Lo que pasó ayer en la cancha de Almirante Brown ya se ha tornado una constante a lo largo de la primera rueda del torneo y, ahora también, en la segunda parte: River arranca los partidos de una manera casi arrolladora, con mucha concentración, potencia y precisión, lo cual le permite marcar la diferencia y controlar el trámite, hasta que con el correr de los minutos el volumen de juego comienza a menguar, a tal punto que los rivales se agrandan y la cancha se inclina en contra del Millonario.
Es cierto que ayer el trámite fue parejo, y que incluso fue River quien más posesión de pelota y ocasiones de gol tuvo, pero queda claro que no le alcanza para ganar los partidos.
Tal vez las presiones y los ojos que están puestos -con cierta morbosidad- durante los 90 minutos sobre la nuca de los jugadores del equipo de Almeyda, es una situación que les juega realmente en contra. O tal vez simplemente las razones del bajo rendimiento sean estrictamente futbolísticas, lo cual en realidad es poco probable teniendo en cuenta la historia y calidad de jugadores del plantel.
Lo cierto es que ayer comenzó la cuenta regresiva del operativo retorno a primera, y quedó claro que el camino que resta transitar será muy complicado, con rivales que tienen mucha hambre, con terrenos de juego atípicos para la historia del club de Núñez, y con todo un ambiente futbolístico que está pendiente de cómo se desarrolla esta película función tras función, y en definitiva, espera el final ¿feliz? en junio. Ayer empezó de verdad el torneo de ascenso para River, con todo lo que eso implica.
