“Hay que perderle el susto a la queja, aun a la de quien te votó”, opinó el calvo presidente del Instituto Cultural de la Provincia, Jorge Telerman, tras la “diversidad” de reclamos ciudadanos durante el denominado “8N”.
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La frase del funcionario del gobernador Daniel Scioli no hace más que fomentar una hipótesis política que se viene dando dentro del propio oficialismo: muchos de los cientos de miles de personas que fueron a la marcha apoyaron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando fue reelecta por el 54 por ciento de los votos en octubre del 2011. Ese mismo diagnóstico ensayó el líder de la CGT Azopardo, Hugo Moyano.
“La dirigencia política tiene que entender estos nuevos fenómenos (las redes sociales). La gente se manifiesta en distintas instancias”, señaló Telerman, no sin antes agregar que “al escuchar al otro, todo sale mejor. Me parece importante que un gobernante defienda sus principios, pero que en el medio pueda rectificarse o tener nuevas prioridades”, concluyó, según un comunicado de prensa oficial.
Dentro de la Gobernación, y como criterio general, los habituales voceros del sciolismo decidieron como espíritu de trabajo “no interpelar a la sociedad” y escuchar los múltiples reclamos para “corregir lo que haya que corregir” a modo de respuesta institucional.
Buscando ponerse a tono con “tres áreas claves de las nuevas demandas ciudadanas” y de ir readecuando el funcionamiento gubernamental hacia “nuevos objetivos”, Scioli movió ayer algunas piezas en su gabinete ministerial.
Decidió poner en funciones al exlegislador suarense Hugo Bilbao, como director ejecutivo del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), procurando resolver una cuestión que amenaza explotarle más temprano que tarde: la basura de la CEAMSE. También designó a Javier Mazza como titular de la Agencia de Transporte y a José Molina como director de Seguridad Vial. Todas esas áreas serán supervisadas por el estratega político del sciolismo y jefe de Gabinete de ministros, Alberto Pérez.
Esa posición no parece estar en sintonía con la reacción de la Casa Rosada y de la presidenta en “primera persona”.
Tras la protesta del “8N”, CFK no sólo ratificó el rumbo del modelo “nacional y popular”, sino que también afirmó que no se dejará “provocar” por los que quieren volver a un “régimen ultraconservador”.
Días atrás, el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, por su parte, desestimó el alcance de las manifestaciones de los sectores que adhirieron a la convocatoria para marchar con cacerolas por las plazas, al señalar que “las urnas vencen a las cacerolas”.
“Podrán salir con la cacerolas que quieran, con las de teflón, que salgan con las de acero inoxidable, pero no van a poder con esta alegría”, destacó el dirigente kirchnerista.
“Si la respuesta del gobierno nacional a los reclamos puntuales de la ciudadanía, como por ejemplo la ola de inseguridad o la realidad económica cotidiana, es que se busquen un candidato para votarlo, cometen un grosero error conceptual, porque el oficialismo no gobierna sólo para quienes los votaron, sino también para aquellos que no lo hicieron”, señalan en La Plata, haciéndose eco del malhumor social.
Por esa simple razón, y aun cuando se exhibe incondicional al proyecto nacional que encarna la presidenta Cristina Fernández, Scioli aparece como la otra cara de la moneda dentro del oficialismo K, al que también pertenece.
Ese contraste es el principal capital político que acumula el Gobernador. En líneas generales, salvo casos excepcionales, también los intendentes y legisladores bonaerenses del Frente para la Victoria – PJ optaron por ser moderados al momento de descifrar la masiva movilización del “8N”.
Intuyen que la administración Scioli padece una “realidad compleja” en su economía cotidiana (al margen de los reclamos de aumentos salariales de sindicalistas estatales y docentes), y que seguirá dependiendo del auxilio financiero de la Nación para que la Provincia y los municipios no corran peligro de “incendios”.
“El gobernador da sobradas muestras de lealtad” al proyecto nacional que encabeza la presidenta Cristina, “más allá de las posturas y de las miradas que a veces pueden ser diferentes”, destacó el senador bonaerense, Santiago Carreras, representante de La Cámpora.
Las declaraciones del joven legislador que integra la “mesa chica” del vicegobernador Mariotto se dan en un contexto de “señal de paz armada” entre el mariottismo puro y el sciolismo naranja.
