Hay una historia poco conocida, casi mítica, cuyo contenido puede resignificarse a la luz de la consagración de Rosario Central en la Copa de la Liga. Corría mayo de 2012 y la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner celebraba la reestatización de YPF. Había gobernadores, legisladores, ministros, entre otras personalidades de la política. Mezclado entre esos invitados de peso, sin llamar la atención, estaba Gonzalo Belloso. Algunos amigos le habían franqueado el acceso a uno de los sucesos políticos más importantes de la última década.
La relación del presidente de Central con el peronismo siempre estuvo ahí, en segundo plano, hasta que ganó protagonismo tras su primer logro deportivo como mandamás auriazul. Post partido, en sus declaraciones, le agradeció a Claudio Chiqui Tapia, a Pablo Toviggino -hombre fuerte de la AFA y operador de Tapia- y al exministro Sergio Massa. El video de la entrevista, que dio junto a su vicepresidenta y esposa Carolina Cristinziano -abogada, representante y exmiembro de la Comisión Normalizadora de AFA- corrió como reguero de pólvora por las redes sociales.
“Estábamos prácticamente fundidos, todos los asesores decían que vayamos a una convocatoria, y fue Chiqui Tapia con su poder político y un amigo mío como Pablo Toviggino, quien nos hizo la estructura de un desendeudamiento”, expuso el presidente campeón. “Si no hubiera sido por ellos y por el ministro Massa, que nos ayudó a pagar seis inhibiciones que teníamos en FIFA, no hubiera sido posible. Ellos nos dieron una mano muy grande para poder arrancar”, agregó. El círculo, abierto aquella tarde en Casa Rosada diez años atrás, se cerró en Santiago del Estero.
¿Por qué le agradeció Belloso a Tapia, Toviggino y Massa? Porque al llegar a la presidencia del club de Arroyito se encontró con una deuda, según informó, de alrededor de US$25 millones. Central estaba en una situación crítica en materia institucional y futbolística, que requería un plan de desendeudamiento imposible de llevar a cabo sin el apoyo de la AFA.
Sin embargo, el problema más acuciante eran las inhibiciones que pesaban en FIFA, que le impedían al club incorporar o transferir jugadores. Allí el inconveniente no era solo el dinero, sino que eran dólares, el bien más preciado y escaso en Argentina. Las gestiones con el entonces ministro de economía fueron arduas, el proceso tuvo obstáculos -según reveló una fuente que fue parte-, pero finalmente Central obtuvo los dólares -algo más de US$ 1,3 millones- y pagó las deudas que le impedían incorporar jugadores.
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Lealtad con lealtad se paga. Belloso apoyó a Massa en la campaña, estuvo cuando el candidato de Unión por la Patria anunció junto a Chiqui Tapia que el partido inaugural del Mundial 2030 sería en Argentinay sumó un tuit en contra de las sociedades anónimas deportivas, una propuesta con la que Mauricio Macri insiste hace más de veinte años y encontró en Javier Milei un nuevo promotor. En ese tuit, el canalla había adelantado algo de lo que dijo tras lograr su primer título como presidente: “Manifiesto mi agradecimiento a Sergio Massa en este primer año de gestión”, había rematado.
El muchacho peronista
El apoyo al peronismo, sin embargo, es genuino y viene de antaño. Tras el descenso del club en 2010, el exdelantero dejó su rol como director deportivo de Olimpia de Paraguay y formó la agrupación “Raza Canalla”. No pudo ser candidato -no contaba con los diez años de antigüedad como socio- pero fue la cara de la campaña junto a Norberto Speciale, el candidato a presidente. La noche de la victoria, festejó cantando “Rosario maravillosa / Rosario sensacional / Rosario es peronista / Peronista y de Central”. El rol que asumió fue el de director deportivo.
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Ese primer paso no fue bueno. Central peregrinó tres años en la B y Belloso tuvo que renunciar a fines de 2012, jaqueado por las críticas a la gestión futbolística y tras protagonizar incidentes con la delegación de Independiente Rivadavia de Mendoza tras un partido de local. Una de sus últimas decisiones había sido recurrir a Miguel Ángel Russo para capitanear al equipo que, tras un mal arranque, logró el ascenso. El técnico comenzaba a tallar su status de prócer. El “pejerrey”, ya fuera de la institución, había aportado su granito de arena para eso.
