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Monte: un aniversario, miles de historias

En el día del 233° aniversario de esta localidad, Letra P conversó con una mujer muy querida que nació y vivió toda su vida allí, desempeñando papeles muy importantes para el distrito, se trata de la profesora de música, de canto, de Folclore, de piano y de arte escénico, Lita Bramati.

Ella nació en Monte el 31 de enero de 1933 y próxima a cumplir 80 años, narró los aspectos más importantes de su vida entretejiendo la historia de la ciudad y describiendo las bellezas de la localidad.

 

Se trata de una persona muy querida por todos sus alumnos de la Escuela Nº 1 de San Miguel del Monte, la recuerdan con mucho afecto ya que se acercó a través de la música en la época del Rock and Roll furioso cuando los padres de esos jóvenes les prohibían que lo escucharan, ella los alentaba a que disfruten de la música de la época.

 

También muy querida por la sociedad en general ya que con su trabajito de hormiga a través de la música y por amor al arte, ha trabajado en la creación de un Centro Tradicionalista donde hoy en Monte se puede bailar folclore; ha gestionado comedores para proveer de alimentos, atención médica y propuestas culturales a los niños más vulnerables de la ciudad durante el 2001; y además ha desempeñado el cargo de Directora de Cultura y todo sin pretender remuneración alguna. Y todo ello porque “siempre quise dar lo que tenía, sin esperar una respuesta por eso”.

 

La multifacética mujer, contó que durante su infancia en la ciudad que la vio nacer y que “era muy feliz, hija única, iba al colegio, tenía mis amigos, mi familia y Monte era un pueblo donde toda la gente se conocía y en la calle se saludaba a todo el mundo, y toda la gente era vecina”. E inmediatamente, procedió a comparar dicha situación con la actualidad y dijo “ahora ha cambiado todo muchísimo, Monte ya no es lo mismo, ahora es un lugar donde vos salís a la calle y desconoces a la mitad de la gente”. Pero recordó que “en esa época los niños jugábamos mucho”, y se desvió del tema, aunque insistió, “cosa que ahora no se estila más, a los niños se los puede ver en la computadora o yendo a aprender danzas o algún deporte”.

 

Cuando yo paso por la cuadra que va para la laguna, que pasa por el museo y que después está el agropecuario, siento una sensación muy especial, sé que soy la única a la que le pasa, y se debe a que de joven leía mucho los diarios y cuestiones vinculadas a la historia de Monte y por escuchar conversaciones en mi familia, como por ejemplo la historia de los colorados, o cuando Don Juan Manuel de Rosas en la Plaza de la Escuela 16 hizo lo suyo y también, sobre ese pasaje precioso hacia la laguna donde la luna se junta con el agua en las noches de verano; entonces cuando recorro esa calle, a la que le escribí un verso, me recorre por el cuerpo una sensación muy especial, porque viví esa historia desde muy chica. No es un perfume, es una sensación muy particular.

 

Más tarde, en un clima muy cálido y ameno, confesó que “le he escrito mucho a Monte, y hace un mes, le agregué en una hoja anterior, una explicación de por qué escribí eso”, dijo que ha compuesto versos a cada lugar de la ciudad que la emociona, que le es importante por la historia que fue construyendo allí.

 

En ese sentido, relató que “hay una Avenida repleta de árboles de Jacaranda, que me acompañó toda mi vida, que me marcó, que es especial, a ella le escribí, porque durante 60 años fui a la Escuela nº 1, y en primavera, pasaba por allí y en cierto modo, iba tratando de no pisar las flores de esos árboles, que estaban caídas en el suelo; por eso digo que la canción de María Elena Walsh que dice ‘al este y al oeste llueve y lloverá un flor y otra flor celeste de jacarandá’, es verdad y me trae muy lindos recuerdos”. Y agregó, “a ese jacarandá lo vi florecido en mi infancia y lo veo florecido ahora, y lógicamente para mi es algo muy grato al corazón”. (El portal le solicitó que regalara uno de sus versos, accedió pero por cuestiones que nos exceden hemos perdido el contacto).

 

Segundos después, recordó “otra cosa que me conmueve mucho es la laguna, es preciosa, de chica iba muchísimo, con mis padres y solíamos salir de noche en bote, y esa imagen de la luna reflejada en el agua es impresionante, hay que verlo para creerlo”. A la vez que indicó, “en esa época, Monte daba toda la vuelta a la laguna, y era más agreste, no como ahora, se podía sentir el canto de los pájaros, la sensación de estar vinculado con la naturaleza y muchas otras cosas”.