Esa mesa política de Mariotto está integrada también por la jefa del bloque de senadores del FPV, Cristina Fioramonti de Kunkel y el montehermoseño Alejandro Dichiara.
“Es importante poder acercarse siempre a todas las decisiones que toma nuestra presidenta, porque no hay proyecto municipal ni provincial sin proyecto nacional. Creo que Scioli entiende eso mejor que nadie”, relata Carreras, quien antes de asumir su banca legislativa fue subsecretario de Juventud del ministerio “sciolista” de Desarrollo Social de la Provincia.
La estrategia de Scioli es diferenciarse con sutileza. Sabe que todo lo que hoy pueda afectar la re-reelección de Cristina Fernández puede terminar beneficiándolo en términos políticos domésticos.
A diferencia del ultrakirchnerismo, que empequeñeció la fortaleza de las demandas sociales después de la movilización del jueves pasado, para el gobernador, el “sonoro cacerolazo” debe ser escuchado por toda la dirigencia política, incluida la oposición.
Una frase parecida había dicho tras el primer cacerolazo del 13 de septiembre último, cuando remarcó que “no hay que subestimar a nadie”. Esta vez, el entorno de Scioli fue más claro aún. Dicen que la sociedad es quién debe interpelar la gestión gubernamental “y no nosotros interpelar si las marchas están bien o mal”.
En la sede gubernamental de calle 6, aseguran que el gobernador siempre “toma nota, se hace cargo de la parte que le toca y la traduce en acciones de gobierno”.
Una de las variantes estratégicas con las que Scioli piensa responder al pedido de mayor seguridad ciudadana (uno de los principales reclamos en toda la provincia) es impulsando leyes ante la Legislatura. En la agenda parlamentaria para antes de que finalice el año, aparece el proyecto impulsado por el Ejecutivo que busca limitar el beneficio de la excarcelación para quienes hayan sido detenidos por delitos con portación de armas de fuego ilegítimas.
“No son excarcelaciones, está mal explicado. Lo que quiero no es que haya más presos en las cárceles, sino menos armas en las calles. Es así, clarito”, explica Scioli ante el rosario de críticas desparramadas por el legislador sabbatellista de Nuevo Encuentro, Marcelo Saín.
El ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal, agradeció a los legisladores provinciales que aprobaron la ley que crea la Policía Judicial –técnicamente bautizada tras el voto unánime de senadores y diputados como Cuerpo de Investigadores Judiciales– y la media sanción que obtuvo en Diputados la adhesión a la Ley Nacional de Desarmaderos, como “herramienta para desalentar el robo automotor”.
Fiel a su prototipo cauteloso, pero posando para fotografías que valen más que mil palabras, Scioli arrancó el lunes brindando una “señal política” hacia 2015 con una visita “protocolar” a su par riojano Luis Beder Herrera, para participar del acto de homenaje al caudillo Angel “Chacho” Peñaloza, al cumplirse 149 años de su muerte.
Scioli subrayó desde La Rioja “la importancia estratégica de más federalismo” sobre la certeza de que “esto logra una Argentina mucho más equilibrada, en armonía”.
Esa referencia no pareció casual. Scioli viene insistiendo con la falta de recursos. La Provincia recibe menos fondos coparticipables que los que debería.
“Con ‘votos propios’ sobre el mapa bonaerense, probablemente Scioli haya decidido ensayar algunas maniobras políticas que los puedan ir despegando de una eventual aceleración del descenso de la imagen presidencial tras el último cacerolazo”, dicen.
Se sabe. Una de las cosas que más irritan a la Casa Rosada es que el gobernador tenga una agenda distinta. Cuando Scioli admitió tener aspiraciones presidenciales, eso desató una crisis política con el gobierno nacional que dificultó el pago del medio aguinaldo con los estatales en la Provincia. No pocos en las diagonales platenses calculan que, tras las elecciones de renovación legislativa de 2013, todo parece indicar que comenzará la “cuenta regresiva” para un mandato presidencial de CFK con fecha de vencimiento en 2015.
“Aquellos que hacen ideológicamente kirchnerismo – cristinismo puro –por ejemplo, con el “7D” como día clave y un punto de inflexión, como lo fue la Ley de Medios– es porque temen quedar desocupados dentro de unos 3 años”, advierten mitad en broma y mitad en serio en algunos despachos de la Provincia.