida de cola de 340 ml contiene 130 ug de 4-MEI (ocho veces el límite de seguridad recomendado); según el CSPI el consumidor promedio en Estados Unidos consume unos 390 ml de bebidas gaseosas al día.
El estado americano, decidió que todos los productos que contengan esta sustancia deben llevar una etiqueta que advierta del riesgo de cáncer que puede producir su abuso en consumo y trascendió que Coca-Cola modificaría su fórmula para evitar incluir en sus botellas esa advertencia.
Sin embargo, la marca más consumida en bebidas gaseosas expresó en un comunicado que “la compañía solicitó a sus proveedores que modifiquen sus procesos de producción de caramelo para cumplir los requerimientos del estado de California, pero eso no tendrá impacto en la fórmula secreta, ni tampoco afectará a la gran calidad y el sabor que los consumidores esperan de los productos de la compañía” y aseguró que el color caramelo presente de su producto es “absolutamente seguro”.
Por otro lado, la Cámara de Industria de Bebidas sin alcohol (CADIBSA), lanzó su propio comunicado y desmintió que ese ingrediente sea una amenaza para la salud.
En 1985, el entonces presidente de la Junta Directiva y el Director General de Coca-Cola, Roberto Goizueta, recibió el visto bueno del viejo presidente Robert Winship Woodruff para innovar el sabor de la bebida. El cambio fue desastroso. Miles de consumidores se quejaron y pidieron volver a la vieja fórmula. Botellas estrelladas contra el suelo y tiradas por las alcantarillas como medida de protesta, abucheos y amenazas a los responsables, fueron las medidas que tomaron para poder recuperar el sabor de su bebida.
El asunto de la “nueva Coca” se convirtió casi en una cuestión de estado. La compañía se vio obligada a echar marcha atrás y el 10 de julio de 1985 Coca-Cola volvió a ser “Coca-Cola Classic”, no sin antes sufrir pérdidas por 4 millones de dólares.