Tras participar de las elecciones canallas de 2014 con un muy mal resultado, Belloso volvió a Paraguay -donde jugaba cuando “le picó el bichito” de ser dirigente- dispuesto a formarse. Era el lugar ideal, ya que quien manejaba los hilos de Olimpia cuando era jugador se había transformado en presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol: Alejandro Domínguez. Lo nombró Secretario Técnico de la selección paraguaya y luego lo empoderó como Director de Desarrollo de Conmebol cuando asumió al frente de la casa matriz del fútbol sudamericano.
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En esos años, Belloso se transformó en el poder detrás del trono de Conmebol. Mano derecha de Domínguez, protagonizó cada rosca, primero como Director de Desarrollo y luego como secretario adjunto. Desde allí, por ejemplo, tuvo un sugestivo cruce con Macri, quien había criticado que Argentina organice la Copa América 2021: lo trató de “ignorante” y “malicioso”. A fines de ese año abandonó su cargo en Conmebol para transformarse en asesor estratégico para Sudamérica de la FIFA, bien cerquita de Gianni Infantino, mandamás de la pelota. En menos de una década, el “Pejerrey” ya pisaba en la estructura organizacional del fútbol mundial.
Siempre se vuelve al primer amor
Mientras el “Pejerrey” sumaba influencia, Central -especialmente a partir de 2019- naufragaba a la deriva de una pésima gestión que económicamente lo endeudaba a niveles preocupantes y futbolísticamente lo ponía cerca, otra vez, de los últimos puestos. Sin mover un dedo, solamente por el contraste, empezaba a crecer entre los canallas la idea de que el elegido para conducir los destinos del club debía ser el exdelantero, casi como esa máxima que le atribuyen a Juan Domingo Perón: “Yo no haré nada para volver. Todo lo harán mis enemigos”.
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Era otro Belloso. Aplomado y tranquilo, jugó con los tiempos y se hizo desear antes de anunciar su candidatura. Confió su campaña al consultor Lucio Guberman y al publicista Sebastián Abramovich, ya veteranos de la comunicación política. Buscó mostrarse preparado y no perdió la calma cuando la Inspección General de Personas Jurídicas, tras una denuncia bastante extraña, corrió las elecciones para el día de la final del Mundial 2022. Central votó al mismo tiempo que Argentina lograba su tercera estrella. Con una participación de casi diez mil socios, arrasó y volvió a Arroyito.
Su primer año fue frenético. Mientras en la pública hilvanaba conferencias con declaraciones fuertísimas que graficaban la pesada herencia recibida, tras bambalinas activaba todos sus contactos para encauzar la situación. Allí entraron a jugar Tapia, Toviggino y el propio Massa. A mediados de año, logró la venta más importante en la historia auriazul, cuando el Tottenham inglés desembolsó US$23 millones por Alejo Veliz. Ese oxígeno financiero le permitió hasta encarar la remodelación del estadio Gigante de Arroyito, una deuda pendiente que llevaba décadas.
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A Víctor José Vesco, el dirigente más importante de la historia auriazul, le atribuyen una frase: “Central es un club de fútbol, y lo más importante es que la Primera gane el domingo”. Belloso aplicó esa política. No se durmió en los laureles económicos y fue a buscar, otra vez, al prócer Miguel Ángel Russo, un técnico con espalda y querido por los hinchas, ideal para un momento difícil que podía tener algún contratiempo. Sin hacer grandes erogaciones, Miguel construyó un equipo inteligente que le permitió alejarse del descenso y sobre el final empezó a pelear los primeros puestos.
El “Pejerrey” siguió el proceso de cerca. Cuando parecía que se quedaba afuera de todo, se reunió con el plantel y prometió un suculento premio si clasificaban a la Copa Libertadores y a los playoffs de la Copa de la Liga. “Olí sangre y creí que había que ir a buscarlo”, explicó luego de conseguir una nueva estrella para el barrio de Arroyito. De manera imprevisible, sin que lo vieran venir y sobre el final del año, ese instinto ganador, la experiencia acumulada y los contactos políticos le permitieron ser el único peronista santafesino que ganó durante 2023.