Argentina lleva casi 20 años juzgando los delitos de lesa humanidad de la última dictadura militar y, en tiempos electorales, la narrativa negacionista recrudece con los argumentos a favor de ponerle un fin y dejar el pasado atrás. Sin embargo, lo que sucede en los tribunales confirma que este proceso que es modelo en el mundo trae justicia también al presente: a partir del testimonio de un sobreviviente del Pozo de Quilmes se conoció un nuevo caso de una detenida desaparecida embarazada, Beatriz Leanin, que se suma a los al menos 500 de la lista de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Fernando García fue el sobreviviente que hace un año dijo frente a un Tribunal que en los calabozos había compartido días con “el Largo” Carlos Garak, un militante que “tenía a la esposa detenida en el piso de abajo, que estaba embarazada”. Así, abrió un nuevo capítulo a 47 años del comienzo del horror y a 46 años de que un grupo de abuelas se pusiera al frente de la lucha por hallar a sus nietos robados.
Garak y Lenain militaban en Montoneros y fueron secuestrados en febrero de 1977. Tenían una beba de un año y ocho meses, Laura, a quien la patota de represores dejó al cuidado de vecinos. De ellos no se supo más que el hecho de que ella era hija de un coronel –Jorge Lenain, quien crió a Laura junto a su esposa– y que pasaron por el Pozo de Quilmes.
Hasta el testimonio de García, que sumó la información del embarazo en la audiencia número 55 del juicio de lesa humanidad que sucede en La Plata desde hace casi tres años. Al cierre de aquella jornada el abogado que representa a la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli, solicitó al Tribunal Oral Federal número 1 de La Plata que habilite la intervención de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad para indagar en el hecho, del que hasta entonces no existía ni siquiera un indicio. Es la CONADI la que define si datos como los que aportó el sobreviviente se convierten en una nueva búsqueda.
El testimonio de un sobreviviente podría iniciar la búsqueda de otro nieto/a por parte de Abuelas
El dato del embarazo de su mamá “dejó helada” a “Lara”, como -supo con los años- la llamaban sus padres a Laura Garak. La mujer declaró en junio pasado. “Después de tantos años, recibir información nueva y tan importante fue un shock enorme”, resaltó la hija. “Uno todo el tiempo los está matando y reviviendo. Con esto volvieron a revivir, volví a imaginar qué habrá pasado, cómo habrá terminado, si habrá nacido, si existe, si sabe. Es muy difícil”, resumió.
Tras la noticia, dejó su muestra de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos que resguarda y cruza material genético de familias que buscan bebés nacidos en cautiverio y apropiados y jóvenes adultos nacidos entre 1974 y 1983 que dudan de su identidad.
"Es un trabajo que no termina nunca"
Lorena Velázquez es desde 2009 la coordinadora del área de investigación que dentro de la Conadi lleva a cabo la incorporación de casos de mujeres que al momento de ser secuestradas durante la última dictadura posiblemente estuvieran embarazadas y de niños y niñas secuestrados junto a sus padres y luego posiblemente apropiados.
El área existe desde la creación de la Comisión y lleva acumulada una experiencia forjada en 875 expedientes de los cuales la mitad ya está cerrado --son casos descartados por confirmación de que el embarazo no llegó a término o porque no corresponde con apropiaciones durante la última dictadura--.
“Este equipo se crea con la certeza de que no todas las familias tenían conocimiento de los embarazos de sus hijas, hermanas, sobrinas desaparecidas que fueron secuestradas”, indicó Velázquez. Cuando nace la Conadi, en 1992, las Abuelas de Plaza de Mayo ya contaban con años de búsqueda, de recepción de denuncias, de recolección y también de resolución de casos. Ya existía también el Banco Nacional de Datos Genéticos, fundado en 1987, con decenas de grupos familiares a la espera de poder hallar a su nieto o nieta, sobrino o sobrina, hermano o hermana arrebatados como “botín de guerra”.
Pero la clandestinidad en la que circuló la militancia desde 1974 y la virulencia de la represión ilegal hacían difícil la circulación de información en aquellos tiempos. “Muchas veces el dato del embarazo aparece en una simple mención a gente cercana, compañeros de estudio, vecinos, algún amigo”, cuenta Velázquez.
Los “nuevos casos” llegan a la Conadi directamente o mediante denuncias a Abuelas, al Equipo Argentino de Antropología Forense, o testimonios vertidos en los juicios orales, como fue el caso del embarazo de Beatriz Lenain. También puede aportar datos la Unidad especializada en Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado (Uficante), a cargo de Pablo Parenti.
Una primera “oleada” de casos surgió durante los Juicios por la verdad, desarrollados al cierre de la década de 1990. Una segunda fue post nulidad de las "leyes de impunidad", cuando las causas y los juicios de lesa humanidad fueron reanudados.
Con el testimonio de Fernando García se abrió un expediente de investigación dentro del equipo y se inició un relevamiento. Revisión de documentos, entrevistas a compañeros de militancia de la pareja, intercambio de información con diferentes agencias –Abuelas de Plaza de Mayo y EAAF principalmente– que “no arrojaron indicios que permitan descartar la posibilidad de que Beatriz hubiera estado embarazada”, amplió Velázquez.
“Es un trabajo que no termina nunca. Estamos en 2023 y seguimos abriendo investigaciones y se siguen incorporando grupos familiares” “Es un trabajo que no termina nunca. Estamos en 2023 y seguimos abriendo investigaciones y se siguen incorporando grupos familiares”
Leanin fue incorporada entonces al listado único de mujeres embarazadas durante su secuestro y se creó un grupo familiar en el BNDG, por ahora, con el ADN aportado por la hermana de ese bebé o esa beba. "La política de la Conadi es que frente a la duda, se abre un expediente", resaltó la investigadora. Si la investigación resultara que la mujer fue asesinada antes de parir, por ejemplo, el expediente se cierra.
El otro paso importante en la búsqueda de nietos y nietas apropiados es el fortalecimiento del grupo familiar dentro del BNDG, en donde se abre otro proceso de investigación y de rastreo y obtención de muestras genéticas que permitan fortalecer a cada grupo. En ese acervo también quedan guardadas las muestras de hombres y mujeres que, empujados por la necesidad de conocer su origen y las coincidencias de su propia historia con la que atravesó al país, acudieron a Abuelas o a la Conadi.
Muchos de ellos no coincidieron con los grupos familiares resguardados en el Banco, pero sus muestras siguen siendo cruzadas a medida que esos grupos se van fortaleciendo o se forman nuevos y también se consiguen nuevos datos y casos de víctimas del Terrorismo de Estado: el nieto Guillermo Amarilla Molfino, por ejemplo, dio negativo en el primer cruce y positivo en 2019, luego de que la familia de Marcela Molfino supiera que estaba embarazada cuando fue secuestrada y se acercara a la institución para aportar su ADN.