FÚTBOL & POLÍTICA

Volvió Daniel Vila: paredes con Claudio Tapia y Jorge Brito, con la Vendimia de fondo

Como hace una década, el dueño del Grupo América y Edenor regresó a la presidencia de Independiente Rivadavia de Mendoza. Almuerzo solidario y Círculo Rojo a prueba de grieta.

Dice que el cambio que intentaba instalar en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hace una década, cuando en un show inolvidable se autoproclamó presidente en las escalinatas del edificio de Viamonte 1366, ya está hecho. Se concretó, según él, por la renovación dirigencial que lideró Claudio Tapia y por la investigación de la fiscalía de Nueva York en la megacausa Fifagate. Más de diez años después de aquel acting, del que hoy se arrepiente, Daniel Vila volvió al siempre impredecible pero cautivante barro de la pelota. Otra vez es presidente de Independiente Rivadavia de Mendoza, el club que condujo de 2005 a 2012 y al que, en los próximos dos años, aspira a modernizar, fortalecer económicamente y llevar de la Primera Nacional a la Liga Profesional.

“Lo vi tan mal, que decidí volver”, le cuenta a Letra P el dueño del Grupo América y Edenor. Ocupado por su actividad empresaria en el multimedio y en la distribuidora de energía con mayor alcance de la Argentina, Vila se rodeó de viejos dirigentes y de otros más jóvenes, con tareas y áreas repartidas entre toda la Comisión Directiva. No obstante, su llegada a la presidencia del club implicará que viaje más a Mendoza y que permanezca allá casi todos los fines de semana. “Creo que el equipo que armamos está funcionando”, dice. Creer y esperar.

Malbec, chardonnay y poder

Vila regresa a la órbita del fútbol y de la AFA con algunas banderas que en el pasado no levantaba: una de ellas es discutir la apertura de las sociedades anónimas deportivas en la Argentina. Lo dice –y lo hará– sabiendo el rechazo de Tapia, al que elogia y enaltece, sobre todo luego del Mundial ganado en Qatar por la Selección.

Como prueba de ese respeto y buena relación, este último fin de semana Vila invitó al presidente de la AFA al almuerzo de la Vendimia Solidaria que organiza todos los años en su chacra de San Isidro, en las afueras de Mendoza. Anfitrión de todo el arco político nacional, acaso el punto más festivo de la jornada surgió cuando Vila llamó a Tapia para que subiera al escenario y mostrara las camisetas firmadas por Lionel Messi y otros jugadores que se subastaron entre quienes se encontraban presentes.

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Mientras sonaba de fondo la canción "Muchachos", había varias mesas que simbolizaban el poder de Vila. Estaban el ministro de Economía, Sergio Massa; la directora de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), Malena Galmarini; el ministro del Interior, Eduardo De Pedro; la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz; el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora; la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma Abdala; el gobernador de Jujuy Gerardo Morales; su par de Mendoza, Rodolfo Suárez; y el senador y precandidato a jefe de Gobierno porteño Martín Lousteau. La grieta, una de las obsesiones de Vila en este tiempo, quedó diluida entre las copas de malbec y chardonnay de El Enemigo y los espumantes de Rosell Boher.

Sin embargo, quien más ayudó a Vila en este reciente regreso a las canchas de la Lepra mendocina estaba sentado justo enfrente de Tapia. Con camisa arremangada y jean, el presidente de River, Jorge Pablo Brito, compartía las charlas influyentes que en otro tiempo protagonizaba su padre.

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Brito fue uno de los que ofreció cuatro millones y medio de pesos por una de las camisetas que había llevado Tapia. Lo concibió como su manera de sumar a una recaudación que superó los 131 millones de pesos, y que será destinada a acciones solidarias con distintas organizaciones sociales y ONGs.

Además, Brito también se solidarizó con Independiente. De hecho, una de las primeras medidas de la nueva gestión de Vila lo tuvo como protagonista. Acompañado por su vice, Matías Patanian (CEO de Aeropuertos Argentina 2000), y por su antecesor Rodolfo D’Onofrio, el heredero del banco privado más importante del país acordó con Vila una inyección de dinero a través del patrocinio de la camiseta. Como sucede con el Tigre massista, Independiente Rivadavia ahora también tiene a Banco Macro en el pecho.

Ya no queda nada de esa “mafia del fútbol” que Vila denunciaba una década atrás y que lo llevó a pararse en el edificio de la AFA para autoproclamarse presidente entre una mayoría dirigencial que lo ignoraba. “Estaba medio loco”, reconoce. Ahora comparte el trazo grueso con los dirigentes más encumbrados del fútbol nacional y hasta lo utiliza de anzuelo para estimular un consenso antigrieta que se propone construir en este año electoral; aunque en algunos de sus medios se propalen los discursos de odio y el maniqueísmo partidario. “El día posterior al Mundial, todo el país festejaba y estaba detrás de esa causa. El fútbol junta. Nos iría mucho mejor si imitamos ese comportamiento en otros ámbitos. Es una competencia, no una lucha”, asegura.

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