 

Lita remarcó que se trataba de una práctica que realizaba mucha gente del pueblo, porque “no había el peligro que puede llegar a haber ahora, aunque Monte aún sigue siendo una ciudad muy tranquila”, y que la gente pasaba los fines de semana acampando, era una atracción muy elegida.

 

La profesora de música no quiso dejar de contar que es muy importante para ella “la plaza de mi ciudad, porque desfilé allí, por primera vez como alumna de Escuela, con mi delantal almidonado una semana antes y colgado en una percha; y luego, como profesora de la misma, de igual modo, porque para las fiestas nos preparábamos de otra manera”.

 

Luego, reflexionó, “creo que si los bancos de la plaza de Monte hablaran, cuantas historias hermosas contaría, el amor, los comentarios de las personas mayores, y tantas cosas hermosas, porque esa plaza es histórica, todo mi pueblo recorre esa plaza, así también como la Iglesia que está ahí”, y resumió “son todas cosas muy amadas para mí, sobre todo porque soy medio romanticona”.

 

A continuación habló acerca de aquellas cosas que despertaron en ella su pasión por la música y remarcó que sus abuelos italianos fueron sus mentores, en ese sentido dijo “mi abuela me contaba que el hermano había estado en la Guerra, que era tenor de la escala de Milán, y que vino a cantar al Teatro Colón, ‘El Brindis de Aida’ y eso me impactó y entusiasmó muchísimo; además que me contaba que se vivía una sensación impresionante al oír su voz”. También, quiso contar que tenía tías que cantaban los tedeum de la Iglesia de Monte y tenían unas voces preciosas.

 

Por otro lado, señaló que “el amor por los libros se los debo también a ella, porque cuando era chica me pedía que le leyera los versos de Amado Nervo y de Gutierrez De Cetina, iba a la Escuela y leía esa poesía”.

 

Comenzó sus estudios en “el Beethoven” y los finalizó en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires, además explicó que viajaba de Monte a Buenos Aires los días que tenía clases, “mi mamá me acompañaba dos días seguidos en la semana en un tren que salía de mi pueblo a las 14hs y llegaba a la Gran Ciudad las 17hs, iba al Instituto de Declamación y Arte Escénico y después iba al Instituto de Folclore, salía a las 22hs, nos íbamos a un hotel y al día siguiente iba al Conservatorio toda la mañana hasta las 13hs, y nos volvíamos a Monte, así durante 12 años”.

 

Al terminar sus estudios se evocó directamente a la docencia en colegios y de manera particular, Lita señaló que “en esa época que uno se fuera a Buenos Aires a ejercer su carrera era una cosa de locos; no es como ahora que todas las niñas buscan tener una oportunidad así, a mi no se me dio, por eso me dediqué a la docencia, empecé a trabajar en las Escuelas, en la Nº 1 di clases durante 60 años porque no me quería ir”.

 

Además, trabajó en el Colegio Nacional de San Miguel del Monte, muchos años y dirigía un coro, a su vez, está adherida al Conservatorio Nacional con lo cual preparaba alumnos para dar exámenes en el mismo y así obtener el título de profesores que los habilita a dar clases en cualquier escuela.

 

En esa tarea se encontró con artistas jóvenes muy buenos y talentosos, que tocaron en distintos lugares del mundo, pero muchos otros, de un excelente nivel, decidieron estudiar otras carreras y dejaron la música para un segundo plano.

 

A continuación, Lita explicó que la actividad que más satisfacciones le dio en su vida fue dirigir los coros porque “es una real escuela de democracia ya que todos los integrantes del mismo tienen voces diferentes, ideas distintas, culturas diversas y cuando cantan todos juntos hacen una completa armonía para subyugar a la gente, le entregan todo a la gente”. Y el coro “me dio una lección de vida, todas las diversidades construyen”.

 

El Centro Tradicionalista Martín Fierro, es el único salón que existe en Monte para enseñar y bailar folclore, es un proyecto que ella y su familia trabajaron para conseguir, “di clases ahí con toda la gente durante muchos años y en forma gratuita, a su vez, mi madre con una comisión logró realizar el edificio y es el espacio que tiene hoy mi ciudad para realizar este tipo de actividades”.

 

En el aniversario de la San Miguel del Monte, Lita Bramati da lecciones de vida, nos cautiva con su pasión por la música por la enseñanza y con el amor por su pueblo, nos enseña a dar y a no esperar nada a cambio.

 

Por Shalom Jaskilioff
@shalomjaskiliof

 

Abella corre y vuelan los pedidos de informes.

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